El jueves a la noche la Quinta de Olivos paralizó su habitual ajetreo de funcionarios y trabajo político porque en el chalet principal se celebró una cena relevante. Alberto
Fernández recibió a su vice, Cristina Fernández. Hablaron largo. A solas. El contenido del diálogo es de difícil reconstrucción por el hermetismo que supone un encuentro de este estilo. Pero calificadas fuentes de la Presidencia de la Nación, y miembros del Gabinete, confirmaron a Clarín que el tema central que trataron fue quién debería ser él o la reemplazante de la aún en funciones ministra de Justicia, Marcela Losardo, quien dejará su puesto, de acuerdo a lo informado ante la opinión pública por el propio Fernández (Alberto).
El nombre para ocupar ese puesto crucial, sobre todo en un Gobierno que acapara buena parte de su agenda en críticas constantes al Poder Judicial no fue definido todavía. La charla entre Presidente y vice no habría concluido con el consenso necesario para confirmar la noticia que asombra al Gabinete, al Poder Judicial y la oposición, entre otros actores de la vida pública nacional, como el empresariado.
El lunes pasado Fernández (Alberto) informó por televisión que Losardo dejaría de ser ministra de Justicia. Pasaron los días y Losardo no tiene reemplazante.
Con la revelación de la cena del jueves en la Quinta de Olivos entre los dos Fernández quizás se entienda mejor por qué el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dijo en declaraciones a los medios que ese día, el jueves, se conocería al nuevo o nueva titular de la cartera de Justicia. No pasó.
O, como mínimo, ni el Presidente ni su vice dejaron trascender si habían logrado coincidir en ese punto.
El Presidente se resistiría a que el ministerio de Justicia sea comandado, al menos en los papeles, por alguien que se identifique de modo total con su vice.
Siempre de acuerdo a las fuentes consultadas, que ocupan importantes puestos en el Poder Ejecutivo, el Presidente se fastidió con la dimisión de Losardo, su amiga desde la juventud, socia en su estudio jurídico.
Ella misma había dejado trascender que no se sentía cómoda en ese puesto si el discurso de la Casa Rosada se alineaba como se alineó con las ideas más radicalizadas de la vice respecto a la Justicia.
El 1 de marzo, en la apertura de las sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa, el Presidente usó buena parte de su discurso para criticar al Poder Judicial, a autoridades de la Justicia en particular, y anunció proyectos legislativos que, de presentarse y ser aprobados, revolucionarían el trabajo en los tribunales federales. Pidió que sea el Congreso el que controle a los miembros de la Justicia.
El siempre acelerado servidor de la vice, el senador Oscar Parrilli, se apuró al otro día a proponer la creación de una comisión bicameral legislativa para regular las labores de los jueces y fiscales. En declaraciones públicas, Losardo desautorizó esa idea, que choca con los principios básicos de la Constitución Nacional. Estaba ya renunciada a su cargo. Incluso Clarín está en condiciones de afirmar que la aún ministra se encargó de informarle a importantes autoridades de la Justicia federal que no avalaría buena parte de lo dicho por su jefe en el Congreso.
Siempre de acuerdo a las fuentes de Casa Rosada que hablaron bajo anonimato para esta nota, el Presidente culpaba o aun culpa en privado por la salida de Losardo, entre otras variables, a las constantes operaciones de desgaste que habría impulsado en su contra Fernández (Cristina).
El asedio contra Losardo de los leales a la vice fue una constante que trabó su gestión. Para Fernández (Cristina), Losardo no era funcionaria eficiente y, sobre todo, tampoco comprometida con la batalla que el oficialismo aceleró en las últimas semanas contra un Poder Judicial que el propio Presidente descalificó de modo severo: dijo que actuaba “en los márgenes de la democracia”.
Fernández (Alberto) disentía con ese análisis de la vice sobre su ministra de Justicia y la respaldó todo lo que pudo. Losardo es tal vez su mejor amiga, estudiaron juntos derecho en la Facultad, y se asociaron en un estudio jurídico para ejercer la profesión en el ámbito privado. Quien se irá del Gabinete, entonces, no solo es una ministra que ocupa un cargo trascendente, sino que también una incondicional del mandatario.
La cena en la Quinta de Olivos habría sobrevolado estos disensos típicos de una coalición de gobierno.
Pero la realidad es que tampoco se conoce aún quién ocupará la jefatura del ministerio de Justicia.
Losardo sigue en su cargo hasta que se formalice su renuncia y luego asuma en el cargo que su amigo le ofreció para seguir en la administración pública: la embajada ante la UNESCO con sede en París.
El Presidente está convencido de que quien debe reemplazar a Losardo es un cuadro técnico o político que debería estar identificado de modo unívoco con él, y no con la lealtad a la vice.
Es ella la que desde la presidencia del Senado más insiste en reformar a la Justicia de modo revolucionario.
Aunque la llamada “reforma judicial” no logra ser votada en la Cámara de Diputados por la resistencia de la oposición, la vice avanza con diferentes acciones legislativas que le permitieron remover o lograr la remoción futura de magistrados que considera enemigos de la democracia, además de también avalar e impulsar denuncias contra otros jueces, camaristas y fiscales a los que jamás les perdonará que la haya no solo investigado, si no también procesado en causas de corrupción, muchas de ellas ya elevadas a juicio oral y público.
Los funcionarios que pasaron el fin de semana con el Presidente aseguraron que el mandatario ya no demuestra apuro para definir quién será el nuevo o la nueva titular del ministerio de Justicia.
La hipótesis que se maneja en el Gabinete es que el Presidente y la vice deben primero consensuar cuál será el rol que tomará el Gobierno de aquí en más contra el Poder Judicial, más allá de lo discursivo. Para entonces después definir quién reemplazará a Losardo. La danza de nombres continúa.
La vice viajó tras la cena con el Presidente a la ciudad de El Calafate, en Santa Cruz, donde tiene su residencia que más le gusta habitar.
Ministros consultados por Clarín afirmaron que lo más posible es que él o la sucesora de Losardo, se termine acordando entre el Presidente y vice en charlas telefónicas.
Todos coinciden en una cuestión relevante de la toma de decisiones en el Gobierno: el nuevo ministro o ministra de Justicia se definirá entre los dos Fernández.
La vice escribió en una carta que hizo pública que en la Argentina quien tomaba las decisiones siempre era el Presidente.
No parecería ser así. Al menos no del todo.
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