En medio de la despedida al ex presidente Carlos Menem, que durante una década manejó a discreción y a conveniencia el Partido Justicialista, Alberto Fernández se encaminaba
esta tarde noche a aglutinar detrás de su figura a los principales actores del oficialismo para presidir el partido a partir del mes próximo, una señal de solidaridad partidaria para apuntalar su liderazgo y unificar posturas.
Con José Luis Gioja, actual presidente del PJ, aislado casi sin síntomas en su domicilio de San Juan tras haberse contagiado de coronavirus, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, se había puesto al hombro las conversaciones con los diferentes sectores antes de estampar las firmas y presentar los avales en la sede de la calle Matheu, donde desde temprano esperaba el apoderado Jorge Landau. A las 23.59 vence el plazo para la presentación de las listas. Después será el tiempo de las impugnaciones. Y el 20 de marzo, finalmente, las elecciones.
Más temprano se habían acercado hasta la sede porteña Alessandra Minnicelli, esposa del ex ministro Julio de Vido, y Gabriel Mariotto, dos de los representantes de la lista con la que el gobernador Alberto Rodríguez Saá pretende desafiar, y negociar, a la que postula a Alberto Fernández.
En noviembre pasado, después de que se aplazaran las elecciones partidarias y el cronograma de presentación de avales, el Presidente y el gobernador acordaron que una vez que la Junta Electoral aprobara la nómina que postula al puntano -el plazo de análisis vence hacia fines de esta semana- negociarían una lista de unidad.
Es lo que pretende Rodríguez Saá, que se postula con la lista “Azul y Blanca Fuerza Argentina” junto a un grupo de dirigentes que formaron parte del kirchnerismo más ortodoxo en la última década. Como De Vido, Mariotto y Minnicelli, además de Ana Jaramillo, de la universidad de Lanús, y Horacio Ghilini, sindicalista docente. Aunque la presencia más controvertida es la de Milagro Sala, candidata a vicepresidenta primera del PJ, a pesar de no estar afiliada.
Esta mañana, la dirigente jujeña, que recibió un duro revés durante la semana de la Corte Suprema, pidió a la Casa Rosada que proceda a indultarla: “Alberto Fernández debería indultarme no solo a mí, si no a todos los compañeros”. La insistencia de Sala y de parte del kirchnerismo duro pone al Presidente en aprietos.
Hasta pasadas las 15, Landau y sus colaboradores esperaban en la calle Matheu la presentación de avales de la lista oficial. A media mañana ya lo habían hecho Minnicelli y Mariotto: se acercaron con 9 cajas con unos 85 mil avales, según confiaron. Altas fuentes del PJ aseguraron a Clarín que sin embargo hay serias dudas sobre la legalidad de dicha presentación, algo que rechazan desde las filas de Rodríguez Saá.
En ese sentido, desde la Casa Rosada y La Cámpora se confían en su plan original: la confirmación de una sola lista con Fernández como cabeza y todos los sectores del Frente de Todos, incluido el sindicalismo. Fue parte del menú que se conversó en el almuerzo de hace quince días en la oficina de Santiago Cafiero, y que contó con la presencia del jefe de Estado, Sergio Massa, De Pedro y Máximo Kirchner.
Según trascendió entrada la tarde, entre los postulantes a las cinco vicepresidencias figuran representantes de los gobernadores, además de la diputada Cristina Álvarez Rodríguez, de buen vínculo con todos los sectores.
Por caso, un grupo de intendentes del Gran Buenos Aires se encontraban reunidos entrada la tarde en una oficina de la Ciudad, enroscados en las últimas negociaciones. Después vendrán las discusiones por la conducción del PJ bonaerense, reservado para el jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara baja, que despierta recelos en parte de la conducción encabezada por un sector de los jefes comunales del conurbano. Y la postergada puja en la Federación Argentina de Municipios (FAM), por la que pugnan Fernando Espinoza y Juan Zabaleta, uno de los preferidos de la Casa Rosada.
La idea de entronizar a Alberto Fernández como cabeza partidaria en el PJ nacional empezó a gestarse a mediados del año pasado, en plena pandemia, y se cristalizó con más evidencia en el acto de la CGT de octubre, por el Día de la Lealtad.
Esa tarde, Cristina Kirchner estuvo ausente. Igual que hoy, al menos en lo formal. El año pasado, con las dos cartas que publicó, primero para el décimo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner y luego hacia diciembre, con duras críticas a la Corte Suprema, la vicepresidenta demostró que no necesita de ninguna estructura partidaria para ejercer su liderazgo.
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