Están en la línea de largada para una competencia embrionaria. Pusieron los motores en marcha para recorrer un circuito de final abierto. Es la carrera espacial que, aunque parezca ciencia ficción
en estas tierras, ya puso la primera marcha: una empresa con desarrollo integral argentino lanzó el primer cohete que forma parte de un proyecto que apunta a ofrecer el servicio de traslado hacia el espacio, de micro y minis satélites para uso científico o comercial.
Desde un campo árido y despejado cercano a Magdalena, a 50 kilómetros de La Plata, el 23 de enero pasado, el Zonda 1.0, de 3,8 metros de largo, cruzó el cielo diáfano del territorio pampeano hasta alcanzar 3000 metros de altura. Los gritos de los técnicos y los ingenieros en ese mediodía polvoriento corroboraron que la prueba había sido todo un éxito. El paso inicial de la empresa estaba concretado.
El ensayo tuvo el aporte de Ricardo Messina, director de la Escuela Técnica de Magdalena y la colaboración del ICTE (Instituto Civil de Tecnología Espacial). Se hizo en un campo privado donde se instaló toda la infraestructura necesaria para el lanzamiento del Zonda 1.0. Fue una operación en condiciones seguras y controladas.
Lia Aerospace es una compañía privada argentina dedicada en exclusiva a la logística aeroespacial. Para que se entienda: ofrece el soporte para trasladar más allá de los límites de la atmósfera, equipos científicos, de comunicaciones o de seguridad. Es un “flete”, un transporte para llevar sofisticados sistemas hacia los confines del espacio.
Dos fanáticos de las turbinas, los cohetes y la propulsión fueron los promotores de esta iniciativa. Federico Brito y Dan Etenberg hacía más de 20 años que trabajaban –cada uno por su lado- en temas aeroespaciales. Brito es licenciado en Enseñanza de las Ciencias. Su socio, Ingeniero Mecánico Mecatrónico. Se cruzaron en un congreso y enseguida confluyeron en un proyecto común. Nació el laboratorio que en 2019 se transformaría en Lia Aeroespace. Fue una conexión casi automática.
Desplegaron la idea en abundantes carpetas de trabajo y consiguieron los avales económicos para poner en marcha el emprendimiento. Según contó Etenberg a Clarín “el proyecto se financia 100% con aportes de capital e inversores privados”. Tienen un presupuesto de apenas 100 mil dólares para avanzar con el desafío que a menos de dos años de iniciado, pudo poner en órbita el primer cohete.
El lanzamiento de enero en Magdalena permitió confirmar el correcto funcionamiento de todos los sistemas del cohete: la aviónica, carga, torre de lanzamiento, telemetría y propulsión. También se testearon con éxito los sistemas terrenos de carga de propelentes y presurización, fundamentales para que el vuelo se concrete sin fallas. “Además, pudimos identificar oportunidades de mejora para la construcción de su próximo cohete, de mayor escala y altura de vuelo”, se entusiasma Etenberg.
Habrá más. El ensayo de este verano cierra una de las cuatro etapas del programa de trabajo 2020-2024 de LIA Aerospace, que pretende reducir los riesgos operacionales y financieros del proyecto y asegurar la puesta en órbita de sus cohetes en el año 2024. Para legar a esa meta, la compañía lanzará iteraciones de sus cohetes cada 12 a 18 meses, con versiones de mayor tamaño, capacidad de carga y altura de vuelo.
El ensayo, en enero pasado.
Los emprendedores apuntan a un filón apreciado. Según los expertos, en la actualidad, el lanzamiento de los satélites en todo el mundo mueve unos 6.000 millones de dólares, pero podría alcanzarse la cifra de 114.000 millones en los próximos 10 años, con cada vez mayor presencia de aparatos de menor peso.
Aunque de forma incipiente, hace casi 30 años que la actividad tecnológica argentina sobre satélites avanza con los primeros proyectos civiles hasta los programas oficiales SAC (Satélites de Aplicaciones Científicas), de la CONAE; los satélites geoestacionarios de ARSAT; los proyectos SAOCOM y Pehuensat-1; y el programa de nanosatélites Cube-Bug de la empresa Satellogic.
Los actores privados buscan un lugar en ese escenario abierto. “Toda empresa, colegio, universidad, gobierno, cooperativa o emprendimiento que tuviera la necesidad de lanzar un pequeño satélite al espacio son potenciales clientes”, explicó Etenberg. “Estamos en contacto frecuente con varias empresas que están planificando el lanzamiento de pequeñas y medianas constelaciones de satélites en los próximos años y estamos en el proceso de definir las necesidades precisas de cada una de ellas para las futuras misiones en conjunto”, aclaró el CEO de Lia Aerospace.
“Los vuelos comerciales suborbitales comenzarán antes del fin de este año y planeamos vuelos orbitales con cargas de hasta 250kg para mediados del 2024”, adelantó el ingeniero.
El Zonda 1.0. Tiene 3,8 metros de largo.
El Zonda 1.0, así como las siguientes versiones de cohetes que desarrollará LIA Aeroespace, es un cohete reutilizable, para disminuir el impacto ambiental de los lanzamientos, tiempos de producción y costos. “El sistema de propulsión propelente del Zonda 1.0 incluyó como agente oxidante el peróxido de hidrógeno fabricado por LIA Aerospace y utilizó biocombustibles -biodiésel- , generando un 60% menos de huella de carbono que los combustibles y propelentes que usualmente se utilizan”, según informó Brito, socio fundador de la compañía.
Por ahora, Lia Aerospace aparece lejos de los sueños millonarios de Elon Musk, el dueño (entre otras firmas) de Space X, que el año pasado alcanzó el logro de enviar una misión tripulada a la Estación Espacial Internacional. Y también figuran muy atrás de los avances de la carrera espacial que promueven China y la Unión Europea. Pero cualquier logro se cimienta sobre un pilar. Y el Zonda 1.0 constituye ese mojón imprescindible para alcanzar la cima.
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