Desde meses antes del regreso al Poder Ejecutivo nacional, el kirchnerismo venía haciendo planes para YPF. En 2019, la compañía facturó $ 678.000 millones, o casi US$ 14.000 millones, una cifra
tentadora para cualquier espacio político. Sergio Massa había posado sus ojos allí, al igual que Cristina Fernández de Kirchner. Pero Alberto Fernández instaló a Guillermo Nielsen. El economista lo había defendido en ambientes “hostiles” como foros empresarios y el presidente pareció querer compensarlo por ello.
A un año de asumir, Nielsen confirmó que se va. El próximo presidente de YPF será Pablo González. Vicegobernador de Alicia Kirchner, santacruceño, conoce de energía y de sindicatos. “Es alguien del proyecto”, lo defienden los cristinistas. Un político, algo que les gusta más que un economista. De todas formas, al político le tocará la ingrata tarea de negociar reducciones de gastos, en especial con los sindicatos.
Nielsen confirmó ayer su alejamiento. Lo atribuyó a “nuevos desafíos” que le propuso Alberto Fernández. El lunes, le había dicho a Clarín que era un “delirio” la versión de su renuncia.
La reacción bursátil del cambio marcó una caída del 6% de las acciones de la compañía. A los ojos del mercado, vale menos de US$ 1.500 millones. El papel de la petrolera perdió un 30% de valor en un mes, cotizando a US$ 3,68. En abril de 2017, estaba a más de US$ 25.
“En el marco de las versiones de público conocimiento sobre mi salida de YPF, les comento que se originan en un nuevo desafío que me fuera ofrecido por el Presidente de la Nación”, escribió en Twitter.
Según trascendió, los nuevos desafíos a los que se refiere Nielsen son convertirse en embajador ante Arabia Saudita. La Cancillería pidió en los últimos días la aprobación del plácet de Nielsen, pero falta el envío del pliego a la Comisión de Acuerdos del Senado, su tratamiento y la posterior aprobación por el pleno de la Cámara alta.
A quienes hablan del “proyecto” -se referencian en Cristina Fernández y le son muy leales-, el nombre de Nielsen no les gustó nunca “No es nuestro”, marcaron desde el día uno.
La caída en desgracia de Nielsen se fue construyendo de a poco. La primera piedra fue una sugerencia que dejó trascender sobre la necesidad de recomponer los precios de las naftas, al inicio de su gestión. El mismo presidente Alberto Fernández llamó a periodistas para desmentirlo. La vicepresidenta Cristina Fernández, que tiene sus alfiles en YPF, también salieron a refutarlo y criticarlo. “Se cortó solo”, fue la consigna.
Los desacuerdos entre los alfiles de CFK y Nielsen se repitieron varias veces. YPF organizó un encuentro con periodistas para hablar de una campaña sobre el rol de la mujer. Pero hubo preguntas sobre los números de YPF que Nielsen respondió. Otro enojo de los alfiles de CFK con el economista. que habló de números no positivos.
Los delegados de CFK se sienten más cómodos con González, el presidente que viene. “Es político, no se corta solo, entiende, está en tema, no es un divo”, musitan. “Es del proyecto”, agregan. Algún empresario con llegada al kirchnerismo lo avala. “En conflictos sindicales entre YPF y los gremios, en Santa Cruz, se puso del lado de los conciliadores y eso lo rescato”, comentó. Esa muñeca para negociar con los sindicatos puede ser clave en esta etapa de la compañía.
Los ingresos de YPF están un 30% por debajo en dólares que hace un año. La compañía está forzada a una reducción de costos. Durante 2020, invirtió la menor cantidad de dinero desde su estatización.
El más reciente desacuerdo de Nielsen con otros sectores del oficialismo fue por la renegociación de la deuda. Hubo tensión con Miguel Pesce, presidente del Banco Central, en ese capítulo. El entonces titular de la petrolera se enojó cuando el Central le informó que no les venderían los dólares, y que debían renegociar el 60% de la deuda. En YPF niegan ese episodio, pero Clarín pudo constatarlo de otras fuentes.
Cuando se tomó la decisión de nombrar un nuevo CEO, Nielsen no fue consultado. Cristina Fernández propuso a Sergio Affronti. Este ejecutivo ya había estado en YPF de la mano de Miguel Galuccio, que comandó la compañía desde su estatización hasta marzo de 2016. Galuccio le sugirió su nombre a Cristina. Una vez nombrado, Affronti se dedicó a remover a los principales “top managers” de la gestión anterior y poner gente de su confianza.
Nielsen también recelaba de la influencia de La Cámpora. Hubo una declaración suya sobre “demasiados empleados” en YPF. Fue en una teleconferencia organizado por un think tank energético con sede en San Diego (Estados Unidos). Clarín lo reflejó después que sucedió, y allí cercanos a Nielsen se molestaron con este diario por la publicación.
A mediados del año, el Gobierno tomó la decisión de impulsar el “barril criollo”, un precio sostén para la producción de petróleo local. En esa mesa se sentó Affronti. Nielsen que era el presidente de YPF no concurrió, en desacuerdo con la idea. Luego manifestó que YPF no tendría que recurrir a ese mecanismo.
Una de las principales defensoras del barril “criollo” -ya lo había implementado en su gestión anterior- era Fernández de Kirchner.
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