La sorpresiva cadena nacional del Presidente del jueves por la noche abrió interrogantes sobre el stock de vacunas. El mensaje tácito de Alberto Fernández fue acaso más potente
que las palabras que pronunció durante los 12 minutos que duró la transmisión: con la comprobada escasez global de vacunas hay que profundizar los cuidados o, como en Europa y la región, volverán las restricciones internas, además de las externas, que el Ejecutivo ultima.
El Presidente les anticipó a los gobernadores del Norte que en los próximos días llegarían más vacunas. Aerolíneas Argentinas confirmó el octavo viaje en busca de un nuevo lote de Sputnik V. Además, el Ejecutivo aguarda que se resuelvan los problemas logísticos y burocráticos que dilataron el envío de 3 millones de dosis de la vacuna china Sinopharm y que se autorice su uso para mayores de 60.
Mientras tanto, en la Casa Rosada se entusiasman con los sondeos alrededor de la campaña de vacunación a pesar del cimbronazo que significó la revelación de las vacunas VIP que redundó en la renuncia del ministro de Salud Ginés González García.
Acaso una cosa explique la otra: como aumentó la confianza en las vacunas -que la oposición cuestionaba de arranque- la gente reacción de manera negativa y extendida cuando trascendió el escándalo. También Fernández parece aferrarse al plan sanitario como tabla de salvación en el año electoral, mientras la economía no da muchas señales para esperanzarse.
La imagen del jefe de Estado, en el inicio de la pandemia, experimentó un alza sin precedentes que se diluyó con el correr de los meses, la situación económica, sanitaria y la polarización. En el Gobierno consideran que la gestión sanitaria es el principal activo del Presidente y, acaso, el mejor canal para atraer votantes independientes y del centro, decisivos en cualquier elección.
Con ese enfoque el Presidente repite visitas a vacunatorios: la semana pasada visitó uno en el Gran Buenos Aires, el viernes otro en Catamarca. “La vacuna es esperanza”, resumen en el Gobierno. Y transmitir esperanza es la aspiración de todo político y candidato.
Otra visita a un vacunatorio en Catamarca. Junto al gobernador local Raúl Jalil. Foto: Presidencia
En las encuestas que consumen los funcionarios más importantes del Ejecutivo sobresalía un dato: la procuración de las vacunas es la política mejor considerada por la ciudadanía, pero ese detalle no la excluyó de la grieta. Fue acomodada de acuerdo a identidades políticas. “Ni la vacuna se salvaba de una ideologización inútil”, reflexionaban en despachos oficiales.
Entre noviembre y enero entre los encuestados que se reconocían opositores el rechazo por la vacuna -por la Sputnik V-, era mayoritario, siempre según los sondeos contratados por el Gobierno. Solo el 40% de los votantes opositores confiaba en ella mientras que el 80% de los simpatizantes del Frente de Todos creía en la vacuna rusa. Faltaban entonces los informes finales del Instituto Gamaleya que fabrica las vacunas y opositores encumbrados como Elisa Carriódenunciaron por “envenenamiento” al Presidente.
La llegada de los primeros lotes, la legitimación de la Sputnik V en la prestigiosa revista científica The Lancet y su alta eficacia modificaron ese descreimiento inicial. Según los sondeos que reciben en el Gobierno, 8 de cada 10 argentinos quieren vacunarse.
Los mismos estudios de opinión dan cuenta de que sólo el 17% cree que es “poco o nada probable” que se vacune. Ese universo, según advierten en el Gobierno, está en franco descenso aun entre el núcleo duro de votantes opositores. Hoy casi 7 de cada de cada 10 votantes de la oposición encuestados reconoce que espera vacunarse.
“Eso es confianza. Y esta confianza desborda las identidades políticas. La gente parece más sensata que una parte de la dirigencia y de los periodistas más intransigentes”, se entusiasman en el Gobierno sin dejar de apuntar contra su blanco predilecto: opositores y medios.
“Todos conocemos a una persona que ya ha recibido por lo menos una dosis”, sostuvo el Presidente, que habitualmente estudia encuestas, durante la cadena nacional. En los estudios de opinión se señala con más precisión que el 45% de la población conoce a alguien que haya sido vacunado.
Con ese mismo lineamiento, Santiago Cafiero publicó antes de la cadena nacional un tuit sobre la campaña de vacunación en el que aludió al ex presidente Mauricio Macri, que ese día había presentado su libro. “Mientras algunos ya hacen campaña electoral, nosotros seguimos vacunando. Esa es la única campaña importante”, escribió el jefe de Gabinete.
El Presidente fue mucho más duro durante el acto en la ex Esma este sábado. “Quieren vacunas para los que tienen plata”, dijo el mandatario sobre el plan de dirigentes de Juntos por el Cambio para que las empresas de medicina privada puedan comprar vacunas.
La confianza creciente en las vacunas contra el coronavirus -tal como reconocen en el Gobierno- no solo se explica por la presunta construcción de credibilidad a la que aluden: “La sociedad argentina es por lejos la más pro-vacunas de América latina”.
Acuerdos por 65 millones de vacunas y geopolítica
Con la certeza de que la provisión de vacunas es la principal demanda de la sociedad, en el Gobierno subrayan que ya se firmaron contratos para asegurarse 65 millones de vacunas. Y aseguran que la ministra Carla Vizzotti y Cecilia Nicolini tienen la orden de negociar con todos los laboratorios disponibles. “Muy pocos países -con la excepción de las potencias- firmaron compromisos para tener más dosis que las necesarias para su población”, afirman en el Ejecutivo. La contracara es hasta el momento solo se distribuyeron 3,8 millones de dosis, muchas menos de las que había prometido Alberto Fernández para esta altura del año.
En el Gobierno confían aun con demoras recibir cuanto antes -a principios de mayo, tal vez- el lote de 2 millones de las vacunas de Astrazeneca. Y añaden que la escasez global y el acopiamiento de los potencias es una realidad con la que todos los países deben lidiar. Contraponen, sin embargo, la situación de países como Japón. “Firmó contratos por 380 millones de dosis y sólo recibió 1.362.000. Y ahí no hay peronismo”, ironizan.
Las comparaciones con otros países de primer mundo no se agotan allí. Recuerdan que Alemania todavía no firmó un contrato con Rusia para comprar Sputnik V. Y le dan explicación geopolítica al dato más incómodo: justifican que Chile pudo conseguir 14 millones de vacunas de Sinovac porque China es el principal socio comercial del país trasandino.
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