Donald Trump fue absuelto en su segundo juicio político

presidente y definieron que no fue culpable de “incitar a la violencia” en el asalto al Congreso del 6 de enero.

La votación final fue de 57 a favor de condenarlo y 43 en contra, luego de 5 días de juicio. Pero se necesitaban dos tercios del Senado (67 votos) para bajarle el pulgar. Solo 7 republicanos votaron contra el controvertido ex jefe de la Casa Blanca.

Como se preveía, los demócratas no alcanzaron la mayoría necesaria para condenarlo o quitarle los derechos políticos, como buscaban, pero lograron exponer ante el público qué pasó aquel día trágico y cuál fue el rol de Trump en los ataques.

Se cierra así un proceso histórico en Estados Unidos por dos razones: fue la primera vez que un presidente fue juzgado dos veces (Trump fue absuelto en enero del año pasado por “abuso de poder” en la relación con Ucrania) y también es inédito que se haya iniciado un impeachment a un mandatario cuando ya está fuera del poder.

Trump dejó la Casa Blanca el 20 de enero y ahora descansa en silencio en su mansión de Mar a Lago en Florida. Jamás reconoció que perdió las elecciones del 3 de noviembre en manos de Joe Biden.

Otros procesos en curso

Ahora se saca un gran peso de encima porque los legisladores no solo no lo condenaron, sino que tampoco lo inhabilitaron políticamente por lo que en principio podría presentarse a un nuevo mandato el 2024, como ha sugerido. Igualmente debe afrontar varios procesos en la justicia ordinaria por otros delitos como el ocultamiento de sus impuestos o finaciamiento de campaña.

Los republicanos decidieron no soltar la mano al presidente más controvertido de los últimos tiempos, pero que aún así pudo cosechar casi 75 millones de votos en las presidenciales.

La votación final este sábado en el Senado sucedió después de una jornada complicada, que fue como una montaña rusa, donde los legisladores mostraron que estaban realmente apurados por terminar este proceso cuanto antes.

Al comienzo de la sesión los senadores votaron que citarían a declarar a testigos de lo que sucedió aquel día en el que una turba de simpatizantes trumpistas ingresó de forma violenta al Capitolio, un inédito episodio que terminó con 5 muertos y aterrorizó a quienes estaban en el edificio y a toda la población que miraba las escenas en directo.

Los demócratas buscaban citar a la legisladora republicana Jaime Herrera Beutler, que poco antes había hecho público que el líder de los republicanos en la cámara de representantes, Kevin McCarthy, le había relatado que en medio de los incidentes había hablado por teléfono con el presidente y que el magnate había expresado apoyo a la turba que en ese momento estaba atacando el Congreso.

Pero los republicanos amenazaron luego con citar a más de 100 testigos y así demorar el proceso hasta tiempo indeterminado. Entonces los demócratas recularon y todo quedó en la nada: consignaron el testimonio de Herrera Beutler por escrito y decidieron no llamar a más testigos. Así, se pasó a la argumentación final de ambas partes y a la votación definitiva del veredicto.

Discursos incendiarios

El impeachment se lanzó para dilucidar cuál fue la responsabilidad del ex presidente, si con sus discursos, sus tuits o su inacción en ese momento alentó o incitó a los violentos.

Como las chances de su condena eran prácticamente nulas, los demócratas querían exponer lo que había pasado aquella dramática jornada y así lo hicieron por varios días con videos y presentaciones que revelaron detalles escalofriantes.

La defensa de Trump siempre dijo que el proceso es inconstitucional, que estaba motivado por una venganza política y que el ex jefe de la Casa Blanca no había alentado a los violentos y que sus discursos estaban regidos por la libertad de expresión.

Washington, corresponsal

CB​

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