Su nombre completo es Amanda Lioy, pero sus amigos la llaman “Amanda con suerte”. Tiene 102 años y es la mendocina de mayor edad en ser vacunada contra el coronavirus, un
logro que consiguió el viernes 12 de marzo. Su caso se dio en simultáneo con el anuncio del Gobierno mendocino de que no quedaban dosis y que había que reprogramar turnos de mayores de 70.
“Si seguimos a este ritmo de vacunación, el lunes 15 de marzo nos quedamos sin vacunas y tendremos que reprogramar la asignación de los turnos”, había dicho el jueves el gobernador Suarez. Sin embargo, la ministra de Salud Carla Vizzotti confirmó que llegarán a Mendoza otras 17.400 dosis de vacunas, 4,36% del total de 399 mil Sputnik V que se distribuirán este domingo para mayores que están en lista de espera. No son suficientes. En tres semanas del operativo de vacunación, solo se han inoculado con la primera dosis unos 30 mil adultos mayores de 210 mil inscriptos en todo el territorio mendocino.
La historia de Amanda, contada por la edición dominical el diario Los Andes, refleja la incertidumbre que viven los mayores de 70, después de un año recluidos a la espera de la vacuna contra el coronavirus.
La hazaña de esta mujer que fue vacunada la misma semana en la que cumplía 102 años, fue celebrada como una gran revancha de la vida. Ella vive en el geriátrico Pinar Plaza, ubicado en el municipio de San Martín, a 50 kilómetros de la capital de Mendoza. El viernes 12 de marzo recibió la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca.
La mujer pasó el primer año de la pandemia casi aislada por temor al contagio. Cuando se levantaron algunas restricciones, sus hijos, nietos y bisnietos la visitaron en el geriátrico pero evitaban acercarse. “La veíamos de lejos y siempre a través de un vidrio” cuenta su hijo Hugo, con la tristeza mutua de no concretar un abrazo. Pero ella siempre mantuvo la convicción de que para seguir con vida ante la amenaza de la pandemia, tenía que “hacer las cosas bien”, que es cuidar su salud, la de su familia y ayudar a los demás, como dicen que hizo todo su vida.
Amanda es coqueta y está de buen humor. Cuenta que cada semana le pide a las enfermeras que la cuidan que le pinten las uñas de las manos de color coral. Es agradecida a la vida: “Tengo la suerte de ser sana y de necesitar poca medicación”. Pero, sobre todo, confiesa que está muy emocionada por haber recibido la vacuna.
Viuda desde 1988 del comerciante Ángel Jaliff, se fue a vivir con una hija que años después falleció por una insuficiencia renal. Un tiempo antes de la pandemia, una fractura de cadera le impidió caminar y surgió la opción de rehabilitarse en esa residencia para mayores.
Ahora Amanda se mueve en silla de ruedas porque no pudo volver a caminar. Con su familia decidió que era mejor que permaneciera en la residencia, donde es asistida y tiene compañía. Hasta allá llegó un equipo de enfermeros encargados de vacunar a la población de riesgo.
Ella los esperaba desde temprano. Eligió vestirse con pantalón azul y una animada camisa celeste con flores rojas. Después del pinchazo, le pidieron posar para una foto como la “mendocina más veterana” que ha recibido la vacuna contra el coronavirus.
Aceptó encantada. Levantó sus dos brazos al cielo, sonrió y con un simple click quedó guardado ese momento memorable.
-¿Y cómo estuvo Amanda?- le preguntaron.
-Fue solo un pinchazo. ¡Ahora, espero la próxima dosis!- respondió entre risas.
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