Anotando cada detalle, con anteojos y barbijo, la abogada Julieta Bonanno (32) siguió con atención este martes la tercera audiencia del juicio en el que se la acusa de contratar al sicario que,
el 4 de junio de 2018, mató a su cliente, el narco mexicano Rodrigo Alexander Naged Ramírez (59) y su hijo colombiano John Naged (30).
Desde una sala especialmente acondicionada en la cárcel de mujeres de Ezeiza, Bonanno participó del debate por Zoom y varias veces pidió hablar aparte con sus abogados, Leopoldo Murúa y Nicolás Proz. Ella es la única acusada del caso porque nunca se tuvo una pista firme sobre el asesino.
Aunque todavía no declaró ante el tribunal Oral Federal N° 8, Bonanno empezó a jugar sus cartas en la audiencia de este martes en la que declararon cuatro testigos: tres policías que fueron al edificio de la Avenida Cabildo 2659 luego de su llamada al 911 y un perito que analizó la escena ya sobre la medianoche.
El croquis del doble crimen narco en Belgrano.
Al interrogar a los policías, la defensa mostró parte de su estrategia. Entre otras cosas, buscan cuestionar las pericias que marcaron restos de pólvora en una de sus manos y en dos pantalones secuestrados en su casa, días despues del crimen cuando la abogada fue detenida en su casa de Morón.
“¿Cuando usted dice que la acusada llevaba un jean, qué quiere decir con jean, podría describirlo“, interrogó Murúa al policía Luciano Sajud, que por entonces trabajaba en la comisaría 33, de Belgrano, y fue uno de los primeros en llegar al lugar.
Sajud, quien varias veces había repetido que se encontró con una mujer extrañamente serena para la escena que estaba viviendo, no completó mucho más la descripción del “jean”, pero su declaración le sirvió a la defensa.
La detención de la abogada Julieta Bonanno.
El planteo de los abogados es el siguiente: ellos sostienen que el día del doble crimen, Bonanno (a la que el sicario dejó con vida) llevaba un pantalón mostaza y que eso se nota en los videos de entrada del edificio.
En la filmación, que hizo famoso el caso, se la ve parada en la puerta de entrada con el sicario (al que no se le nota el rostro), parado apenas unos centímetros detrás suyo.
El color del pantalón no es menor para el planteo de la defensa porque los pantalones secuestrados luego- y en los que se detectó pólvora- son color beige y Bonanno sostiene que, en realidad, pertenecen a su madre ya que el domicilio allanado es el que ambas compartían.
Bonanno siempre sostuvo que cuando ocurrieron los crímenes ella había quedado encerrada en un cuartito tipo lavadero. Los policías que declararon sostuvieron que ese cuarto no estaba cerrado con llave y ni siquiera tenía picaporte.
Esto abona la teoría de que la abogada tuvo un rol más preponderante en lo que pasó dentro del departamento de las víctimas.
En cuanto a la pólvora en una de sus manos, su defensa intentará plantear en las sucesivas audiencias que su cuerpo terminó contaminado por la pólvora que había en el lugar y no porque estuvo cerca del asesino al momento de disparar.
Misterios varios
Rodrigo Alexander Naged Ramírez no era un narco más. Habia sido detenido el 6 de julio de 2017 en el marco del operativo “Bobinas Blancas”, donde se secuestraron unos 1.900 kilos de cocaína.
Naged Ramírez había sido contratado para acondicionar 1.258 panes de droga dentro de enormes bobinas de acero y conectarlos a un complejo sistema eléctrico para anular los escáneres de la Aduana. Este caso está actualmente en juicio en los tribunales federales de Bahía Blanca.
El 16 de enero de 2018, el mexicano sufrió un ACV en la cárcel. Por eso el juez de la causa, Adrián González Charvay, lo excarceló ya que no estaba en condiciones de afrontar un juicio penal según las pericias ordenadas en su momento.
Pero como no podía volver a su país porque la causa aun no se había cerrado para él, su hijo John viajó a Argentina a ayudarlo a reponerse del accidente cerebro vascular.
Es así que el 4 de junio de 2018 encontró juntos a padre e hijo en un departamento alquilado que, según contó la propia Julieta Bonanno, ella misma pagaba porque sus clientes estaban quebrados.
La relación entre esta abogada casi sin experiencia y una banda de narcos mexicanos de alto vuelo aun tiene costados a explorar. También la escena del crimen, lugar que en la audiencia de este martes recordaron los testigos.
Los elementos sin respuesta son varios.
Tirada en el piso, debajo del cuerpo de John Naged, se encontró cinta de embalar transparente. Pero no hay indicios de que las víctimas hayan estado maniatadas durante los 40 minutos que estuvo el asesino dentro del edificio. ¿Para qué era la cinta entonces?
Rodrigo Alexander Naged Ramírez (59), el narco mexicano implicado en “Bobinas Blancas” asesinado en Belgrano.
Otro elemento extraño es que parte de la cinta manchada con sangre fue encontrada dentro de una bolsa transparente en un cuartito ubicado en el hall del décimo piso, donde vivían padre e hijo. Allí se solían colocar las bolsas de basura.
Son datos que indican lo particular del sicario: por un lado, dejó viva a una testigo y, por otro, se tomó el trabajo de tirar a la basura parte de la evidencia. En la escena incluso quedó tirado un cuchillo, apenas manchado de sangre, al que nadie hasta ahora le encontró una explicación.
EMJ
