Lo que ocurrió con los bancos en noviembre de 2020, es por lo menos llamativo. Según el último Informe sobre Bancos que difunde periódicamente el Banco Centra ese mes -último dato
oficial- los bancos tuvieron una performance, medida por sus ganancias, bien dispersa.
Si bien el sistema financiero en su conjunto marcó ese mes ganancias por $ 11.023 millones, detrás de esa cifra hubo realidades bien diferentes.
Los bancos privados nacionales ganaron $ 4.244 millones; los bancos privados extranjeros perdieron $ 6.564 millones; los bancos públicos ganaron $ 13.582 millones y las entidades financieras no bancarias perdieron $ 240 millones.
Lo destacable de este trabajo es que la banca privada en su conjunto (nacionales y extranjeras) registraron un rojo de $ 2.320 millones, primer signo negativo en el año, y seguramente el primero en varios meses más. La serie estadística del Informe solo informa lo de este año.
El promedio de utilidades mensuales entre enero y octubre fue de $ 11.504 millones, con lo cual el desplome de noviembre es doblemente llamativo.
En el sistema financiero hacen estas apreciaciones. Los bancos públicos son los que tienen más exposición a leliqs y deuda soberana. Mientras esa deuda se pague, la rentabilidad seguirá siendo interesante. Los bancos privados nacionales también tienen exposición a la deuda del Tesoro y del Banco Central, pero en menor magnitud. Y los bancos privados extranjeros tienen la expresa prohibición de sus casas matrices a tener títulos públicos nacionales en su cartera de activos. Dado que la demanda de préstamos es muy baja, sus fuentes de utilidades se ven muy acotadas.
Pero lo que también destacan quienes siguen de cerca los balances de los bancos es que el sistema financiero está sufriendo el achicamiento de los “spreads” es decir la diferencia de tasa de interés entre lo que paga a quienes les depositan dinero y lo que cobra a quienes le piden prestado.
La reducción de los spreads se debe a que los bancos están obligados a pagar una tasa de interés anual mínima del 34% a los plazos fijos mayoristas, y del 37% a los plazos fijos minoristas de hasta un millón de pesos. El Banco Central les paga 36,5% por las colocaciones de pases pasivos y 38% por las leliq. Y además, los bancos deben destinar una parte de su cartera crediticia a financiar líneas de préstamos para la producción por la que cobran no más del 24% anual.
En el medio, está la incertidumbre por el impuesto a los ingresos brutos que el gobierno de la Ciudad quiere cobrar por los intereses que los bancos cobran por las Leliq. Disputa que está por definirse -se cree- en la Corte Suprema.
Las pérdidas que mostró el informe del BCRA contrastan con otro dato objetivo. La intermediación financiera fue uno de los pocos sectores cuya actividad mejoró durante noviembre: creció 11,7%.
Un analista que sigue de cerca la evolución del sistema financiero le comentaba a Clarín que entre los banqueros hay un alerta amarilla por el rojo contable de noviembre, y resumía el clima de la city así. “La Argentina entró en la crisis, que estalló en marzo de 2018 con la primera corrida cambiaria durante el gobierno de Macri, con el sistema financiero sólido y líquido. Los bancos pudieron soportar la salida de dólares y todo aquel que quiso sus divisas para llevarlas al colchón, la caja de seguridad o el exterior, los obtuvo sin problemas. Hay que tener cuidado con pedirles a los bancos más de lo que los bancos pueden dar”.
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