Toda la política está hecha de símbolos. Y son los símbolos los que encarnan costumbres y trazan arcos de continuidad que, en el tiempo, construyen la identidad de un país en
la que sus habitantes se reconocen.
Eso es lo que han entendido con sabiduría quienes levantaron los cimientos de EE.UU, la democracia más antigua del planeta, al instaurar un hábito que la mezquindad de Donald Trump quiebra ahora luego de 150 años de sana convivencia democrática.
El mandatario saliente, quien denunció fraude sin aportar una minúscula prueba, tal como se lo recordaron decenas de tribunales, se transformará este miércoles en el cuarto presidente de EE.UU. que no asiste a la jura de su sucesor. La práctica, mantenida desde 1877, encarna el respeto por la democracia, el proceso electoral y la unidad del país.
Según la Asociación Histórica de la Casa Blanca, los mandatarios que faltaron a la asunción de su reemplazo son cuatro: John Adams (1797-1801); John Quincy Adams (1825-1829); Andrew Johnson (1865-1869); y Trump.
Antes de Trump, la última ausencia fue en 1869, cuando Andrew Johnson no acudió a la asunción de Ulysses Grant. Según un relato que el diario The Washington Post publicó en estos días, Johnson se decidió en el último minuto, apremiado por su mala relación con Grant.
Joe Biden no será recibido en la Casa Blanca por el presidente saliente Donald Trump. Foto: AFP
A eso se sumaron las disputas bajo el mandato del demócrata Johnson, quien reemplazó al republicano Abraham Lincoln (1861-1865) después de que éste fuera asesinado en un teatro.
El Post subraya que las “opiniones racistas” de Johnson ofendieron a Grant, quien en ese entonces dirigía al Ejército estadounidense. Una curiosidad: al igual que Trump, Johnson también estuvo a un paso de ser destituido en un impeachment por el Congreso, pero el Senado enterró la iniciativa en una agitada sesión de 1868.
Los ex presidentes Adams, padre e hijo, tampoco asistieron a las juras de sus sucesores, Thomas Jefferson (1801-1809) y Andrew Jackson (1829-1837), respectivamente, enemistados por elecciones muy ajustadas. Un caso aparte es Richard Nixon quien renunció en 1974 por el Watergate.
Tal vez sea Ronald Reagan, en un cálido saludo a su predecesor demócrata, Jimmy Carter, quien mejor explicó en 1981 el sentido de la costumbre de asistir a la ceremonia.
“Ella ha mostrado a un mundo expectante -dijo- que somos un pueblo unido, comprometido a mantener un sistema político que garantiza la libertad individual como ningún otro”. Y añadió: “A ojos de muchos en el mundo, esta ceremonia es un milagro”.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
COMENTARIOS CERRADOS POR PROBLEMAS TÉCNICOS.ESTAMOS TRABAJANDO PARA REACTIVARLOS EN BREVE.
Comentar las notas de Clarín es exclusivo para suscriptores.
CARGANDO COMENTARIOS
Clarín
Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.
Clarín
Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.