En la Ciudad de Buenos Aires falta un mes y cinco días para el inicio de las clases. El distrito porteño, a diferencia de otras provincias, adelantó dos semanas el regreso,
que será el 8 de febrero para docentes y el 17 de febrero para estudiantes. Luego de un ciclo lectivo alterado por la pandemia de coronavirus y un verano con alza de contagios, desde el área porteña de Educación ratificaron a Clarín que aspiran a una vuelta con un esquema 100% presencial.
“El norte es todos los chicos, los cinco días, en la escuela”, dijeron fuentes del Ministerio a Clarín. La postura oficial es mantener el plan previsto para este 2021, con docentes y alumnos en las instituciones. Aún no informaron si será con clases en el aula o al aire libre pero repitiendo el modelo tradicional, con un pupitre detrás del otro y los estudiantes mirando al pizarrón mientras un docente explica, aunque sí remarcaron que su objetivo es establecer cinco días presenciales.
En la última semana, el retorno a las clases dentro de las escuelas fue puesto en duda por gremios docentes de la Ciudad. “Si las condiciones no están dadas, no vamos a acompañar. Lo venimos diciendo desde un principio a nivel nacional. Hoy la situación está cambiando y es esencial que el Gobierno de la Ciudad garantice las condiciones para la presencialidad: insumos, máscaras, alcohol en gel y docentes auxiliares”, dijo Norberto Cabanas, secretario general de la Unión Docentes Argentinos (UDA) seccional Capital.
Eduardo López, secretario adjunto de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), también relativizó el regreso. “No se sabe si van a empezar las clases el 17 de febrero, todo indica que no”, dijo en diálogo con C5N. Y siguió: “Si nos guiamos por los indicadores de los semáforos del ministerio de Educación de la Nación ni se tendría que estar discutiendo”.
Octubre. El regreso a clases presenciales de los alumnos de la escuela primaria N° 7 “Niñas de Ayohuma”, ubicada en Parque Chacabuco. Foto: Andres D’Elía
López, quien además es dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), también cargó en forma directa contra las autoridades porteñas: “Niegan el peligro de los contagios en la escuela. Los maestros no lo negamos. Fracasaron las burbujas porque abrieron las escuelas y las familias no enviaron a los chicos. Casi que el paro lo hicieron las familias”.
Los 17 gremios docentes de la Ciudad están citados para este viernes en el Ministerio de Educación porteño. Voceros del área aclararon que el llamado ya estaba establecido dentro de un proceso participativo que se abrió con distintos actores de la comunidad educativa -organizaciones civiles, como Unicef y Argentinos por la Educación, gremios, directores de escuelas, padres y alumnos- para definir el regreso a las aulas.
Hacia noviembre, cuando los estudiantes volvían a sus escuelas de manera gradual, la ministra de Educación, Soledad Acuña, ya había anticipado su intención de un ciclo lectivo 2021 en las aulas.
“La escuela es organizadora del mundo del trabajo y de la ciudad en general, para nosotros es importante que vuelva 100% presencial. Además ya hemos visto que se puede hacer, que las escuelas no son el foco de contagio”, había dicho. Entonces la ministra también sostenía que la vuelta a las instituciones no dependería de la vacuna contra el Covid-19: “Nosotros nos preparamos para convivir con el virus durante un tiempo largo y la escuela, aún con virus circulando, tiene que volver a funcionar de forma segura”.
Octubre. Regreso a las clases presenciales de alumnos la escuela Técnica Nº 35 Eduardo Latzina en Villa Real. Foto Mario Quinteros
En octubre, el retorno de las clases presenciales se definió a partir de una herramienta central: un “semáforo epidemiológico”. El Consejo Federal de Educación, que integran los 24 ministros de todo el país, lo aprobó como un instrumento para alertar sobre el nivel de riesgo que existe en cada región, que puede ser alto, medio o bajo. Hoy ese semáforo sigue vigente y distintas voces de la comunidad educativa piden que sea revisado.
El semáforo se rige por tres indicadores: el nivel de transmisión, la cantidad de contagios y su evolución (la razón entre casos nuevos de las últimas dos semanas y las dos semanas anteriores) y el porcentaje de ocupación de camas de unidad de cuidados intensivos. Cada uno de estos indicadores tiene su clasificación: color verde es bajo, amarillo es medio y rojo es alto. Del cruce de estas variables surgen los criterios de reapertura de las instituciones educativas.
Las voces que reclaman su modificación sostienen que, bajo la guía de esos parámetros, en muy pocos distritos del país podrían regresar las clases presenciales.
GS
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