Jair Bolsonaro vive su peor momento desde que llegó a la Presidencia de Brasil en enero de 2019. Dos años y dos meses después de su asunción, el mandatario
enfrenta un conjunto simultáneo de crisis en un momento en el que el país registra más de 310 mil muertos por coronavirus.
La percepción entre políticos, diplomáticos y analistas brasileños es que Bolsonaro “jugó varias veces con fuego” (‘brincou com fogo’), pero ahora se quemó. Las heridas son múltiples y ponen a prueba su propia gobernabilidad.
El cambio de seis ministros este lunes tiene componentes políticos, militares y sanitarios. O sea, involucra el Congreso Nacional, las Fuerzas Armadas y los hospitales saturados.
“Hay que ver cómo actuará la Justicia, que es el otro poder del Estado, en este terremoto de Brasilia”, observó un asesor del gobierno brasileño, quien pidió no revelar su nombre.
Bolsonaro creyó que el Ejército era suyo, pero la actitud de los jefes de las Fuerzas Armadas mostró que nos es así, agregó un conocedor profundo del tema, hablando desde la capital brasileña.
Otro capítulo
Ha empezado un nuevo capitulo para el gobierno del ex capitán del Ejército, que se burló del uso de los barbijos y del distanciamiento social y que solía referirse al mando militar como “mi Ejército”. Palabras que desagradaban a amplios sectores militares.
El ex ministro de Defensa, de Brasil, el general Fernando Azevedo e Silva, sale tras despedirse de su equipo ministerial este martes, en Brasilia. Foto: EFE
Por eso, los analistas interpretaban, el lunes, que el retiro del ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo e Silva, era tanto o más importante que la salida de Ernesto Araújo de Itamaraty (la cancillería).
El destino del gobierno Bolsonaro –y de Brasil- está en juego.
“¿Por qué cambiar al ministro de Defensa si no es para dar un golpe?”, escribió el columnista de O Globo, Merval Pereira, este martes. “Poner al Ministerio de Defensa en el ajedrez político en contra del poder civil va contra lo que defiende la democracia y lo que permite el estado de derecho”, escribió Pereira. Para él, Bolsonaro buscaba un “autogolpe”.
La sorpresiva renuncia de la cúpula militar
Este martes, los jefes de las Fuerzas Armadas entregaron sus cargos después de la dimisión sorpresiva del ministro de la Defensa. La salida, al mismo tiempo y en forma concertada, de los comandantes del Ejército, de la Armada y de la Aeronáutica es un hecho inédito en la democracia brasileña, que tiene menos de 40 años.
La salida de los jefes de las Fuerzas Armadas fue informada en comunicación oficial firmada por el nuevo ministro de Defensa, Walter Braga Netto, y su antecesor, Fernando Azevedo y Silva, en un intento de evitar una ruptura de las Fuerzas Armadas con Bolsonaro.
A Braga Netto no le había gustado el pedido colectivo de dimisión y en apoyo al presidente dijo que habían salido por orden de Bolsonaro.
En una reunión el lunes con el nuevo ministro de Defensa, el del Ejército, Edson Pujol, de la Armada, Ilques Barbosa, y de la Aeronáutica, Antonio Carlos Bermudez, dijeron que no participarían de ninguna aventura golpista. Para observadores brasileños, las Fuerzas Armadas cumplen una “función moderadora” en esta crisis.
“Jefes de las Fuerzas Armadas renuncian en protesta contra Bolsonaro en la peor crisis militar desde 1977, que se produjo en el gobierno (del general Ernesto) Geisel”, publicó el portal de Folha de São Paulo.
En la trastienda, la inédita renuncia colectiva fue un intento de dejar claro a Bolsonaro que los militares no apoyan sus ideas como la que ventiló días atrás de “estado de sitio”.
El rechazo a esta posibilidad fue lo que puso a Azevedo y Silva en la mira de la dimisión por parte de Bolsonaro, señalan fuentes de Brasilia. El general se rehusó a “politizar” las Fuerzas Armadas. Y dejó su postura clara en su carta de renuncia: “En este período, preservé las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado”.
El ministro de Comunicaciones, Fabio Faria, dijo al canal CNN Brasil que Braga Netto fue elegido nuevo ministro de Defensa por ser “más moderno” y que nada cambiará en las Fuerzas Armadas. “No hay animosidad alguna (entre el presidente y las Fuerzas Armadas)”, dijo Faria.
Un cartel frente al Ministerio de Salud, en Brasilia, este martes, indica la cantidad de personas vacunadas contra el coronavirus en Brasil. Foto: AP
Una crisis que será larga
La percepción en los gabinetes del poder en Brasil es que la crisis –las crisis– aún van para largo. Y Bolsonaro quedó en la mira del ‘Centrão’ (Gran Centro), que es un conjunto de partidos políticos sin una línea ideológica clara, que pueden definir una votación o hasta el destino de un gobierno.
Fue el Centrão quien pidió la salida de Ernesto Araújo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Araújo ya venía siendo definido como el “chivo expiatorio” de una crisis creciente. Los parlamentarios empezaron a acusarlo de no actuar para que Brasil tuviese las vacunas necesarias en la pandemia y por sus peleas públicas con China, que es el principal socio comercial del país.
El huracán político que muestra la debilidad de Bolsonaro aceleró su potencialidad hace ocho días, cuando el 22 de marzo empresarios, banqueros, ex ministros y economistas escribieron una carta abierta con más de 200 firmas.
Y en Brasil la inestabilidad actual es tan intensa y veloz que ocho días parece un pasado distante. “Aquí, en los últimos tiempos no hay tranquilidad”, dijo este martes a Clarín un asesor presidencial.
Un cartel de protesta contra Jair Bolsonaro, en Río de Janeiro, pone en boca del presidente la frase: “Mi especialidad es matar”. Foto: REUTERS
¿Qué significó en su visión la salida conjunta de los militares?, preguntó este diario al asesor presidencial, quien acompaña a Bolsonaro desde los inicios de su campaña al Planalto, en el 2018.
“El presidente tiene el poder”, contestó. En la actual volatilidad brasileña hay que seguir el día a día para saber cómo sigue este poder.
Criticas del establishment
En la carta, el establishment critica la actitud del gobierno frente a la pandemia y asocia los males sanitarios con los datos negativos de la economía. O sea, que no hay dilema salud vs. economía, pero que una pandemia sin freno y que acumula tragedias como la de Brasil también influye en los números económicos.
“Datos preliminares de muertos y desempeño económico sugieren que países con peor desempeño económico tuvieron más fallecidos por covid-19”, dice el documento con firmas como las de los banqueros Roberto Setúbal y Pedro Moreira Salles, del Itaú, y los ex ministros Pedro Malan y Rubens Ricúpero.
La carta divulgada cuando Brasil registró más de 300 mil muertos por covid 19 decía que no hay más tiempo que perder y que es necesario que el país acelere medidas (como creer en la ciencia y distribuir barbijos gratuitamente) para revertir una “situación sin precedentes que vive el país”.
El texto fue elogiado por unos y criticado por otros que dijeron que ya debería haber sido ser escrita antes de los números catastróficos de muertos en el país.
Nuevo desafío de Bolsonaro
Bolsonaro, a su vez, reaccionó ratificando que estaba en contra del cierre de las actividades económicas y fue más allá cuando gobernadores y alcaldes decidieron medidas restrictivas –que incluyeron las playas de Rio de Janeiro- frente a la falta de camas en los hospitales.
Bolsonaro, con apoyo popular en caída constante, apeló al Supremo Tribunal Federal (STF, Suprema Corte) contra los estados y citó palabras que alimentaron aún más incertidumbre.
El mandatario argumentó que los cierres temporarios de sectores económicos para frenar la pandemia eran como el “estado de sitio”.
Juristas descartaron toda similitud entre uno y otro. Pero las palabras dichas por el presidente de la Nación alimentaron aún más las dudas sobre su respeto a las reglas democráticas, como comentaron analistas brasileños. En el caldo de cultivo en que está metido Brasil, la reaparición del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva contribuyó a la postura de Bolsonaro.
Al día siguiente del discurso de Lula pregonando el uso de barbijo y todo cuidado frente al coronavirus, el presidente apareció con la protección y dijo que 2021 será el año de la vacunación contra el covid-19 en Brasil. Son varios debates y cuestionamientos al mismo tiempo en el país.
Se acelera la vacunación
¿Por qué no compraron vacunas antes?, se preguntan en Rio, en San Pablo, en Brasilia. Igual, el Instituto Butatan, vinculado al gobierno de San Pablo, empezó a entregar miles de dosis del inmunizante al Ministerio de Salud para que sean distribuidas a todo Brasil.
Bolsonaro ya no dice más “el virus chino” o la vacuna “china de Doria”, referencia a su enemigo político João Doria, gobernador de San Pablo. Hace tan solo pocos días, Doria era visto como principal rival del presidente en las elecciones presidenciales del 2022.
Reapareció Lula, la pandemia se agravó –es cierto que la vacunación también se acelera– y seis ministros, además de los jefes de la cúpula militar, salieron del gobierno.
El año 2022 parece muy lejano para un país que enfrenta varias crisis. O como dijo un diplomático brasileño, el lunes, la salida de Araújo y del ministro de Defensa representan una “nueva etapa del gobierno”.
Al día siguiente, con las nuevas mudanzas, agregó que “aún no está claro cuando las mudanzas se acaban”.
Cuando estuvo en Buenos Aires, apenas asumió el Itamaraty, Araújo dijo que su vida y la de Bolsonaro podrían haber sido un cuento de Borges. Faltó decir, tango y tragedias.
CB