“Votar es seguro, lo inseguro es no votar”, fue en lo único en lo que coincidieron los candidatos de los nueve partidos que se presentaron a las elecciones que se celebraron
este domingo en Cataluña.
Y para ahuyentar al fantasma de la abstención, que de todos modos rondó el 50 por ciento de los 5,6 millones de catalanes convocados a las urnas, la Junta Electoral permitió algo insólito en plena tercera ola de la pandemia que ya contagió en España a más de tres millones de personas: que los catalanes infectados con covid pudieran votar en una franja horaria determinada.
Se estableció reservar la última hora de votación, de 19 a 20, para que los pacientes con coronavirus rompieran aislamientos y cuarentenas y se acercaran a los colegios electorales.
¿Cómo se explica que veinte días antes de las elecciones Cataluña estuviera casi blindada para bajar los contagios y que este domingo haya permitido a los enfermos de coronavirus salir de sus casas para ir a votar?
Sin una mueca de desazón, cinco días antes de los comicios, el secretario de Salud Pública catalán, José Maria Argimon, comentó una estimación alarmante: que la votación de este domingo provocaría el contagio de unas 14 mil personas.
Los miembros de las mesas de votación se hacen una foto con trajes de protección EPI para aquellos ciudadanos que tienen la covid o que están en cuarentena por el coronavirus. Foto EFE
Este domingo, sobre las más de nueve mil mesas electorales hubo trajes de protección individual como los que utilizan los médicos y los enfermeros en los hospitales, guantes, pantallas. Las autoridades de cada mesa se los calzaron quince minutos antes de las siete de la tarde para esperar la llegada de los votantes-covid.
Tal vez con más criterio cívico que las autoridades electorales catalanas, fueron muy pocos los positivos en Sars-Cov-2 que se presentaron para dejar sus votos en las urnas.
La polémica medida de habilitar una franja horaria para el voto-covid afectaba a unos 96.000 catalanes que permanecen aislados por estar contagiados de coronavirus, por haber estado en contacto con algún paciente o por sospechas de haberse infectado.
Hasta hace menos de un mes, Cataluña mantenía el toque de queda a las diez de la noche y las reuniones no podían superar las seis personas. Las localidades permanecían cerradas los fines de semana y sólo se podía cruzar a otro municipio por motivos de trabajo, para ir al médico, para dar un examen o para realizar algún trámite oficial.
“Votar es un derecho fundamental y creo que ningún responsable político puede privar este derecho”, insistía Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalitat en funciones -luego de la inhabilitación del presidente Quim Torra– y candidato de Esquerra Republicana en estas elecciones.
¿El Estado se hará responsable por los contagios que se hayan producido en Cataluña este domingo entre las 19 y las 20?
PB
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