La miniserie Volare: la travesía de Doménico Modugno, el italiano que tenía alas

cuatro horas que resume la tozudez y la perseverancia de quien terminó creando una de las canciones más famosas de la historia italiana.

El mito de “Mister volare”, agigantado a 93 años de su nacimiento, es revisitado con chispazos lejanos de Cinema paradiso y como una oda a la italianidad de posguerra, a Cinecittá, la usina de sueños. De eso se trata este cuento, de sueños que demoran pero se cumplen, de vuelo rasante hasta tomar altura.

Un simple hombre de Apulia, al que aconsejan que siente cabeza con “un trabajo digno”, apuesta al arte, pide 60 mil liras prestadas a un primo y con su desparpajo y obsesión abandona el pueblo de Polignano a Mare para terminar siendo lo que no imagina, uno de los “padres” de la canción italiana moderna.

Nel Blu Dipinto Di Blu (el hit al que la mayoría nombra a secas como Volare) fue una creación de él en conjunto con Franco Migliacci. A la “cocina” de esa obra apunta esta semibiografía.

“Mimmo” -como le decían los íntimos- está perfectamente pincelado por Giuseppe “Beppe” Fiorello, el actor nacido en Catania que trabajó no sólo en su aspecto exterior -bigote fino, manos incansables dibujando el aire-, sino en esa verborragia que salía de ese volcán en erupción continua que era el guitarrista y compositor.

Modugno era fuego y la historia ancla con justicia en esa efusividad y en el artista incomprendido que era al comienzo. Pero el relato parece trabarse en el problema, estancarse en la piedra que obstaculiza el despegue de la carrera de Doménico, en los primeros “no”. La intención del producto no es recorrer su biografía desde el nacimiento hasta la muerte, sino poner la lupa en un tramo, los inicios artísticos hasta el gran golpe: la creación del himno.

Ningún artilugio narrativo, ninguna complejidad como ejercicio para el televidente. Pero cierta previsibilidad puede quedar escondida en el encanto del personaje central. La Puglia, Brindisi y Bari como escenarios, y la sólida actuación de Kasia Smutniak, la actriz que encarna al gran amor del protagonista (Franca Gandolfi) completan este retrato que nos muestra esa primera vocación artística, el cine (estudió en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma, y llegó a actuar a las órdenes de Vittorio De Sica). Nada nos cuenta la historia de su inclinación posterior a la política (fue diputado) o de sus últimos años en silla de ruedas.

Al comienzo de la pandemia los balcones italianos “heridos” por el coronavirus regalaban grandes puestas en escena domésticas, con la voz de Modugno de fondo. Esta ficción lo reivindica a 63 años de su mítica presentación en el Festival de San Remo y a casi 27 de su muerte, aunque la miniserie es bastante anterior a la pandemia (2013). Boom de audiencia en su país, la primera emisión por RAI 1 logró más de 10 millones de espectadores, y la segunda, 11 millones.

Con el auge de series sobre cantantes, como Luis Miguel, Selena, Jenni Rivera, Sandro, Bohemian Rhapsody (sobre Freddie Mercury) o Rocketman (sobre Elton John), muchas de ellas en formato de biopic, esta producción nos acerca a un nicho menos común de esta lado del mapa, el de los músicos europeos de mediados del siglo XX y cierta estética inconfundible.

El punto de vista elegido es el del protagonista, que desde el éxito y a través de flashbacks cita esa edad de la inocencia y la inconsciencia, esos tiempos de construcción en los que su dialecto sureño no era aceptado en la industria.

Tal vez el relato peque de demasiado rosa, pero en el fondo es parte de lo que pasó: Modugno tenía alas e intentaron cortárselas varias veces. La obstinación lo hizo volar.

Ficha

Calificación: Buena.

Protagonistas: Beppe Fiorello, Kasia Smutniak y elenco.

Director: Riccardo Milani.

Emisión: Dos capítulos de una hora cuarenta cada uno. (Por Europa-Europa y Flow).