No hay grandes poderes que no tengan grandes monedas. La competencia entre Estados Unidos y China tiene también un capítulo financiero y monetario, quizás el más sensible en la relación bilateral
entre las dos superpotencias. Benjamin Cohen, uno de los padres de la Economía Política Internacional (EPI), un campo de estudios a caballo entre la Economía, las Relaciones Internacionales y la Ciencia Política, es una de las voces más autorizadas para abordar esa problemática, ya que estudió a fondo el sistema monetario internacional. En diálogo con PERFIL, el profesor de la Universidad de California, llamado en broma por sus colegas como “el Padrino de la mafia monetaria”, pronosticó que el dólar continuará siendo la moneda más importante del sistema internacional, tanto como unidad de medida, medio de pago y reserva de valor, y que el renminbi no lo desafiará por “al menos una década”.
—Aunque hay un consenso sobre la crisis del orden internacional liberal, la mayoría de los académicos destacan la fortaleza del dólar. ¿Cree usted que el dólar está en declinación en el sistema monetario internacional?
—Creo que la respuesta depende del horizonte temporal del que estemos hablando. ¿Está el dólar en declinación en el largo plazo? Definitivamente sí, por varias razones. Pero no creo que eso pase en breve. La imagen que he usado es que no es que el lobo esté acechando detrás de la puerta, sino que hay termitas carcomiendo la madera. Eso significa que hay varias fuerzas que están nivelando la posición del dólar como la moneda internacional dominante y si se acumulan en el tiempo pueden tener un efecto muy significativo en la posición del dólar. Estoy pensando en el ascenso de la moneda china, por supuesto. China no está impulsando el renminbi (yuan) como lo hizo hace unos años, pero no hay dudas de que su internacionalización sigue siendo una prioridad para el gobierno. La Unión Europea todavía intenta promover el euro. Hay un renovado interés en el oro de varios Bancos Centrales, incluido el ruso, por ejemplo. Y todos estos elementos han sido agravados por los últimos cuatro años de gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, que afectaron significativamente la confianza por el dólar. El dólar ha logrado retener la confianza de inversores internacionales y de Bancos Centrales porque siempre se asumió que el gobierno de EE.UU. respaldaría su moneda a todo costo. Esa confianza se sacudió en los cuatro años de Trump. Y el resultado es que hoy hay una preocupación más seria por buscar alternativas al dólar de la que solía haber. Mi respuesta, para resumir, es que no veremos un cambio repentino en el estatus del dólar. Pero con el tiempo el dólar estará definitivamente en declinación.
—¿Puede el presidente Joe Biden reparar ese daño que Trump infligió al dólar?
—Creo que es difícil. ¿Viste la imagen de Humpty Dumpty, que se cae la pared y se rompe en mil pedazos y luego es problemático volver a poner todo en su lugar? Creo que esa es la situación que tenemos aquí. Los más grandes inversores del mundo y los Bancos Centrales tienen más confianza en Biden de la que tenían en Trump. No hay dudas de que confían más en él. Pero lo que pasa es que por primera vez tienen razones para creer que una futura administración podría volver a las políticas de Donald Trump. No sienten más el compromiso de Estados Unidos. Y por eso veo difícil que Biden pueda restaurar el status quo previo y la confianza que había en el mundo en el dólar y en el Tesoro estadounidense. A partir de ahora habrá más precaución por parte de inversores y de Bancos Centrales.
—¿Por qué el liderazgo es tan importante para la estabilidad del sistema monetario internacional y quién tiene más liderazgo en él?
—Por el momento hay una ausencia de liderazgo. La única nación que es capaz de tener un liderazgo efectivo en el sistema monetario es Estados Unidos, pero está distraído ahora con varias crisis importantes, incluida la pandemia, sus consecuencias económicas dentro de Estados Unidos, las divisiones profundas entre los partidos republicano y demócrata, las cuestiones raciales y la desigualdad. Esta administración tiene una agenda repleta y los ítems prioritarios deben ser domésticos. No espero que el gobierno de Biden tome una iniciativa significante en cuestiones monetarias internacionales, por lo menos no en los próximos dos años. Y luego todo dependerá de qué suceda en las elecciones de medio término. La administración está claramente poniendo su prioridad en resolver las crisis domésticas que enfrenta. El gobierno de Biden sabe que las elecciones del año que viene podrían ser un desastre si no logra bajar el desempleo, si no puede conseguir que la gente sea vacunada, si no hace algo con respecto a la desigualdad y las cuestiones raciales. Sabe que será castigado en las próximas elecciones. Las prioridades muy lógicamente están puestas en lo doméstico. Y la política exterior en general y los temas monetarios en particular serán puestos en espera por un tiempo.
—¿Cuándo el renminbi tendrá el nivel de internacionalización del dólar?
—Si me hubieras preguntado eso hace cinco años hubiera dicho dentro de cinco años. Pero algo pasó en 2015. Como puedes recordar, hubo una gran fuga de capitales de China. Gastaron más de un billón de dólares de sus reservas para lidiar con eso. Desde ese entonces, fueron mucho más cautos con respecto a la internacionalización del renminbi y volvieron a su anterior estrategia del cambio incremental. Han hecho algunas iniciativas abriendo hasta cierto punto su mercado doméstico de bonos para inversores institucionales, pero no han tomado ninguna medida importante desde ese episodio de 2015. Y no creo que lo hagan. Para 2015 quedó claro para el liderazgo del Partido Comunista Chino que la única manera de que el renminbi desafiara seriamente al dólar implicaría un importante desarrollo de los mercados domésticos financieros, y eso requeriría una mucho más abierta cuenta de capital en la balanza de pagos y un más sofisticado mercado financiero doméstico. Sin eso, quedó claro que el renminbi no puede realmente desafiar al dólar como una gran moneda internacional. Pero el Partido Comunista Chino también reconoce que la apertura, liberalización y desregulación del mercado financiero en China viene con un costo, en términos de menos control del gobierno y las autoridades. Este es un gobierno, el del presidente Xi Jinping, que prioriza el control doméstico sobre todo lo demás. Todos los esfuerzos que han hecho al lidiar con los uigures en Xinjiang es un ejemplo de hasta dónde irá Xi y su gobierno para mantener el control doméstico. Sabemos que están trabajando en sistemas de vigilancia de reconocimiento facial, con millones de cámaras en todo el país. No hay dudas de que cuando se trató de un trade off entre la internacionalización de su moneda y el control doméstico, eligieron el control. Y el corolario de eso es un desarrollo más lento del renminbi como moneda internacional. Pienso que el dólar no será desafiado por el renminbi por al menos una década.
—El economista Charles Kindleberger pronosticó que el dólar terminará en el olvido y que, como sucedió con otras monedas, será un montón de cenizas en la historia. ¿Está de acuerdo con él? ¿Viviremos para ver eso?
—Nuevamente es un tema de horizonte temporal. En mi más reciente libro, que se llama Currency Statecraft, señalé que toda moneda internacional previa al dólar eventualmente ha entrado en declinación y terminado en el olvido. Eso incluye a la libra esterlina, que no ha desaparecido, pero claramente hoy es una moneda menor. Esto también pasará con el dólar. No hay razón para asumir que la historia se ha detenido ahora y que el dólar resistirá su paso. Tuvimos grandes monedas yendo hasta el dracma en la antigua Atenas, el solidus en el Imperio Bizantino, el florín holandés, la libra esterlina. Todas pasaron al olvido. Con excepción de la libra, el resto ya ni siquiera existe. Eso pasará con el dólar eventualmente, pero no mientras yo viva.
El Bitcoin alcanzó un valor de mercado de US$1 billón
—¿Qué rol juegan las monedas digitales en la competencia entre el dólar y el renminbi?
-Ningún rol directo. Si las monedas digitales jugaran un rol, sería como rivales tanto del dólar como del renminbi. No estoy persuadido de que haya alguna moneda digital ahora que pueda plantear una amenaza seria al dólar o a otra moneda nacional que funcione como moneda internacional. E incluyo al Bitcoin en esto. Pero no hay razones para creer que esto nunca sucederá. Creo que con cada nueva generación de estas monedas digitales, se vuelven más y más promisorias como rivales, como competidoras, de las monedas estatales existentes que funcionan como monedas internacionales hoy en día. No creo que incline la balanza entre el dólar y el renminbi, creo que en todo caso inclinará la balanza en desmedro de los dos. Básicamente estamos hablando de lo que Friedrich Hayek llamó “desnacionalización del dinero”. El era un gran defensor de la desnacionalización del dinero, dejando que el dinero fuera creado por el sector privado a través de la competencia de las instituciones financieras. Y creo que las monedas digitales son las actuales manifestaciones de lo que él hablaba acerca de la desnacionalización del dinero.
—En Historia Intelectual de la Economía Política Internacional, usted consideró que “la construcción de un campo de estudios como la EPI nunca está terminado”. ¿Qué cree que la EPI debería investigar en la actualidad?
—Es interesante que preguntes eso, porque estoy escribiendo un libro que es una continuación de Historia Intelectual de la EPI, lo llamo “Repensando la Economía Política Internacional”. Y estoy trabajando en un capítulo que se pregunta cuál es el rango de temas que deberíamos estar abordando ahora en EPI. En mi opinión, hay tres realmente prioritarios que deberían ser abordados, empezando por la declinación del orden internacional liberal. Cuatro años de Trump nos han hecho dar cuenta que el orden que fue establecido después de la Segunda Guerra Mundial está esfumándose muy rápidamente. Están en crecimiento el autoritarismo, el mercantilismo, el nacionalismo económico y el chauvinismo. Esto es un asunto crucial. Demasiado de lo que se está publicando en la literatura de Economía Política Internacional hoy asume que hay un sistema liberal y da por sentado una economía internacional abierta, y habla de asuntos comerciales, monetarios o inversiones en ese contexto. Pero ese contexto está cambiando. Un nuevo sistema mundial está lentamente siendo construido, donde tiene más preponderancia el nacionalismo económico, hasta cierto punto la deglobalización, el reshoring de corporaciones de Estados unidos y Europa que traen de regreso actividades que se habían ido. El segundo tema es la desigualdad. Estamos viviendo una era donde los niveles de desigualdad son los más altos de la historia, más altos que lo que eran en el siglo XIX y en 1929. La desigualdad y la pobreza definitivamente necesitan ser abordados. Y después está el cambio climático. No hay dudas de que estamos viviendo un período de serias amenazas a nuestra supervivencia como civilización y como especie por el cambio climático. La EPI tiene un montón que ofrecer en términos de cómo manejar problemas vinculados al cambio climático. Esas son mis tres prioridades: el orden internacional liberal, incluyendo a China como un poder en ascenso, el tema de la desigualdad y el cambio climático.
—Argentina tiene una doble dependencia financiera: por un lado, con Estados Unidos en el Directorio del Fondo Monetario Internacional, y por el otro con China por el swap del Banco Central. ¿Cómo puede Argentina evitar el daño colateral por la competencia entre las dos superpotencias?
—Con delicadeza. La respuesta es un asunto de gobierno, de no volverse demasiado dependiente de ninguno de los dos. Eso significa evitar una situación donde uno de los grandes poderes, Estados Unidos o China, pueda sentirse amenazado ante una inclinación por el otro. Y eso es un asunto del arte de gobernar. Por supuesto, eso implica asumir que el gobierno de Argentina pueda gestionar su economía satisfactoriamente. Y como sabemos esa es una pregunta abierta en la historia de Argentina. Siempre digo a mis estudiantes que la Argentina es uno de los casos más tristes en la historia económica. Argentina era uno de los países más ricos al comienzo del Siglo XX. Y es trágico ver a un país tan grande en declive por no poder manejar sus propios asuntos.
—Argentina tiene alta inflación hace catorce años, sucesivas devaluaciones de su moneda, un abultado déficit fiscal y, en los últimos tres años estuvo en recesión. ¿Cómo puede un país como Argentina fortalecer su moneda?
—Es fácil para mí decir lo que se necesita, pero políticamente es difícil. Lo que es necesario es una mejor política fiscal, incluso al nivel de las provincias. En el período en 1990 donde hubo convertibilidad, tuvo la inflación bajo control, no por muchos años, pero demostró que era posible. Lo que destrozó al plan de Domingo Cavallo fue que los gobiernos provinciales gastaron excesivamente dependiendo del gobierno nacional para que los rescatara. Si hay alguna manera de que Argentina pueda ser capaz de evitar una inflación recurrente y periódica es tener una política fiscal bajo control, incluyendo el control del gasto provincial. Eso requiere un control estricto de la política fiscal, que es un asunto político. Y soy consciente de cuán difícil sería implementarlo políticamente, pero creo que esa es la solución.
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