El temor a una segunda ola, con miles de muertos por día de Covid, está empujando al Gobierno Nacional a tomar medidas más duras en el ingreso al país.
Es por eso que muchos argentinos en el exterior ya vislumbran problemas para volver. Esto ya se vivió el año pasado con la cuarentena de ocho meses que impuso el Gobierno. En ese momento, la Cancillería informó que unos 45.000 argentinos pidieron volver al país luego del cierre del fronteras, anunciado el 20 de marzo del 2020. Ir a buscarlos fue un caos. ¿Puede repetirse la historia?
Sin embargo, el siete de julio de ese año, el canciller Felipe Sola anunció el fin del programa de repatriación y el balance del operativo arrojó que habían regresado a la Argentina unas 245.000 personas, muchos por la frontera terrestre de Brasil, Uruguay y Chile, principalmente, y unas 95.000 en avión.
Además, la Cancillería, en ese momento, creó un programa especial para atender los casos de argentinos varados con problemas serios de vulnerabilidad. Se insumió 1,1 millón de dólares para atender a esas 5.000 personas que pidieron asistencia. Pero aún hay miles que siguen reclamando sustento financiero del Estado que no llega.
¿Dónde quedaron varados? España, Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania. Y unos 15.000 se encontraban repartidos “en el resto del mundo”, como indicó Cancillería en su momento.
Clarín en su momento realizó varias notas con argentinos que estuvieron meses viviendo en otros paises sin saber cuándo iban a poder regresar. Fernanda Mangieri, quien estuvo varada meses en Perú, contaba: “Justo cuando salimos para Arequipa, el presidente peruano decretó que cerraba todo. No podemos movernos de ciudad a ciudad. No se puede ni entrar ni salir”.
La desesperación también fue la que vivieron tres argentinos varados en Ecuador. Leo Celucci, Sebastián y Diego viajaron a ese país por cuestiones laborales y se quedaron meses sin poder regresar.”Estamos desamparados y padeciendo una situación de falta de apoyo y abandono total por parte del Gobierno”, disparaban casi al unísono desde el hotel en el que se ubican.
“La situación es extremadamente grave y crítica porque acá hay toque de queda y cada vez se prolonga más. El miércoles fue a partir de las 16 y el jueves comenzó a las 14”, apuntaba Sebastián. “La cónsul argentina, María Paula Casado, nos dijo que no puede hacer absolutamente nada. No tiene ni la mínima posibilidad de acción y no sabe la cantidad de argentinos que hay en Guayaquil. Necesitamos a alguien que gestione”, pidió Leo, quien admitió que estaban desesperados.
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