Recomiendan sólo 2 entre más de 200 opciones de inversión en una argentina devaluada

Un gigante de las finanzas de los Estados Unidos lanzó sus recomendaciones de inversión para 2021 y a las opciones de la Argentina no les fue bien.

El banco

de inversión Morgan Stanley sugirió comprar sólo acciones de Mercado Libre, de fuerte crecimiento en la pandemia, y del experto en software Globant (dos unicornios argentinos), dejando de lado más de 200 alternativas de colocación del dinero como los bonos nacionales, provinciales, de compañías y los papeles privados.

La recomendación llegó incluso antes del cambio en la conducción de YPF que sirvió de argumento para continuar derrumbando el precio de la acción de la petrolera que, en lo que va del mes, y teniendo en cuenta la suba de 7,4% del viernes 22 de enero, acumula una caída de 25%.

El recorrido de la baja de la valuación de YPF tiene una síntesis: Axel Kicillof pagó US$5.000 millones por el 50% de la compañía para compensar a Repsol por la estatización y hoy el total de la empresa vale US$1.500 millones. La depreciación está a la vista.

Una valuación tan baja se presenta tentadora; sin embargo, los compradores no aparecen. Dicen en el mercado que no hay inversores dispuestos a asumir el riesgo que implica tener papeles de una firma atada a la visión del kirchnerismo duro que, a los ojos de los operadores, habría tomado la decisión de transitar un camino alejado de los vaivenes del mercado.

Pero, como todo en economía tiene un costo y más allá de los deseos políticos, la estrategia dura de renegociar la deuda (US$6.227 millones) ofreciéndole al mercado tasas decrecientes partiendo de 8,5% anual cuando el país paga cerca de 17% anual desembocó en un shock que derramó bajas sobre la casi totalidad de los activos financieros de la Argentina.

El tema es técnico y complejo, pero el núcleo ahora está focalizado en el 23 de marzo cuando YPF, al no poder rollear sus compromisos, debería desembolsar US$400 millones en efectivo.

Dicen en el mercado que fue en ese punto donde el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, se plantó ante la imposibilidad de desembolsar US$400 millones de una vez. Fue entonces cuando el titular de la petrolera, Guillermo Nielsen, tuvo que dejar la presidencia a la que había llegado de la mano del presidente Alberto Fernández.

La historia reciente se completa con Pablo González al mando político de la petrolera y la gestión del también kirchnerista Sergio Affronti y el gerente financiero Alejandro Lew, quien tuvo un papel importante en la estrategia de renegociación de la deuda. ¿El ministro de Economía, Martín Guzmán, no habrá dado su aval?

Desde la política, la estrategia de la vicepresidenta Cristina Kirchner aparece transparente: como con Vicentín -que después no resultó- copar el manejo de una empresa líder del mercado para que actúe como testigo de los precios de los combustibles.

Pablo González con Máximo Kirchner. El nuevo titular de YPF fue “contacto estrecho” del jefe de bloque K y lo obligó a aislarse cuando le diagnosticaron coronavirus. Kirchnerismo reforzado en la cúpula de la petrolera.

Después de un 2020 en el que los combustibles aumentaron más de 25%, este año arrancó con subas cercanas al 3% y con un 2% adicional por la aplicación de un impuesto decretado por la Secretaría de Energía. La caja de YPF siempre es importante.

Un nudo de corto plazo para la estrategia del Gobierno es que buena parte de los ingresos de YPF, en torno del 70%, provienen de las ventas de combustible en el mercado interno. O sea que la caja depende de que despachen más o que sea a precios mayores.

Subir la nafta para mejorar la caja de YPF, por tanto, podría entrar en colisión con el deseo oficial de contener la inflación, que con el 4% de aumento de diciembre subió un escalón.

Tal vez eso no les preocupe tanto a las autoridades del área energética,que vienen demorando los incrementos de las tarifas de luz, gas y transporte y dejan trascender que los aumentos de este año podrían rondar 9%, o sea claramente por detrás de las proyecciones de inflación.

Atrasar los aumentos de tarifas de servicios públicos y privados forma parte del esquema de alinear, por debajo de la inflación, algunas variables clave en el año electoral.

Y entre ellas, desde ya, está la contención del dólar para que actúe como semiancla contra la inflación. En ese sentido, la acción directa del Banco Central vendiendo bonos para evitar una suba del “dólar bolsa” se pronunció en los últimos días. Que después de octubre pase lo que pase parecen decir desde el Gobierno en el arranque de un 2021 ya bien complicado por la pandemia.

Dicen en pasillos oficiales que mantener al dólar “contado con liquidación” en torno de $150 es la meta de estos días y que, por tanto, seguirían creciendo las ventas de bonos dolarizados.

Todo sea para mantener la estabilidad financiera después del desbarranque de YPF y ante la imposibilidad de acceder al mercado de crédito internacional aún ofreciendo bonos con 17% anual de renta mientras los vecinos consiguen préstamos a 30 años de plazo pagando en torno de 4% anual. Otra chance se está perdiendo, y van…

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