Todo un pueblo marcha por el femicidio de Úrsula Bahillo: “La Policía es cómplice”

Un aplauso cerrado, seguido de un silencio rotundo. “No nos callan más”, “Matías Martínez asesino”, “No estamos todas, falta Úrsula”, “¡Que baje Berni!”, “Policía cómplice”, dicen los carteles en la Plaza

San Martín, donde miles de personas se concentran este martes para reclamar justicia para Úrsula Bahillo (18), víctima de un femicidio por parte de su ex pareja, un policía local.

“Conocía a Úrsula, la vimos crecer, cuando me enteré no lo podía creer. Te sentís culpable, sentís que podría haberla ayudado más, aunque los culpables son claramente otros, además del femicida: todos los que le dieron vuelta la cara,como los fiscales y la Policia”,  cuenta a Clarín Milagros Jandet (25), mientras sostiene una bandera de negro luto.

“¿Quien nos cuida de la Policía? #Justicia?”, dice el cartel que levanta en alto Doris Berruti (46), mientras camina con sus dos hijas de 23 y 11 años. “Vengo acá por ellas”, señala y agrega que también “para que no pase esto nunca más”. Noelia Cianci, la mayor, asiente: “Este es un  Lugar donde se conocen todos. Úrsula para mí era una vecina más, pero a él lo veía más. Era una persona seria que te daba miedo de verlo”.

Multitudinaria marcha para pedir justicia por Úrsula Bahillo. Foto Lucía Merle.

“Hoy por Úrsula, mañana no sabemos”, reza otro cartel que se agita mientras las plaza corea: “Y ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, se va a caer”. Las rejas de la Municipalidad tapadas por una bandera pintada a mano; chicos y chicas trepados a las ventanas, y el ruido, que cada cual hace con lo que tiene a mano. Hay aplausos, redoblante, bombos. Miles se congregaban sobre la plaza para reclamar.

Milagros Gauna tiene 18, los mismos que tenía Úrsula. También cumplían el mismo día: el 26 de febrero. “Íbamos a cumplir los 19 el mismo día y de repente me entero que la había matado el ex y se me cayó el mundo abajo, porque ella vivía poniendo en las redes sociales que la estaba pasando mal. Hizo miles denuncias y nunca se la protegió”, cuenta.

No hay tal cosa como edades en la marcha. Aplauden las familias con sus chicos, los adolescentes y las personas de más edad. La mayoría frunce el ceño sin un asomo de lagrima. Es bronca: “¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!”, cantan. “Yuta, basura, vos sos la dictadura”, se suman.

Un hombre de remera gris hace un gesto con los hombros para arriba, mientras sostiene a su hija de meses. “No es que no tengo palabras, no puedo hablar. Era una conocida de la ciudad, del pueblo. Como no me voy a conmover si soy padre de una nena 17 y otra de 8 meses. Esto te rompe el corazón. Te deja sin ánimos. Hoy le tocó a Úrsula, mañana puede ser cualquiera de la ciudad”, dice Oscar Navarro (45), que siempre vivió en Rojas. “Acá nunca supe de algo así, acá en rojas. No con tanta alevosía. No se sí es que no se hablaba o que tapaban todo, como hicieron con Martínez”, agrega.

“Yo tampoco soy escuchada”, dice un cartel rosa. Lo sostiene Carla (no es su verdadero nombre,) con la mirada cansada. “Hace un año que denuncié a mi ex pareja porque abusó sexualmente de nuestro hijo de 2 años. Nunca hicieron Cámara Gesell. Nos dieron perimetral, pero él siempre la rompió. La Fiscalía daba la orden de que lo soltaran y me decía que no denunciara porque sino me iban a hacer pericias, porque yo era la obsesiva. Ahora vivo encerrada con mis nenes y él está libre como si nada”.

Multitudinaria marcha para pedir justicia por Úrsula Bahillo. Foto Lucía Merle.

Los aplausos siguen: “Señor, señora, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente”. Una adolescente pintó un cartel de cartón que resume el ánimo: “Como te prometimos, vamos a romper todo”.

El femicidio

Úrsula Bahillo (18 años) fue asesinada a puñaladas en el paraje rural de Guido Spano, a unos diez kilómetros de Rojas.

El principal sospechoso, Matías Ezequiel Martínez (25), fue detenido en las inmediaciones del lugar, cuando intentaba escaparse después de infligirse autolesiones.

Tras el crimen, Martínez se comunicó con su tío de manera telefónica. “Me mandé una cagada”, le confesó el sospechoso. Su pariente llamó de inmediato al 911.

Martínez había sido denunciado por violencia de género y tenía una orden de restricción desde el 5 de febrero. La propia Bahillo les dijo a sus amigas que él la había amenazado de muerte.

Multitudinaria marcha para pedir justicia por Úrsula Bahillo. Foto Lucía Merle.

Los familiares de la víctima también contaron que venían denunciando la situación, pero que en la comisaría no le tomaban la denuncia. Este martes, seencuentran reunidos con Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.

Este lunes, después de conocerse el asesinato, amigos y familiares de Úrsula protestaron frente a la comisaría, en la plaza San Martín –de Rojas–. Hubo incidentes, vehículos incendiados, balas de goma y corridas. Fueron demoradas nueve personas.

Enviada especial a Rojas.

AFG

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