El efecto “arrastre” puede ser un buen maquillaje para disimular lo maltrecha que luce hoy la economía argentina. Por ese truco estadístico se podrá afirmar, al final de este año, que
el PBI habrá crecido entre 5 y 6% luego del desplome -dato oficial conocido este miércoles- de 9,9% que se registró en 2020. Fue la peor performance desde la traumática salida de la convertibilidad, en 2002. Ese arrastre del 5,5% es, justamente, el que se prevé “crecer” en 2021, según la proyección oficial volcada en el Presupuesto de este año. Pero más allá de los números, lo que es indudable es que la Argentina transita el 2021 envuelta en una gran incertidumbre. Un escenario que podría desagregarse así.
Las vacunas no aparecen en la cantidad necesaria como para avanzar rápidamente en la población. Sin vacunas, el efecto sobre la economía de la temida segunda ola de COVID-19 será más duro que si se hubiera vacunado a una parte importante de la población de riesgo. El impacto de un endurecimiento de la cuarentena y el aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) podría acotar aquel efecto arrastre. Los economistas vienen insistiendo hace rato en que la mejor política fiscal y en definitiva, reactivante de la economía, sería una vacunación lo más amplia y rápida posible. Pero claro, para ello hay que tener las vacunas disponibles. Que es justamente lo que no está ocurriendo.
“La mejor política fiscal posible es comprar vacunas. Multiplicador de 1000.” señaló el economista Constantino Hevia, docente de la UTDT.
El ex decano de la UTDT, Ernesto Schargrodsky, dijo casi exactamente lo mismo: “No se me ocurre política fiscal más efectiva que vacunar. Aumentás simultáneamente la oferta y la demanda, y el multiplicador debe ser gigantesco”.
Hevia dialogó con Clarín. “Es un calculo muy grosero. ¿Cuánto sale una vacuna, 20 dólares la dosis?. Necesitamos vacunas para 45 millones de personas, es decir un gasto de 1.800 millones de dólares. El PBI cayó 10%, es decir que necesitamos gastar en vacunas menos del 1% del PBI. Pero gracias a una vacunación masiva nos ahorraríamos muchos puntos de caída de la actividad económica. Quiere decir que la vacuna se paga sola. Si hay que gastar más, no importa. Si no hay plata, se paga con deuda, pero el problema es que la Argentina no tiene acceso al mercado de capitales, como sí el resto de los países de la región”
El dólar. El precio del dólar paralelo en sus distintas variantes parece haberse estabilizado, pero la pregunta que se repite es ¿hasta cuándo?. El Banco Central -lo dijo el ministro Guzmán- está utilizando los dólares que les compra a los exportadores al cambio oficial para intervenir -al precio paralelo- en el mercado de los dólares contado con liqui y MEP. Por eso la compra de dólares del comercio exterior no se refleja plenamente en las reservas. En el sector financiero siguen de cerca esta dinámica, y sacan cuentas, entre los dólares que pueden ingresar del agro y -tal vez- de la capitalización del FMI- y los dólares que querría comprar el mercado a partir de junio o julio, cuando empiece a mermar la liquidación de agrodólares, y más cuando se acerquen las elecciones. No descartan sobresaltos cambiarios.
El acuerdo con el FMI también pasó de la columna “certezas” a la columna “incertidumbre”. Se había instalado la probabilidad de que el acuerdo parecía alcanzable rápidamente después del arreglo de la deuda con los acreedores privados. Hoy el escenario es bien distinto. Pero esa situación difusa parece preocupar más al sector privado que al gobierno o al propio FMI. De ningún lado parece haber apuro en cerrar una negociación ahora. No al menos antes de las elecciones. Para el sector privado, el atraso en acordar resta, no es neutro.
La inflación. La realidad parece alejarse cada día un poco más de las proyecciones y las afirmaciones del ministro Martín Guzmán. La expectativa de inflación del público volvió a subir en marzo (informe de la Di Tella) y eso daría más certeza a un dato preocupante. En 2021 será muy difícil que los salarios se acerquen a la suba de precios. Con lo cual el ideal de consumo en alza cerca de las elecciones parece menos probable. El consumo privado viene de caer 13% en 2020, según informó ayer el INDEC. Es incierto cuánto puede mejorar en 2021 si los salarios siguen perdiendo contra la inflación.
Para el economista Martín Polo (del grupo Cohen) el panorama es apenas gris. “En el segundo trimestre vamos a escuchar a los funcionarios diciendo que la economía crece a un ritmo del 25%, pero claro, será comparando con la peor parte de 2020, cuando el PBI cayó más del 20%. La verdad es que la economía no da buenas señales. La inversión mejoró un poquito al final pero eso está empujado por la construcción, es una inversión defensiva y que aprovecha la baja de costos, no aumenta la capacidad instalada de las empresas. No será un año de quiebre de tendencia, sencillamente porque no hay buenas señales. No están dadas las condiciones para encarar un programa de crecimiento de largo plazo.
Finalmente, Fernando Marull, de FM & Asociados, señala. “El envión internacional para mi lo compensa la sequía que afectará a la cosecha. Pero después vamos a ver mas cepo a importaciones porque habrá más control de la brecha cambiaria y los dólares serán para pagar algo al Club de París y los vencimientos del préstamo del FMI. El desempleo va a seguir alto y Guzmán va a tener que gastar más para mantener con vida el consumo, porque los salarios van a seguir deprimidos.”
En definitiva, la economía va hacia un rebote mediocre, que no modificará sustancialmente el panorama pre pandemia.