Hace poco más de un mes, Marcelo Gallardo estaba ansioso, expectante y contento a la vez cuando volvió a pisar el Monumental. El Muñeco caminaba con la pelota al pie por
el nuevo césped en una recorrida junto a Mariano Taratuty, protesorero y presidente de Planeamiento del club, quien estuvo al frente de las obras. Era un pedido que el técnico de River había hecho ni bien asumió allá por mediados de 2014. Y esperaba con ganas ver a su equipo desplegar conciertos futbolísticos. Sin embargo, hasta el momento, sus rivales se adaptaron más rápido que sus jugadores a las nuevas características de ese césped por el que pasaron enormes jugadores de fútbol. Hasta el momento sacó 4 de 9 puntos posibles, es decir menos de la mitad.
Es cierto que apenas van tres partidos desde el regreso al Monumental luego de que River fuera local en Independiente, pero en los tres encuentros que disputó en Núñez por la Copa de la Liga Profesional, el equipo no se asentó. Ni siquiera en la victoria 3-0 frente a Rosario Central (el 20 de febrero, día del regreso), un partido que pudo destrabar a partir de errores puntuales del equipo rosarino.
A River le costó generar situaciones de gol, sobre todo en los dos encuentros siguientes. En la derrota frente a Argentinos y en el empate sin goles de este domingo contra Racing. Si bien en estos dos últimos partidos tuvo el dominio de la pelota (contra los de la Paternal el 65 por ciento del tiempo y ante los de Avellaneda, el 70%), no creó demasiadas chances.
Arias fue clave en que River no lograra concretar.Foto: AFP
Ante Racing, apenas hubo una sola situación clara en 90 minutos: la del mano a mano que Gabriel Arias le sacó a Agustín Fontana. La otra podría haber sido la que elaboró cerca del final del partido Jorge Carrascal y habilitó a Federico Girotti, pero el asistente Pablo González levantó equivocadamente la bandera y anuló la jugada.
Racing le hizo la vida imposible a River con un planteo prácticamente perfecto en la faz defensiva. Pero el equipo de Gallardo también estuvo impreciso para lograr profundizar en su juego. Muchas veces se notó falto de distancia, sobre todo en las pelotas largas. También, errores de cálculos. Como cuando Carrascal quedó solo para definir tras una pelota aérea y le erró a la pelota.
River no pisa bien en el Monumental. Todavía no puede aprovechar el nuevo césped híbrido (95 por ciento con pasto natural y 5 por ciento de sintético) ni las características modernas de un campo de juego de última generación al que se lo bajó 1,80 metros. ¿La evolución? Cuenta con una tecnología de aireado para un pasto más resistente y saludable y un nuevo sistema de cañerías que permite un mayor control de la humedad del campo y un mejor drenaje en la superficie, con el que se puede aspirar y evacuar el agua de una tormenta en segundos, entre otras cosa
Enzo Pérez va con la pierna arriba frente a Copetti.Foto: García Adrasti (Clarín)
Una de las cuestiones que genera este nuevo césped es que la pelota vaya más rápida. Y toma más velocidad porque, como sucede habitualmente, Gallardo pide que se riegue el campo hasta minutos antes de que empiecen los partidos. Entonces, es común ver a los aspersores de riego funcionando en distintos momentos hasta un ratito antes de que los equipos entren a la cancha.
Tanta velocidad supone que favorece al equipo que juega a un ritmo muy rápido, como generalmente lo hace River en cada una de sus presentaciones. Sin embargo, al parecer, los jugadores todavía no se acoplaron a la sintonía del nuevo césped (al que los hombres de mantenimiento siguen poniendo en las mejores condiciones), a diferencia de lo que pasó en otras canchas, como en la del Malvinas Argentinas, donde goleó 6-1 a Godoy Cruz o en el Madre de Ciudades de Santiago del Estero, donde humilló con cinco goles en la final de la Supercopa Argentina a Racing, el mismo rival que este domingo le sacó un punto. Y el equipo lo siente. Más aún, al no estar el público, le cuesta hacerse fuerte en el Monumental.
