Temporada atípica y sin precedentes. Ecuación económica negativa a la vista. Sorprendió la noticia de que “Los 4 fantásticos del humor”, protagonizada por Diego Pérez, se bajara de la
temporada de verano de Mar del Plata a partir del domingo 17. La venta de sólo 120 entradas durante la primera semana en cartel no resultó convincente. “Era un riesgo que estaba previsto cuando nos embarcamos”, aseguró en un comunicado el productor de la obra, Dario Arellano.
La caída en la venta de entradas de teatro es abrupta. Con respecto al último año, sólo 6% de espectadores concurren a las salas, anunció el empresario y productor Carlos Rottemberg.
En el Carreras hablan de un 17% y Sergio Gonal (se presenta de miércoles a domingos) tiene una expectativa final de ocupar 5.000 butacas contra las 14.000 que llenó el año pasado. Según las cifras de Aadet, El Equilibrista registra 500 entradas vendidas en sus 5 funciones semanales.
Antes de ingresar a la sala, se toma la temperatura a los espectadores. Deben permanecer con tapabocas durante toda la función. Foto: Marcelo Carroll
“La temporada teatral de Mar del Plata no es comparable con ninguna anterior. No será justo catalogarla como la de menor concurrencia de su historia porque, aunque sea cierto desde la fría estadística, la participación de nuestra actividad se asemeja más a una resistencia solidaria de un sector teatral, dispuesto a seguir empujando por mantener en movimiento una rueda que hace al vínculo de la cultura con el esparcimiento familiar. Será una temporada testimonial con la mirada puesta al futuro post pandemia“, define Rottemberg.
El ritual del espectáculo
Condicionado por la pandemia de coronavirus, el teatro se reinventó para ofrecer un espacio de confianza y seguridad donde se le pueda dar rienda suelta al entretenimiento, sin quebrantar su magia ni esencia.
Después de varios meses sin actividad y en sintonía con el protocolo, algunas salas del circuito alternativo costero ofrecen carteleras de humor con elencos reducidos, que respaldan puestas en escena sin cruces fugaces. Es que la cantidad de actores está sujeta a los metros cuadrados del escenario.
“Sabemos que no vamos a ganar, pero es una forma de seguir habituando al público y de mantener la actividad”, dice Nito Artaza, que se presenta en Mar del Plata con “El barrilete cómico”. Foto: Marcelo Carroll
La escena de la selfie para registrar el momento, la fotografía de la escenografía y los aplausos dicen presente dentro de la sala adonde los espectadores concurren con otros tiempos. Son una de las pocas costumbres que se mantienen en la nueva normalidad de las artes escénicas. Miradas de agradecimiento y carcajadas se desprenden y traspasan la tela del barbijo.
“Las restricciones tienen que ser por actividad y no por horario. Cumplir con el protocolo fue muy costoso. Muchas salas no pudieron abrir sus puertas porque el gasto económico termina siendo superior al ingreso. Decidí estar porque soy teatrista y, por respeto al trabajo de todos, no quiero dejar de cumplir mis más de 40 años de temporada consecutivos”, asume el empresario y productor, Carlos Rottemberg
Las medidas sanitarias dispuestas en el protocolo general comienzan en la boletería, se refuerzan en el interior de la sala y se extienden a lo que ocurre arriba y detrás del escenario. Alcohol sanitizante y control de temperatura, que en cualquier caso debe ser menor a los 37.3 grados centígrados. El uso de tapabocas es obligatorio durante todo el espectáculo. Si algún rebelde se lo intenta quitar, se lo pone en evidencia iluminando su rostro con un láser rojo, para que vuelva a colocáselo de la forma debida.
Al teatro con protocolo
El aforo reduce al 30% de la capacidad del espacio teatral. La venta de las entradas puede ser por ventanilla o mediante sistemas digitales. En tal caso, basta con presentar el código QR. Es novedoso el formulario de consentimiento informado, una declaración jurada de salud que cada asistente o “burbuja social” debe completar para dejar asentado que no tuvo síntomas ni estuvo en contacto con un infectado.
Mauricio Dayub se presenta con “El Equilibrista” en Mar del Plata. Foto: Marcelo Carroll
El registro es preventivo: si llegase a detectarse un caso positivo, las autoridades saben en qué butaca estuvo y pueden dar aviso a los contactos estrechos.
En la sala se mantiene la distancia mínima de 2 metros entre el frente del escenario y la primera fila de ubicación del público. Como si fuera un juego de tetris, las filas están salteadas, las impares se anulan para utilizarse únicamente las pares. El espacio entre butacas en uso es de 1,5 metros. En cada fila, por cada asiento ocupado se dejan dos libres en dirección al lado derecho e izquierdo. Excepto, las burbujas sociales (personas convivientes que concurren conjuntamente al ámbito cultural) que pueden ubicarse en lugares contiguos.
“Damos sala media hora antes para evitar que la gente se aglomere formando cola. El espacio es previamente sanitizado con amonio cuaternario”, subraya Cristina Yantorno, jefa de las acomodadoras, quien lleva 42 años en el oficio. Se desinfectan manijas y barandas de escalera.
Al baño puede ir un máximo de dos por turno. La ventilación es natural, mediante la apertura de puertas y ventanas que garantizan la renovación del aire. No está permitido el sistema de aire mecánico de los espacios comunes con tránsito de espectadores.
“Buenas noches, fila 4”, indica una acomodadora mientras, con sus guantes negros, entrega el programa de la función envuelto en plástico, medida que se adoptó para evitar el contacto directo y la manipulación de papel.
Selfies a la salida del teatro, una tradición que no se pierde. Foto: Marcelo Carroll
La salida del teatro replica la de un avión. Es de atrás para adelante, por grupos de ubicación. En caso de que haya una segunda función o se presente una distinta, se requiere previamente la limpieza total del espacio y se alternan las butacas (en lugar de las pares, se emplean las impares). La prioridad es la salud del público.
Cartelera de humor
“El mundo es de quienes se atreven a perder el equilibrio”, interpreta Mauricio Dayub al comienzo de la obra que presenta de miércoles a domingo a las 21 en el Teatro Mar del Plata (Av. Pedro Luro 2335). El equilibrista, ganador de la Estrella de Mar de Oro, fue el primer espectáculo en confirmar su segunda temporada en La Feliz.
250 butacas a la venta en un espacio con capacidad para 1.117. Son las reglas del aforo al 30 %. La platea cuesta $ 1.300 y el pullman $ 1.000. “El equilibrista ha tenido coincidencias que no imaginaba. No vendría a hacer una función si el teatro fuera inseguro”, le indica Dayub a Clarín para desmitificar la idea de que se puede correr riesgo dentro del ámbito de entretenimiento .
Es que se trata de un unipersonal con una duración de una hora, lo cual facilita la matemática del protocolo. Incluso, el actor se maquilla y cambia de vestuario en medio de la puesta en escena. No se necesita mucho más. “Aprendí a tocar el acordeón para darle música a la historia”, enfatiza.
“Es una obra que conocemos del año pasado. No es el mejor momento, pero venir al teatro nos da seguridad”, coinciden Carlos y María mientras le dan un vistazo a la ficha técnica.
Para Sandra y Gabriel es una nueva experiencia y un plan familiar que mantienen a pesar de las adversidades.
“Después de un año tan difícil, necesitábamos distraernos con algo. La vuelta del teatro presencial nos tomó por sorpresa. Agradecemos esta experiencia en que nos sentimos cuidadas. Tenemos que lograr un equilibrio para mantenernos a salvo entre todos”, le confiesan a este medio Liliana y Graciela mientras emprenden la retirada. Ya no irán a cenar afuera como estilaban tiempo atrás, sino que se conforman con una rica comida en casa.
¿Cuál es el mensaje de la obra?
Mauricio Dayub: habla de cada uno de nosotros. Es movilizadora. El público se divierte y se compromete a ser más sensible y solidario. Con cada historia se recuerda a sí mismo y se resignifica. Se necesita humor para evadirse por un rato de la realidad. El teatro con protocolo es un salvoconducto que, paradójicamente, a la distancia me permite seguir estando cerca del público. Me voy a quedar haciendo temporada hasta que haya espectadores, aunque sea una sola persona.
Más humor en la cartelera
“Hay que defender la alegría y romper con el prejuicio anímico de la pandemia. Sabemos que no vamos a ganar, pero es una forma de seguir habituando al público y de mantener la actividad. Opté por ser prudente con un espectáculo más corto y sin grandes compañías porque un infectado frena todo el circuito”, defiende el productor y actor Nito Artaza.
Se presenta cada domingo a las 21 con la apuesta de “El barrilete cómico” en el Teatro Enrique Carreras (Entre Ríos 1824).
La opción de un circo a cielo abierto también tendrá su puesta en escena en La Feliz a partir de un acuerdo que realizó con la firma Toledo. En un playón de uno de los supermercados de esa empresa, ubicado en la avenida Juan B. Justo, presentará espectáculos con aguas danzantes, trapecistas, malabaristas, ilusionistas y equilibristas. Con precios populares y destinado a la familia, Artaza será una especie de TIHANY, un presentador sorpresa.
119 lugares en venta en un espacio con capacidad para 350 personas. Con un 20% descuento para jubilados, la platea se consigue a $ 800 y el pullman a $ 600.
“El espectador se sumerge en el túnel de la diversión por una hora y veinte minutos en los que intento no hablar de la pandemia más allá de que esté latente. La idea es levantar el ánimo, ‘apuntar para arriba’ con histrionismo porque la gente quiere olvidarse de la pandemia”, reflexiona.
¿Cuál es el mensaje de la obra?
Nito Artaza: Las dificultades nos vencen o las vencemos, depende de nuestra voluntad. Uno tiene que ser artífice de su destino y abordar las adversidades. Entender que el teatro va a sobrevivir porque nos hace reflexionar. Nos da identidad.
DD
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