“¿Esperamos siete días para esto, anunciar a quién era el candidato desde el primer día?”, fue la pregunta que sobrevoló en varios despachos en la Casa Rosada, luego de revelarse el
secreto guardado bajo siete llaves, quizás como ningún otro anuncio del gobierno de Alberto Fernández: que Martín Soria reemplazará a Marcela Losardo en el ministerio de Justicia.
Una parte del gabinete de ministros recibió la noticia como un baldazo de agua fría, bajo la sensación de que el Presidente le entregó a la voracidad del Instituto Patria a “una albertista de la primera hora”. “Y trajimos a un converso”, sentencian los más críticos que recuerdan que Soria rivalizaba en Río Negro con el kirchnerista Martín Doñate. Incluso a principio de año Soria militaba en una corriente albertista en la provincia llamada “En Común”, que pretendía disputarle al kirchnerismo el control del peronismo. Pero de repente pasó a ser un ferviente cristinista y un férreo defensor de la teoría del lawfare.
”Comodoro PRO sigue funcionando a full”, disparaba el dirigente cristinista de la última hora y flamante ministro de Justicia, a fines de enero de este año.
Uno de los principales cuestionamientos que emergieron ayer por la noche desde el gabinete -algunos funcionarios manifestaban su parecer, aunque otros callaban pero dando a entender su disconformidad- fue la estrategia de comunicación elegida por Fernández. “En vez de confirmalo el sábado, bancarnos las críticas y seguir adelante, nos mostramos dubitativos”, sostienen.
Coinciden varias de las fuentes que “de Santiago (Cafiero) para abajo, muchos estamos decepcionados con la decisión de entregar a una de las nuestras”. Nunca lo asumirán públicamente, pero algunas voces dejaron trascender que los más afectados serían los dirigentes más cercanos al mandatario como Vilma Ibarra, Julio Vitobello, Gustavo Beliz y Juan Manuel Olmos. Ocurre que la pérdida de una dirigente como Losardo a cambio de Soria, no hace más que reflejar la debilidad del Presidente frente a Cristina Kirchner quien, de seguro, aprobó la designación de Soria.
“Encima en algunos medios supuestamente afines pasaban tramos de la entrevista de Alberto con la música del Titanic”, ironizó otro miembro del elenco ministerial.
Otros funcionarios, con perfil más cristinista, valoraban el tiempo que se había tomado el Jefe de Estado para nombrar al reemplazante de una ministra. “Creo que puede ser una buena sorpresa de gestión”, aseguraban.
Algunos ubican a Soria como “un amigo” del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. Más que eso, Soria llegó para hacer lo que Losardo no quiso: iniciar la ofensiva judicial que ya adelantó Cristina.
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