Sobrevuelan el misterio y el hermetismo en torno a la polémica vacunación contra el coronavirus dentro del Hospital Posadas, que ha sido confirmado como una de las cabeceras de
la campaña de inoculación “paralela”. El escándalo ya explotó por los aires y aquí en El Palomar acecha el fantasma de un allanamiento, mientras las máximas autoridades se encuentran en sede judicial: el director, Alberto Maceira, y la Jefa del Servicio de Medicina Preventiva, encargada de la campaña de vacunación, declaran en Comodoro Py. Clarín ingresa al hospital.
Sobre una extensión de 22 hectáreas, en el partido de Morón, la edificación sanitaria se ha convertido en las últimas horas en el centro de la escena mediática. ¿La causa? Al menos ochenta vacunas con destino turbio, destinadas irregularmente a un festival de funcionarios y sus familiares. Hay pocas explicaciones. Un día después del estallido, el silencio por parte del personal médico es elocuente: hay temor a un eventual desplazamiento o represalia.
El vacunatorio está ubicado fuera del edificio. Es una construcción aledaña que se encuentra a pocos metros de distancia. Clarín intenta pautar un recorrido por la instalación. Intentar ver cómo están vacunando, quiénes se están vacunando. Pero se encuentra con una entrada vedada, celosamente custodiada por efectivos de seguridad.
Tres hombres de chaleco azul impiden la visita. Hay nervios. Intentan disculparse. Afirman que que después del suceso de público conocimiento “la situación es inestable”. Luego se comunican por handies, intercambian respuestas y confirman su respuesta inicial: prohibido el ingreso.
Los ánimos se caldean y a la humedad del día se suma cierta tensión en la atmósfera. El acceso, explican, sólo está permitido a aquellos que se presentaban con su turno y DNI para ser vacunados contra el Covid (a la espera de que lleguen otras, aplican dosis de la rusa Sputnik V) o para continuar con el Calendario Oficial de Vacunación.
La última palabra la tiene la Dirección de Comunicación Institucional, ubicada en uno de los pisos del Hospital. Un viaje de segundos por un ascensor seguido de un aviso en recepción permite el encuentro. Un responsable del área se muestra sorprendido ante la presencia de Clarín. De forma amigable reitera la negativa. Al parecer, no podrá ser en esta oportunidad.
La señalización que lleva al vacunatorio del hospital. Foto: Juano Tesone
La cara visible de la comunicación del lugar niega también el funcionamiento de un “vacunatorio vip” con infraestructura propia. Señala, en cambio, que los beneficiados irregulares se presentaban a cuentagotas. Su jefe, mientras tanto, declara otra cosa en sede judicial.
En el Posadas trabajan más de 5.200 personas. “El 80 % del personal de salud ya recibió la primera dosis y se espera que el 20 por ciento restante lo haga entre miércoles y jueves. La segunda, ya la tiene entre un 40 y 50 por ciento”, agrega el vocero y adelanta que el viernes la aplicación empezaría con el siguiente grupo prioritario: los mayores de 70. Espera que para ese día el panorama esté más ordenado.
En esta zona oeste del conurbano bonaerense persisten las dudas sobre la cantidad de funcionarios y allegados que se han vacunado sin turno previo o sin ser personal sanitario. Incluso, en los pasillos se rumorea que varios de los beneficiados ya recibieron las dos dosis, lo que explicaría que la vacunación VIP comenzó hace al menos un mes.
Sin embargo, ese malestar que bordea la rabia por la irregular gestión en la distribución de las vacunas se vuelve en el Posadas palabra silenciada. La impotencia domina la escena. Se asegura que los propios trabajadores de la salud que estuvieron a cargo del la vacunación vip nunca supieron a quiénes iban a vacunar. La decisión era política.
Una de las pocas que se animó a hablar fue la secretaria de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop), Mirta Jaime, que reveló en los medios de comunicación que un día llegaron tres combis enviadas por el Ministerio de Salud con personas que debían recibir las aplicaciones de la Sputnik V por orden de la cartera por entonces conducida por Ginés González García. Incluso, una colega suya señaló que utilizaban como carta de presentación la excusa de pertenecer al Incucai, cuando no era cierto. Lo definen como “impunidad política”.
“Hay gran preocupación del personal por el hecho escandaloso y enojo por el oportunismo cuando el recuerdo está fresco sobre una gestión también plagada de corrupción”, subrayan otros referentes. Desconfían de la lista completa de los vacunados en el Posadas. Trabajadores del Cicop, STS y de la comisión de reincorporados elevaron ya dos pedidos a las autoridades para que se difunda el registro del personal a vacunar según el protocolo correspondiente. La respuesta obtenida, según refieren, fue que debe hacerlo cada jefe responsable.
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