El último domingo, Alberto Ángel Fernández le pidió a su amiga Marcela Losardo que apague su teléfono. Era un modo de intentar que se calmara la tormenta que se desató en
el oficialismo tras la revelación de Clarín, un día antes, de que la titular del Ministerio de Justicia dejaría su silla en breve.
Durante todo el fin de semana, los chats de los funcionarios nacionales ardían con la obvia pregunta: “¿Ya renunció Marcela?”. Era la duda que nadie respondía. Todo estaba en las manos del Presidente y solo él definiría el momento exacto de la partida. Pero la decisión estaba tomada y Fernández y Losardo ya habían acordado la salida de la ministra, que se precipitó por el cansancio de la funcionaria, quien no quería estar un día más en el ministerio más caliente para la estimación del kirchnerismo.
El jefe de Estado estaba claramente molesto con la publicación del cambio de Gabinete y, más aún, con que en este diario se hubiera mencionado el nombre del candidato con más puntos para suceder a Losardo: Martín Soria, el diputado nacional rionegrino, quien -anoticiado del impacto de lo que se estaba definiendo-, también cerró su teléfono e ignoró decenas de WhatsApps que recibió.
Fernández acordó con su amiga de cuarenta años que fuera el lunes a su despacho y le tomara juramento a la nueva subdirectora nacional del Servicio Penitenciario (SPF), Inspectora General Sonia Mariela Álvarez, en la sede del Ministerio de Justicia. Allí se la vio sonriente y dijo palabras que, más tarde sorprendieron a los presentes, pues parecían los de alguien que seguiría en su puesto: Losardo elogió a la subdirectora diciendo que “Sonia podría haberse retirado y decidió quedarse acá”, además de señalar que “somos cada vez más mujeres”.
Es que el lunes era el “Día de la Mujer”, que sería celebrado en Casa Rosada con un acuerdo federal con gobernadores y funcionarias nacionales en el Museo del Bicentenario. Allí se la vio a Losardo, quien no se sacó nunca su tapabocas, salvo cuando pasó por la oficina del vocero presidencial Juan Pablo Biondi, y juntos, fueron hasta el acto. Allí, cruzó palabras con Santiago Cafiero y luego, volvió a reunirse con el Presidente.
Marcela Losardo. Foto Federico Lopez Claro
Losardo volvió el lunes a su despacho varias horas más tarde y se recluyó allí, hasta un rato antes de las 20: es que a esa hora, el Presidente daría una entrevista en el canal C5N, la que estaba acordada desde una semana atrás.
“Marcela está agobiada”, reconoció el Presidente en la nota que le dio a Gustavo Sylvestre y no mentía: la socia jurídica de Fernández no quería seguir más en un ministerio en el que nunca pudo imponer su impronta y que se regía más por los designios del segundo en el escalafón, el kirchnerista Juan Martín Mena, que lograra notoriedad por ser el “2” de Oscar Parrilli en la AFI, la Agencia Federal de Inteligencia, en el útlimo mandato de Cristina Kirchner.
La entrevista televisiva fue reveladora para la mayoría de los habitantes de la Casa Rosada: el Presidente eligió comunicar a través de la señal de cable las razones de la salida de su funcionaria más cercana en lo personal: hasta esa hora, el jefe de Estado no tenía elegido un nuevo lugar para Losardo, pues quería “un lugar que la prestigie”, según dijo a Clarín uno de los habitués del primer piso de la casa de gobierno. Pocos habían podido charlar el tema con el Presidente. Uno de ellos, Santiago Cafiero, que se quedó con él en la Rosada hasta que el primer mandatario voló a la Residencia de Olivos, y era de los pocos que conocían los detalles del culebrón.
“Alberto está viendo cómo la cuida. Aún sacándola, pero su mayor preocupación es cuidarla”, insistió un funcionario. Pero el destino próximo de Losardo aún era desconocido así como también el nombre del sucesor en Justicia. Algunos “albertistas” sospechaban de la mano de Eduardo “Wado” De Pedro en la difusión del dato de la inminente salida de la titular de Justicia.
Es que el ministro del Interior es un jugador en el mundo judicial, pues tiene relación con ministros de la Corte Suprema, con jueces y fiscales, además de que el nuevo titular del Consejo de la Magistratura -Diego Molea- es allegado suyo y que su hermano de crianza, Gerónimo Ustarroz, es el representante del Poder Ejecutivo en la Magistratura.
Marcela Losardo, junto a Luana Volnovich en la Asamblea Legislativa. Foto Federico López Claro
Pero el dato era erróneo: Fernández venía hablando de tema con Losardo desde la semana anterior, luego del duro discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa y del alegato de Cristina Kirchner ante la Cámara Federal de Casación Penal en la causa por el “dólar futuro”. Allí, quedó marcada a fuego la nueva línea oficial en el rubro Justicia, algo para lo que la ministra no tenía “otra actitud”, como el propio Presidente reconoció en C5N, será necesaria para estos tiempos del Frente de Todos. Losardo no iba a cumplir con ese estilo y modo de confrontación con el mundo judicial y Cristina Kirchner no quería más a la dama en ese sitio: lo había dejado claro en diciembre en La Plata, cuando sentenció_ “A los que tengan miedo de ser ministro o ministra, que vayan a buscar otro laburo”.
Este martes, Marcela Losardo concurrió al Ministerio de Justicia, ubicado en Sarmiento 329, para cerrar temas y a la espera de su reemplazante. La gran amiga del mundo del derecho de Alberto se va así de la gestión, a menos de veinte días de la partida de otro “albertista”, el sanitarista Ginés González García. Otros tiempos vienen en la administración nacional peronista,
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