Las fuerzas especiales británicas (SAS), que tienen una base de entrenamiento en Kenia, se desplazaron a Palma en Mozambique para buscar a los desaparecidos del
ataque del ISIS en esta ciudad portuaria sobre el Océano Indico.
Al menos entre 60 y 100 extranjeros están muertos o desaparecidos, tras un ataque del grupo yihadista que lleva seis días sobre la ciudad de 75.000 habitantes, cercana a una plataforma de gas licuado de la petrolera francesa Total. Otras fuerzas especiales francesas se encuentran en el lugar. Tienen base en Djibouti y combaten a los terroristas en el desierto de Mali.
Al menos tres miembros del SAS están en el norte de Mozambique buscando a un británico desaparecido, tras un ataque a un convoy, que huía de militantes islamistas desde un fortificado hotel de la ciudad. Fueron desplegados en los últimos días desde Nairobi, donde el regimiento tiene una base para el entrenamiento de la guerra de matas.
El SAS británico es una de las fuerzas especiales mejor preparadas del mundo. En 2000, el Escuadrón D del SAS se estaba entrenando en Kenia, cuando fue desplazado para una operación de rescate de emergencia en Sierra Leona, después de que cinco soldados británicos y su traductor local fueran tomados como rehenes por los rebeldes.
Hace dos años un miembro del SAS que pasaba por Nairobi se involucró en el rescate de los rehenes y el combate cuando yihadistas atacaron un shopping center en la ciudad de Nairobi.
Habitantes evacuados de la ciudad de Palma, en Mozambique, llegan en un vuelo humanitario a Pemba, tras el ataque de yihadistas. Foto: AFP
El británico desaparecido
Phil Mawer, de Somerset, es el único británico que sigue desaparecido, tras el asedio del hotel Amarula Lodge en la ciudad de Palma, que abastece al mayor proyecto de gas de África. Según fuentes de seguridad, los soldados viajaron con poco peso y dependen de mercenarios sudafricanos para su operación.
Un equipo de pilotos del Grupo Asesor Dyck, con sus helicópteros y contratado por el gobierno de Mozambique, ha asumido la tarea de buscar sobrevivientes del ataque mientras las fuerzas gubernamentales intentan retomar la ciudad.
Mawer, quien se cree que tiene 50 años, estaba en un convoy de 17 vehículos, que fue emboscado cuando huía del complejo del hotel el viernes por la noche. Estaba en uno de los siete autos que superaron la emboscada a los militantes.
Se desconoce el paradero de los otros diez autos y un grupo de aproximadamente 100 personas, en su mayoría expatriados, que se quedaron en el hotel. El británico es el gerente en Mozambique para RA International, una empresa con sede en Dubai, que ofrece alojamiento para trabajadores expatriados.
Los empleadores de Mawer confirmaron que su última comunicación con él fue el pasado viernes por la tarde, luego de lo cual formó parte de un convoy de vehículos que salió del Amarula Lodge. Desde entonces no tienen más noticias.
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Mozambique
Infografía: Clarín
Entre los sobrevivientes del convoy se encontraba Nick Alexander, que tiene doble ciudadanía británico-sudafricana. Se escondió en densos arbustos con dos colegas, hasta que fueron trasladados en helicóptero a un lugar seguro el domingo. El ISIS se ha atribuido la responsabilidad del ataque, el primero en apuntar a los expatriados, en una insurgencia que se apoderó de ellos en 2017.
Críticas a la petrolera Total
Mientras continuaban las búsquedas de sobrevivientes tras seis días de enfrentamientos, que dejaron las calles llenas de cadáveres decapitados, el gigante energético francés Total fue acusado de negarse a proporcionar combustible, de su cercana operación de gas de 20.000 millones de dólares, para la misión de rescate.
El ataque de ISIS comenzó el miércoles pasado, horas después de que Total anunciara que reanudaba las operaciones en su planta de gas natural licuado. Muchos de los trabajadores contratados acababan de llegar a Mozambique para preparar las viviendas del personal de la compañía francesa.
Este miércoles, después de casi una semana de feroces combates, los insurgentes rebeldes, armados con rifles automáticos, ametralladoras y morteros, todavía controlan aproximadamente la mitad de Palma, donde se encuentran las oficinas gubernamentales y los bancos.
Frente al puerto de la ciudad de Pemba, en Mozambique, habitantes esperan la llegada de familiares desde Palma, asediada por yihadistas. Foto: AFP
Crisis humanitaria
La violencia ha profundizado la crisis humanitaria causada por la insurgencia que comenzó en 2017. Miles de los 55.000 residentes de la ciudad han huido a la cercana Tanzania y han aparecido a pie en la capital provincial de Pemba, 225 millas al sur.
“Un gran número de personas están huyendo por los matorrales, sin nada, nada por la ropa que llevan puesta”, dijo Lola Castro, directora regional del PMA. “Esta crisis humanitaria no va a desaparecer, va en aumento”, advirtió.
“Las calles de Palma están desiertas, excepto por los disparos esporádicos de los rebeldes”, contó Lionel Dyck, jefe del Grupo Asesor Dyck, cuyos helicópteros artillados han pasado el último año en Mozambique apoyando a la policía que lucha contra los insurgentes.
“En realidad, es bastante espantoso en el terreno. Es un caos porque todavía no hay un control real y no habrá control durante algún tiempo”, dijo Dyck, un coronel retirado del ejército de Zimbabue.
“Estamos luchando contra la gente en el terreno y al mismo tiempo buscamos rezagados”, explicó el ex militar sudafricano. “Mientras volamos sobre áreas, buscamos personas que se esconden en la mata. Podemos usar nuestros helicópteros ardilla y salir a recoger a los civiles y trasladarlos a una base amiga”, concluyó.
París, corresponsal
CB