A 22 días de su desaparición nada se sabe del paradero del empleado judicial de General Roca, Río Negro, Javier Videla (43). La última vez que se lo vio, el 3
de marzo pasado, solo se escuchó su voz desesperada desde el interior de un vehículo conducido por el peón rural Antonio Colicheo (32).
Según relató la pareja de Videla a la justicia, Julio Sánchez (30), el trabajador andaba en un Chevrolet Vectra propiedad de Videla, cuando llegó hasta el departamento de ambos ubicado en el coqueto barrio Villa de las Artes de la ciudad, preguntando él.
En el momento en que se acercó a la ventanilla, después ser llamado por Colicheo, un grito atravesó la noche: “¡Julito no entres, andate, corré!”. Habría exclamado Videla atrapado en el baúl o en la parte trasera del coche. Colicheo le disparó de inmediato dos tiros a Sánchez apuntando a la cabeza que fueron a dar a una puerta. Luego huyó.
Un día más tarde la policía encontró al agresor en el campo “La Perseverancia”, a unos 80 kilómetros de General Roca. Colicheo estaba durmiendo la siesta. Al ser despertado por el operativo policial no opuso resistencia. Le preguntaron por su nombre y dio una identidad falsa. Los agentes dejaron trascender que permaneció en silencio. Taciturno.
Lo sorprendente del caso fue que a 275 metros de la cama de Colicheo los agentes descubrieron el cadáver semi enterrado y despedazado de una mujer. Los análisis forenses demostraron que se trataba de Claudia Alejandra Casmuz (29), una chica indigente con problemas mentales que había sido llevada, probablemente bajo engaños, por Colicheo al predio en el cual trabajaba desde hacía tres meses.
La joven tenía un disparo en el hombro, otro en la cabeza y golpes que le habían quebrado ambos maxilares. Colicheo había escavado una tumba y la cubrió con pasto seco. Los perros de la zona la detectaron.
Colicheo quedó detenido y el 19 de marzo fue imputado por la muerte de Casmuz y portación de arma de guerra. Todavía se investiga el ataque contra Sánchez y la privación ilegítima de la libertad de Videla.
El celular de Colicheo no revela actividad a partir del momento en que salió escapando del departamento de Videla. Los investigadores sospechan que es porque estaba en el campo donde no hay señal.
El asesino no ha dicho una palabra de dónde dejó al empleado judicial. Quienes hablaron con él aseguran que se trata de un “asesino”, una persona “fría y “cínica” que cambia la versión de los hechos constantemente. Clarín intentó comunicarse con el fiscal Luciano Garrido pero no hubo respuesta.
En el interior del vehículo en el que presuntamente Colicheo secuestró a Videla, un Chevrolet Vectra patente CK349, los investigadores encontraron sangre en varios puntos y en algunas ropas, una pistola 9mm, un proyectil incrustado, tres vainas servidas, la billetera y una riñonera que pertenecían a Videla. El contacto entre ambos quedó así probado.
Los familiares y amigos cuentan que perdieron toda esperanza de encontrar a Videla con vida.
Su pareja asegura que Colicheo hacía “changas” para ellos y que no tenían una amistad u otro tipo de relación. Una amiga de Videla se lo había recomendado para que le arregle el vehículo de su hermana, un Chevrolet Agile. “No tenemos vínculo con él, sólo nos estaba arreglando el auto”, insistió Sánchez.
De algún modo Colicheo se quedó con el vehículo del propio Videla y el de su hermana y para el momento en que lo secuestró llevaba un mes usándolos a pesar de los reclamos del empleado. Se dice que Videla estaba por denunciarlo a la policía a Coliche.
Río Negro. Corresponsal.
GL
