Un día después del golpe de Estado militar en Myanmar, y mientras la Unión Europea, Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reclaman al nuevo gobierno de facto, se desconoce la suerte corrida por la jefa de Estado y Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
La “Dama de Rangún“, icono de la democracia en los años 1990, se encuentra bajo arresto domiciliario, pero esta vez en la capital política del país, Naypyitaw, según un diputado de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), que pidió el anonimato por temor a represalias. “Nos dijeron que no nos preocupáramos. Pero estamos preocupados. Será un alivio cuando podamos ver imágenes“, dijo.
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La jefa de Estado está a salvo por el momento, afirma el politólogo Khin Zaw Win. “Toda nuestra información indica que está fuera de peligro”, dijo. Pero es probable que el ejército haya tomado la decisión estratégica de mantenerlo oculta, según Hervé Lemahieu, del instituto australiano Lowy. Al parecer, los vecinos la vieron paseando por el jardín amurallado de su residencia oficial.
“Creo que la idea es realmente mantenerla fuera de la vista del público”, dijo Lowy. “Está retenida en Naypyidaw (…) lejos de los principales centros de población donde pueden reunirse los manifestantes. Creo que es una elección deliberada”, aseguró y agregó que los generales “se dan cuenta de que si enfermara o muriera mientras está detenida, la gente sospecharía un acto criminal y podría llevar a la violencia“.
La petición del partido de la líder Suu Kyi -la Liga Nacional por la Democracia- de liberar a la “Señora” y a los otros líderes detenidos no fue escuchada. Además de los detenidos por el ejército, todos los políticos presentes el lunes en la capital de Myanmar para la jura del Parlamento fueron puestos bajo arresto domiciliario.
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Aung San Suu Kyi ya estuvo detenida en los años 90
Estar detenida en manos de los militares no es algo nuevo para Aung San Suu Kyi. Tras la victoria de su partido en las elecciones generales de 1990 se vio obligada a permanecer bajo arresto domiciliario en varias ocasiones por los militares, que se negaban a abandonar el poder.
Encerrada en una casa a orillas del lago Inya, en Rangún, Suu Kyi pronunciaba con frecuencia discursos sobre la democracia ante multitudes de cientos o incluso miles de partidarios que se reunían tras las rejas.
Para el cineasta alemán Marc Eberle, que entrevistó a Suu Kyi en numerosas ocasiones para su documental “The Choice” en 2012, ella sabe cómo lidiar con el encierro. La jefa del Estado “tiene mucha experiencia, hacía meditación todos los días y ejercicios de salud mental”, dijo. “Obviamente es estresante, pero está acostumbrada”.
En 2010, Aung San Suu Kyi fue liberada tras 15 años bajo arresto domiciliario, y entró en el Parlamento en 2012 después de la autodisolución de la junta un año antes. Rápidamente, la imagen del icono comenzó a resquebrajarse entre la comunidad internacional. Algunos le reprocharon una concepción autocrática del poder.
¿Cómo reaccionarán los birmanos ante el arresto de Suu Kyi?
La Premio Nobel de la Paz, que llegó al poder en 2015, perdió el favor de los países occidentales por su gestión de la crisis de los musulmanes rohinyás en 2017, cuando 750.000 personas huyeron a Bangladés para escapar de una brutal represión militar con denuncias de violaciones, asesinatos y aldeas incendiadas. Ante la Corte Internacional de Justicia, defendió la actuación de su ejército frente a las acusaciones de genocidio.
Sin embargo, Aung San Suu Kyi todavía es venerada por una mayoría de birmanos. Presintiendo el golpe militar, ella dejó un mensaje para la población, instándola a que “no acepte” la toma del poder por parte de los militares. “No creo en la esperanza, solo creo en el trabajo. Uno trabaja duro para alcanzar sus esperanzas. La esperanza por sí sola no nos lleva a ninguna parte”, dijo en 2015.
Aunque el periodo que se abre en el país tras el golpe de Estado del lunes está lleno de incertidumbre, Marc Eberle cree que la “Dama de Rangún” podría recuperar cierta simpatía en la escena internacional. Y a pesar de su nuevo aislamiento, sigue en el corazón de los birmanos, preocupados hasta que sea liberada: “Aung San Suu Kyi es el Dios de nuestro país”, dijo Merra, un joven de 20 años en las calles de Rangún.
ds