El repunte de la inflación en los últimos meses de 2020 le sacó ventaja a las tasas de interés que quedaron rezagadas y se volvieron negativas ante el avance de los
precios.
En contraste con lo que pasó en el primer semestre de 2020, en la segunda parte del año las tasas en pesos fueron negativas en torno a 1 punto porcentual mensual.
Hoy la tasa de referencia del mercado está en 37%, frente a una inflación estimada en 50% por las consultoras para todo el año, pese a que el Gobierno se sigue aferrando a su proyección de 29%. Si estas variables se mantienen, las tasas reales seguirían siendo negativas en 2021.
“Las tasas, tanto la Badlar de plazos fijos grandes, como la de adelantos a empresas, están 20 puntos porcentuales por debajo de la inflación núcleo del último trimestre y también detrás de la tasa de aumento del dólar mayorista oficial, que fue del 46,7% en diciembre”, señala el economista Martín Tetaz.
En este escenario, el Gobierno enfrenta dos opciones: o deja atrasar el dólar y lo usa como ancla ante la inflación o sube las tasas para sumarle atractivo a las colocaciones en pesos.
Para Consultatio, lo que se viene son mayores tasas reales. “El Gobierno podría ir a un esquema de tasa real positiva sin que ello implique una situación insostenible para el balance del Banco Central, aunque será clave que la dominancia fiscal no supere el 3% del PBI”.
Y advierten que no hay que perder de vista lo que ocurrió en 2020: cuando la tasa se volvió negativa, la brecha cambiaria se amplió y el Banco Central tuvo que vender dólares.
Esta vez, el Gobierno tendrá que afrontar el dilema de las tasas al mismo tiempo que negocia con el Fondo Monetario. “La opinión del FMI al respecto es sabida”, dice Consultatio. “Ve con buenos ojos una política monetaria restrictiva para fortalecer la demanda de moneda local y contener las presiones cambiarias e inflacionarias”.
Del lado del Gobierno, la situación es más ambigua. ”No creemos que el ministro Martín Guzmán se oponga a una política monetaria más contractiva per se, sino porque puede volver insostenible el balance del BCRA. El principal escollo es la política. Es entendible que resulte difícil pensar en una suba de tasas en un año electoral luego de una pandemia que dejó los niveles de pobreza cerca del 45%”.
Pero Consultatio plantea que “la necesidad tiene cara de hereje: si la brecha se mantiene elevada (o se amplía), el agro no liquida y los importadores adelantan sus compras, la suba de tasas puede parecer un mal menor frente a una devaluación del tipo de cambio oficial o frenar virtualmente a cero todas las importaciones”.
Para el consenso del mercado, la suba de tasas llegará, aunque podría no ser suficiente para volverlas atractivas. Las 50 consultoras que participan del Latinfocus Forecast anticipan que la tasa de Leliq, que hoy está en 38%, terminará el año en 42,64% y en 2022 cederá a 35,79%.
Pese al repunte de la inflación, el Gobierno tiene un elemento a favor y es que el dólar blue, que funciona como un termómetro de la ansiedad del mercado, bajó diez pesos en lo que va del año. En cambio, la señal de alarma es que el contado con liqui, la operatoria para sacar divisas del país, sigue el camino inverso y ya subió 6% en el mes. Desde Wise marcan que con una inflación en alza, y viendo que los dólares financieros suben al doble de lo que lo hace el mayorista, “el BCRA debería volver a incrementar las tasas para hacer que haya interés en la tenencia de pesos”.
El pronóstico de Wise es que si la tasa de referencia se mantiene en los niveles actuales, la tasa real pasará ser de -5% hacia marzo y de -9% hacia junio. Con octubre en el horizonte remarcan que “los gobiernos peronistas no son proclives al incremento de las tasas de interés, pero acá estamos frente a una situación en la cual la inflación no está controlada, entonces es incrementar la tasa o dejar que se disparen los dólares alternativos”.
Para la consultora LCG tras el dato de 4% de inflación de diciembre “se esperaba una suba de tasas, al menos testimonial, pero el BCRA ignoró el tema y así se profundiza un esquema de tasas reales negativas que hace más difícil que el sistema digiera los pesos que intentará inyectar el BCRA en el año para financiar al Tesoro”.
AQ
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