En la Argentina sólo 15 de cada 100 personas tienen acceso a una tarjeta de crédito, principal motor de la financiación en los hogares. El enorme universo restante encuentra dificultades a
la hora de afrontar gastos extra como la compra de un electrodoméstico, arreglos en el hogar o algún otro imprevisto, debido a la falta de financiamiento.
El año pasado, pese a la caída del consumo y en un contexto de reducción del crédito bancario, las fintech que otorgan préstamos mantuvieron su crecimiento. Sus clientes son principalmente personas de entre 35 y 45 años, asalariados pero que no tienen el respaldo de un banco ni utilizan plásticos para sus consumos.
Así, en la mayoría de los casos, pedir un préstamo desde el celular es su primer acercamiento al mundo financiero. Por eso, los montos suelen ser bajos – en la mayoría de las fintech consultadas los créditos otorgados oscilaban entre los $20.000 y $45.000- hasta que con el correr de las cuotas se genera el historial crediticio y los montos a los que pueden acceder comienzan a volverse mayores.
Juan Pablo Bruzzo, CEO de la fintech Moni, explicó: “El perfil de quienes utilizan préstamos son personas que están sub-atendidos por el sistema bancario o no son sujetos de crédito según los parámetros tradicionales de los bancos, y tratándose de préstamos de bajo monto y corto plazo, nuestros clientes valoran mucho la liquidez y la practicidad del otorgamiento y acreditación, que es inmediata y sin trámites”.
Si bien la pandemia no modificó el perfil de quienes se vuelcan a pedir financiamiento en este tipo de entidades no bancarias, si aceleró la demanda. “En 2020 cuadruplicamos el monto originado de nuestro producto de préstamos debido al mayor número de solicitudes que recibimos por parte de nuestros usuarios”, dijo a Clarín Joaquín Diz, de Ualá.
Ezequiel Weisstaub, CEO de Credicuotas, coincidió: “La pandemia aceleró el crecimiento de los préstamos por web. En marzo de 2020, habíamos otorgado 400 préstamos y a febrero de este año, colocamos 4000. Es decir que se multiplicaron por diez“, dijo.
Pese a la incertidumbre económica, la morosidad en estos segmentos se mantiene a raya, a pesar de no contar con la batería de facilidades que el Banco Central otorgó a los deudores en los bancos. Y los que piden por primera vez un préstamo, una vez cancelado, vuelven a solicitarlo.
“Si bien al inicio de la pandemia existía cierta incertidumbre en la industria en términos de riesgo por posibles incrementos de la morosidad, particularmente en el universo de usuarios que podrían ser más afectados (trabajadores independientes) optamos por seguir creciendo en la originación acompañando la demanda de créditos y los resultados fueron muy buenos. Originamos una cartera sana y decidimos estar al lado de nuestros clientes cuando más lo necesitaban”, agregó Diz.
Si bien las empresas consultadas encuentran entre sus clientes un segmento de monotributistas e independientes, la mayoría son trabajadores en relación de dependencia. Si segmenta por sexos, casi no hay diferencias: tanto los hombres como las mujeres piden estos tipos de préstamos en partes iguales.
Cuando se consulta por el destino del dinero solicitado, casi la mitad de los clientes solicitan un préstamo para hacer frente a un gasto inesperado, como reparaciones en el hogar o arreglos del auto.
Algunas de las fintech le sumaron a su modelo de negocio la posibilidad de financiar un bien específico. En plena pandemia, Ualá lanzó la opción de pagar en cuotas la compra de la última versión de PlayStation. La fintech Credicuotas, por su parte, avanzó en una alianza con Honda, para financiar la compra de motos. Actualmente, entre el 10% y el 15% de los patentamientos de vehículos de baja cilindrada, se originan con un crédito de esta firma.
Las tasas de estos préstamos varían mucho de una fintech a otra y según el perfil crediticio de cada uno de los solicitantes. Si bien estas empresas no están reguladas directamente por el Banco Central, a mediados del año pasado, la autoridad monetaria hizo un relevamiento y las encuadró en la Ley de Entidades Financieras, para garantizar la protección de sus usuarios.
Según este relevamiento del BCRA, alrededor de cuatro millones de personas accedieron a financiaciones con los otros proveedores no financieros de crédito, equivalente a entre el 10% y 11% de la población adulta del país, 19% de la población económicamente activa y 30% del total de deudores del sistema financiero.
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