Como si la temporada de verano los igualara, Racing e Independiente transitan estos días de enero con los mismos objetivos: conseguir un mánager o secretario técnico -la denominación o semántica quizás
no sea un detalle- y unentrenador para 2021. Pero lo que parece idéntico, en realidad es distinto tanto en su método como en sus formas. Es, acaso, otro simbolismo que sintetiza a los dos grandes de Avellaneda: siempre tan cerca, siempre tan lejos.
Hay una historia reciente que evidencia dos modelos distintos, al menos en la organización y conducción del fútbol profesional. En Independiente la figura del mánager es casi testimonial, y lo que sucedió con Jorge Burruchaga lo certifica: Burru, ídolo rojo, llegó cuando Lucas Pusineri ya estaba designado como técnico y se fue ahora, en medio de los tropiezos y sinsabores deportivos.
En el lado rojo de Avellaneda, las decisiones siempre pasan y se firman en los escritorios de Hugo y Pablo Moyano, o en su defecto en lo de su hombre de confianza, Héctor “Yoyo” Maldonado. Sin embargo, quizás porque advirtieron eso, fueron a buscar a Nicolás Burdisso para profesionalizar el área. Pero Burdisso dijo no y eso genera un enorme signo de pregunta sobre el futuro: ¿seguirá todo cómo hasta ahora o se conseguirá cambiar el paradigma que domina al club desde julio de 2014, cuando el titular de Camioneros asumió la presidencia?
Racing, en cambio, muestra -o mostraba- un modelo más sólido. Al menos más sólido en lo institucional: los últimos años de éxitos deportivos le dieron pergaminos tanto a Blanco como a Milito, ahora enemistados por otros dirigentes. A diferencia de los Moyano, Blanco es más delegativo, pero parece empecinado en que el sucesor de Milito tenga algún vínculo histórico o sentimental con Racing. Hasta el momento habló con dos personas que reúnen esa condición: Claudio Úbeda y Rubén Capria. Todo indica que en las próximas horas se anuncie que el Mago Capria, ídolo de los noventa, se convierta en el nuevo secretario técnico, aunque con un nombre diferente: asesor futbolístico.
Luego del fin de año más convulsionado y contrastante de su carrera dirigencial -a la renuncia de Milito se le sumó la de Beccacece luego de la eliminación de la Copa Libertadores ante Boca, mientras los socios y las socias de Racing le brindaron un apoyo contundente para ganar su tercera elección con el 71,4% de los votos y así presidir el club por otros cuatro años-, Blanco se convirtió en un pescador: aprendió a esperar. Nada lo apura ni lo conmueve. Él, y por transición su flamante comisión directiva -un espacio en que, como sucede en el Rojo, deberán convivir larretistas, peronistas y kirchneristas–, quieren primero resolver quién será el secretario técnico para luego elegir al reemplazante de Beccacece. Hacerlo de ese modo implicaría mantener la misma línea de los últimos años: el secretario técnico o ahora asesor futbolístico será quien apruebe o desapruebe el nombre del futuro DT.
Pero a pesar de los métodos distintos y antecedentes diversos en cuanto al éxito de cada modelo de gestión, a Racing e Independiente los une algo: la enorme cantidad de ofrecimientos y operaciones de prensa que se repiten para posicionar a técnicos o viejas glorias de cada club. Porque si eso pasa cuando el puesto de entrenador queda vacante, ahora que se deben ocupar dos puestos en cada club, la situación se potencia. Lo saben Moyano y Blanco, que reciben mensajes de WhatsApp a cada hora con sugerencias y carpetas en PDF de representantes que buscan meter un pleno en Avellaneda, la capital del fútbol en la que las distancias son cortas, pero las diferencias, cada vez más grandes.