El Monte Kent y las colinas que lo rodean se levantan a unos ocho kilómetros de la capital de las Malvinas. Es un terreno que por su elevación fue
de especial interés para las fuerzas argentinas y británicas que se enfrentaron en la guerra de 1982.
El 30 de mayo del ’82, las fuerzas especiales de Argentina vieron con espanto el sobrevuelo de dos Royal Air Force Harriers por encima de un helicóptero Puma argentino que llevaba refuerzos del 601 Escuadrón de Fuerzas Especiales de la Gendarmería. Mientras los efectivos argentinos disparaban a más no poder se estrellaron contra el suelo. La aeronave se incendió y con ello murieron comandos del también llamado Escuadrón Alacrán : primer alférez Ricardo Julio Sánchez, el subalférez Guillermo Nasif, los cabos primeros Marciano Verón y Víctor Samuel Guerrero, el cabo Carlos Misael Pereyra y el gendarme Juan Carlos Treppo. Los que pudieron saltar desafiaron el incendio y rescataron colegas heridos.
Este jueves la historia de todos volvió a la luz a través de Sánchez. Ocurre que los gobiernos de Argentina y Reino Unido acordaron con el Comité Internacional de la Cruz Roja la exhumación de una de las dos fosas colectivas que se levantan en el Cementerio de Darwin, en las Malvinas. Es la que desde 1983 hasta 2004 llevaba una lápida con la leyenda de que estaba Sánchez y otros tres hombres sin identificar.
La tumba original del Alférez Sánchez en Malvinas junto a tres soldados no identificados-
El acuerdo de este jueves prosigue a otro que se había firmado en 2016 y que permitió al momento la identificación de 115 soldados argentinos enterrados allí tras el fin de la guerra de 1982. Eran 121 tumbas las tumbas sin poder identificar entre otras que sí lo estaban de un total de 230.
Definido por el secretario del Área Malvinas, Daniel Filmus, como una política de Estado porque que empezó bajo el gobierno de Cristina Kirchner, en 2012, prosiguió durante el de Mauricio Macri y seguirá ahora con otros acuerdos más, permitirá develar el misterio de una de las dos tumbas colectivas que fueron mal identificadas a mediados de los 2000 cuando se restauró el cementerio.
Hay dos fosas colectivas en Malvinas. Las dos marcan historias de tragedia y negligencia. El proceso de identificación es en buena parte un hecho reparador. La de Sánchez y quienes están enterrados verdaderamente allí comienza a repararse luego de que grupos de combatientes, algunos familiares en forma aislada y la investigadora cordobesa Alicia Panero reclamaran incluso ante la Justicia develar el misterio las tumbas sin identificar.
Los trabajos de enterramiento que para 1983 realizó el coronel del ejército británico Geoffrey Cardozo en todo el cementerio de Darwin, indicaban que la tumba C.1.10 que a más tardar en agosto será abierta por miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, llevaba una placa que decía: “Cuatro Soldados Argentinos Sólo Conocido por Dios, incluyendo primer Alférez Julio Ricardo Sánchez.
La fosa colectiva del Cementerio de Darwin, en Malvinas que lleva los nombres de Héctor Walter Aguirre, Mario Ramón Luna, Luis Guillermo Sevilla y de Julio Ricardo Sánchez. Los tres primeros aparecieron en tumbas individuales entre 2017 y 2018.
Desde la construcción del cementerio argentino de Darwin no hubo un proceso de identificación, ni exhumación alguna. Pero en 2004, las dos fosas colectivas sufrieron modificaciones. En el caso de la que llevaba el nombre de Sánchez y de tres no identificados empezó a llevar otra placa de granito negro consignaba el nombre del 1er Alférez de la Gendarmería Nacional Julio Ricardo Sánchez y el de los soldados de la Fuerza Aérea Héctor Aguirre, Luis Sevilla y Mario Luna.
¿Qué ocurrió? En el proceso de identificación colectiva efectuado entre 2017 y 2018 principalmente, los restos de Aguirre, Sevilla y Luna fueron siendo encontrados en otras tumbas, individuales, que llevaban la leyenda emblemática de “Soldado Argentino solo conocido por Dios”.
Nada los ligaba a la muerte de Sánchez. Aguirre, Luna y Sevilla eran soldados de la Fuerza Aérea que murieron el 29 de mayo en un bombardeo al Istmo de Darwin, estando apostados a 86 km. de Monte Kent, y de donde murieron Sanchez y sus compañeros.
Panero reclamó que nadie les explicó a los familiares por el cambio de identidad en las tumbas. Y en sus diversos escritos, desde Córdoba -donde vive- mostró documentación más que incómoda. La investigadora explicitó en forma reiterada que en 2004, cuando se remodeló el viejo cementerio levantado en Darwin en 1983 -y que financió la empresa Corporación América de Eduardo Eurnekian-, los registros fueron cambiados. Las miradas se vuelcan a la Fuerza Aérea y a la Comisión de Familiares de Malvinas, responsables de identificarlos.
Cuando se remodeló el cementerio, contó Panero, la Cancillería pidió por medio de la Comisión de Familiares a cada una de las fuerzas armadas que indicaran qué muertos tenían identificados para poner los nombres en las tumbas. La Fuerza Aérea tenía dos registros.
Un documento es el que da cuenta de que Aguirre, Luna y Sevilla, sus soldados muertos en Darwin, no estaban identificados. El otro registro es de la tumba B 416 donde habría dos restos del reconocido Lear Jet que cayó en la isla Borbón con todos sus tripulantes: Marcelo Lotufo, Francisco Luna, Guido Marizza, Juan José Falconier y Rodolfo de la Colina. Los restos del Lear Jet fueron encontrados en Borbón recién en 1994 y fueron enterrados allí mismo. Pero se afirma que desde 2004 hay unos restos en Darwin en esa tumba B 416, que desde la remodelación lleva una placa con los nombres de los cinco caídos. Esta tumba podría ser fruto de un nuevo acuerdo de identificación entre Londres y Buenos Aires.
Una de las teorías que se barajan es que la Fuerza Aérea no quería constatar la idea de “desaparecidos” ni NN, teniendo en cuenta la sensibilidad de un lenguaje proveniente de los abusos cometidos durante la última dictadura militar.
Lo cierto es que la Fuerza Aérea, pudo comprobar Panero, le respondió a la Cancillería por medio de la Comisión de Familiares que pusieran en la tumba B 416 los nombres de los cinco caídos en el Lear Jet y en la tumba C.1.10 que pongan a Aguirre y Sevilla. Y en un anexo a esta última se pidió también que pusieran en la misma lápida el nombre de Luna. El año pasado, Clarín pidió varias veces en las fuerzas armadas información sobre lo ocurrido en este proceso pero no se tuvo éxito.
Panero aseguró que tanto Fuerza Aérea como la Comisión de Familiares de entonces firmaron el cambio de cruces donde estos caídos no estaban identificados pero aparecían en tumbas identificadas. “Se les hicieron los mármoles así. Sin chequear sin corroborar”, dirá. “Para entonces nadie pensaba que iba a haber un proceso de identificación como el que se inició”. Es más, dirá con tono firme: “A mi me respondieron un pedido de acceso a la opinión pública en junio de 2018 diciendo que no tenían restos NN en Darwin y en julio aparecieron en distintas tumbas Aguirre, Sevilla y Luna”.
No hay certezas, pero en el Gobierno presumen que en la tumba con Sánchez podrían estar sus compañeros Trepo, Pereira y Nasif, quienes habrían sido enterrados en la C.1.10 dentro de un mismo ataúd.
Sobre la tumba del Lear Jet pesa otra historia. Se supone que la tumba de Darwin tiene algunos restos de los tripulantes de la nave atacada pero no la de todos, y otros restos siguen estando en la tumba de la isla Borbón. Desde el año 1994, la viuda de Lotufo, Alicia Brigada, reclama la identificación de los restos que permita saber cuál de ellos es su marido. Son en realidad tres contra dos los familiares que piden identificar los restos del Lear Jet de Darwin y de Borbón. Otro capítulo de la guerra de Malvinas.
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