Coronavirus: un año después, cae el mito de que se debe desinfectar ropa, productos y superficies

Las pruebas de contagio por superficies siempre estuvieron en duda, pero todavía, tras un año de pandemia y todo lo que ya se sabe del coronavirus, se siguen gastando

recursos en estas medidas que ofrecen una falsa sensación de seguridad. Habría que limpiar, desde luego, por una cuestión de higiene. Pero cada vez hay más estudios que señalan que no es necesaria desinfectar todo para prevenir el covid. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una guía sobre limpieza y desinfección de superficies en la que da recomendaciones. Al comienzo del documento, aclara que hasta el momento, “la transmisión a través de superficies contaminadas no fue probada de manera concluyente por los estudios disponibles”.

En la misma línea, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) aclara que “no se ha documentado la transmisión de coronavirus a personas por el contacto con superficies contaminadas con el virus”. Pero también señala que “la evidencia actual parece indicar que el SARS-CoV-2 puede permanecer durante horas o días sobre superficies” y, por eso, recomienda desinfectar las superficies como una “medida para prevenir el COVID-19”.

Miriam Bruno, jefa de infectología del hospital Durand, habla de este punto. “Es una cosa intermedia. Lo más importante es usar tapaboca y limpiarse las manos. Si bien no se descarta del todo que las superficies no transmitan el virus, hoy sabemos que el contagio por medio de contacto con superficie es más remoto”.

Bruno, por otro lado, recomienda no descuidarse del todo. “Es importante que la gente sepa que el riesgo de contagiar está. Porque si decimos que no contagian, la gente se descuida mucho. Sin embargo, hay que aceptar que no es lo que creíamos a comienzos del año pasado, cuando había un exagerado cuidado con las superficies. Hoy sabemos que no hace falta desinfectar todo como se hacía antes. No hace falta quitarse los zapatos para entrar a casa, o bañarse cada vez salimos o desinfectar la ropa, los zapatos o las frutas y verduras”.

Desinfección urbana, una imagen conocida por todos.

Sobre esto, la infectóloga dijo que “es importante lavar las frutas y verduras como se hizo siempre pero es exagerado desinfectarla con Lysoform o desinfectar las bolsas. Eso no es necesario”. 

También aclaró que ya se sabe que el coronavirus está en las microgotas que salen despedidas al aire cuando tosemos o estornudamos. “No hay pruebas de que el virus se transmita por medio de la piel o la transpiración”. 

Por su parte, el biólogo Emanuel Goldman, profesor de la Universidad de Rutgers (New Jersey, Estados Unidos) explicó que existe “poca evidencia” de que los objetos y las superficies sean vías de transmisión, por lo que los “esfuerzos” deberían estar puestos en el uso correcto de barbijos y la ventilación, aunque no desalentaron la limpieza y la higiene de manos.

“Poco o nada. Sólo dos o tres posibles casos en la literatura científica, pero ni siquiera estos están probados”, respondió Goldman, profesor de microbiología de la Facultad de Medicina de Rutgers al ser consultado sobre la evidencia del contagio del coronavirus por fómites o transmisión por una “superficie infectada”.

Ya en julio de 2020, Goldman escribió un artículo en la revista científica británica The Lancet en el que alertaba que “se ha asumido un riesgo clínicamente significativo de transmisión del SARS-CoV-2 por fómites (superficies u objetos inanimados) sobre la base de estudios que tienen poca semejanza con escenarios de la vida real“.

Además, realizó una revisión de los estudios que habían arrojado que el virus podía sobrevivir dos y hasta seis días en algunas superficies, lo que para el especialista, era producto de dos factores: un inóculo de virus muy elevado y condiciones especiales de laboratorio para su conservación. “No estoy discutiendo los hallazgos de estos estudios, solo la aplicabilidad a la vida real”, indicaba.

“Encontrar el ARN del virus suele equivaler a encontrar el cadáver del virus. Es lo que deja el virus después de ‘morir’. Lo único que significa es que el virus estuvo allí una vez, pero ya no está ‘vivo’ (con capacidad de infectar). Este es un virus frágil que muere rápidamente en el medio ambiente y cuando se seca. La luz solar lo mata casi de inmediato. Prácticamente todas las pruebas para virus vivos (con capacidad infectiva) cuando se encontró ARN viral han sido negativas”, explicó Goldman.

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