Cinco días después de que Cristina Kirchner opinara públicamente sobre la negociación de la deuda con el FMI y advirtiera que la Argentina “no puede pagar”, porque “no hay
plata”, el presidente Alberto Fernández hablará este lunes en Naciones Unidas sobre la necesidad de “aliviar” los pasivos y la liquidez de los países deudores. A contramano de la vicepresidenta elogiará las nuevas directrices del organismo de crédito en materia monetaria.
Lo escucharán jefes de Estado y también la titular del FMI, Kristalina Georgieva; además del presidente de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala; y el director del Banco Mundial, David Malpass; a quien Fernández le reiteró el pasado miércoles -a la misma hora que la vice hablaba en la localidad bonaerense de Las Flores- la voluntad del Estado argentino de pagarle al Fondo.
En rigor, las palabras de la ex mandataria no modificaron el discurso del Presidente. Se trata de un mensaje registrado antes del acto que encabezó Fernández de Kirchner. El jefe de Estado grabó su intervención el pasado lunes, 48 horas antes de que la titular del Senado le marcara la cancha al ministro de Economía Martín Guzmán, que negociaba en Washington con el Fondo. “Lo que dijo Cristina no cambió nada”, señalaron cerca del Presidente a propósito del acuerdo que negocia el jefe de la Cartera económica, cada vez más fortalecido en su cargo a pesar de las presiones de un sector del kirchnerismo.
Como anticipó Clarín, el marco será el foro sobre Arquitectura de la Deuda Internacional y Liquidez que impulsan el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y su par de Jamaica, Andrew Holness, desde la irrupción de la pandemia el año pasado.
Aunque la relación con la ONU la digita la Cancillería, Fernández elaboró los lineamientos de su discurso con el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz y Guzmán. Luego de denunciar a Mauricio Macri y a su equipo económico por el megapréstamo de US$ 44 mil millones del FMI y señalar en reiteradas oportunidades la violación del estatuto del organismo de crédito, el Presidente expondrá un discurso moderado.
En frente no solo estará Georgieva sino también representantes de los países que integran el directorio del organismo. Esa es una diferencia sustancial con el antecedente que consiguió Cristina Kirchner en 2015, cuando logró que la ONU suscribiera una resolución en contra de los fondos buitres. El FMI, a diferencia de los holdouts, lo integran 183 países de la comunidad internacional. Dirigentes del oficialismo como Claudio Lozano, el primero en querellar a Macri por el préstamo del Fondo, le habían solicitado al Presidente que denunciara al organismo en la ONU.
Fernández exhibirá los números apabullantes de la pobreza en la región e incluirá menciones al Papa. “Sólo en América latina el número de personas en situación de pobreza extrema alcanza los 85 millones de individuos, 85 millones de personas en vulnerabilidad extrema. Debemos ser sacudidos por esta cifra, como dice el papa Francisco”, señala el borrador sobre el que mandatario estructuró su alocución.
Sin grandes precisiones, el Presidente propondrá repensar la reestructuración de deuda a nivel global y citará a la titular del Fondo, de quien valora -al igual que Francisco- su conocimiento directo de la pobreza en su país de origen, Bulgaria. “Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias” suele decir Georgieva y lo mismo repetirá el Presidente. El mandatario sugerirá explorar nuevos marcos de alivio para los deudores bajos los criterios de “ de justicia y sostenibilidad para deudores y acreedores”. Fernández considera que la ausencia de esos parámetros para regular las deudas soberanas es -valga la redundancia- una deuda de la comunidad internacional.
Lejos de achacar supuestas irregularidades al directorio del FMI en el otorgamiento del crédito más oneroso de su historia, Beliz y Guzmán recomendaron al Presidente enfatizar la supuesta apertura del organismo a políticas monetarias menos ortodoxas. “En el FMI se ha dado mayor espacio a políticas monetarias no convencionales y estímulos fiscales, que contribuyen a atender con eficacia la caída en la actividad y el salto en el desempleo y la pobreza”, señala el borrador del texto.
Antes de la Cumbre del FMI y del Banco Mundial, Fernández también reclamará que se tomen acciones “decisivas y concretas de manera coordinada y colectiva”. El Presidente explicitará su apoyo para una nueva asignación de derechos especiales de giro (DEGS) para países en situación de vulnerabilidad. El comentario no es casual: el Gobierno confirmó esta semana que después de junio recibiría bajo esa modalidad y sin condicionamientos US$4354 millones.
Fernández reiterará la tónica de sus intervenciones en otros foros, como el G20. Considera que la pandemia -la crisis- es una oportunidad para modificar las desigualdades en la vieja normalidad. Las críticas al FMI esta vez se quedarán en la Argentina.