Bruselas ve la vacuna rusa Sputnik V como una herramienta política en manos del presidente ruso Vladimir Putin. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, aprovechó
una comparecencia en la tarde del miércoles para sembrar dudas sobre la Sputnik V: “Todavía nos preguntamos –dijo la alemana- por qué Rusia está ofreciendo en teoría millones y millones de dosis mientras no progresa suficientemente en la vacunación de su propia población. Creo que es una pregunta que amerita una respuesta”.
La frase de Von der Leyen puede dar a entender dos cosas: que Rusia está prometiendo millones de dosis que en realidad no es capaz de producir a la velocidad suficiente. O, peor, que Rusia está entregando a otros países una vacuna que es reticente de usar con sus propios ciudadanos.
Moscúno ha pedido todavía autorización a la Agencia Europea del Medicamento –responsable de dar el visto bueno a cualquier medicamento que entra en el mercado europeo- para vender su vacuna en Europa, pero el Gobierno húngaro usó un complicado argumento –la extrema urgencia- para comprar y ya empezar a administrar la vacuna rusa.
También estaría en negociaciones el gobierno esloveno. Von der Leyen recordó que los productores rusos “tienen que enviar a la Agencia Europea del Medicamento todos sus datos y después pasar por el proceso de escrutinio para saber la seguridad y eficacia de su producto, como cualquier otra vacuna”.
Un muñeco del presidente ruso, Vladimir Putin en Moscú. Foto Reuters
Además, la presidenta del brazo ejecutivo de la Unión Europea recordó que, como ni Rusia ni China fabrican sus vacunas en Europa, el proceso de autorización es más largo y complicado. Expertos europeos tendrían que inspeccionar y visitar regularmente las plantas y laboratorios que producen esa vacuna si esta fuera finalmente a venderse en Europa. Rusia ya empezó a ceder la licencia para que su vacuna se fabrique en otros países, para empezar en plantas de producción de medicamentos de Brasil, China, Corea del Sur, India e Irán. La mayoría de esa producción se está haciendo en India sin que sus reguladores nacionales hayan todavía aprobado la vacuna rusa.
Los europeos creen que no van a necesitar la vacuna rusa. Después de las autorizaciones a la de Pfizer/BioNTech, Moderna y AstraZeneca, Bruselas espera ahora que en tres o como máximo cuatro semanas la Agencia Europea del Medicamento apruebe el uso de la vacuna del laboratorio belga Janssen, que producirá la multinacional estadounidense Johnson & Johnson. Esa vacuna debería cambiar la situación en Europa porque tiene ventajas evidentes, como que se pueda conservar durante meses en un simple freezer o que sólo necesite una dosis.
Sin pasaporte covid
La aceleración del ritmo de vacunaciones en Europa sigue siendo la prioridad número uno del Ejecutivo europeo, que descarta por ahora el lanzamiento de un ‘pasaporte covid’, como piden los gobiernos del sur del bloque para reactivar el turismo en el próximo verano boreal.
La última cumbre europea rechazó empezar a trabajar de inmediato en esa idea, que había puesto sobre la mesa el gobierno griego del primer ministro Kyriakos Mitsotakis y había defendido la presidenta de la Comisión Europea. El Gobierno francés dijo no. El alemán dijo no. Se sumaron otros, como el belga y el holandés.
Los gobiernos del sur de Europa llevan meses buscando la forma de reactivar sus sectores turísticos, primero con los ‘corredores seguros’ (cuando se creía que una región sin mucha incidencia seguiría así durante toda la pandemia) y después con los ‘pasaportes coronavirus’ que recibirían las personas ya vacunadas para permitirles viajar.
Los del norte ven esos ‘pasaportes coronavirus’ con escepticismo y como una forma potencial de discriminación entre los ya vacunados y quienes todavía no han podido serlo. E incluso quienes, por motivos médicos como alergias, nunca podrán serlo.
El Ejecutivo europeo sí vería bien la creación de un certificado de vacunación homologable, pero no daría ningún derecho extraordinario y nunca sería una especie de salvoconducto para viajar sin restricciones como los tests previos o las cuarentenas.
Bruselas se agarra también a la opinión de la Agencia Europea de Prevención y Control de Enfermedades, que a principios de esta semana dijo que estaba en contra de que se utilizaran certificados de vacunación como salvoconductos para viajar o para no tener que cumplir con las medidas de salud pública en vigor. La explicación de la Agencia es que “ahora mismo no tenemos ninguna prueba de que una persona vacunada no pueda ser contagiada y transmitir la enfermedad”. Sin por ello tener que sufrirla ni tener síntomas.
PB
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