La gente hace fila durante cuatro horas para comprar detergente en La Habana. Las farmacias cubanas no tienen medicamentos para el dolor. Hay escasez nacional de pan. Y, sin embargo, el
Gobierno de Cuba fue capaz de un logro científico extraordinario: la producción en masa de una vacuna contra el coronavirus inventada en la isla, la Soberana 2.
Es una de las cuatro vacunas desarrolladas por los científicos cubanos que entró a la fase final de pruebas este mes. Si tiene éxito, podría poner a la isla en el camino de inmunizar a toda su población e iniciar exportaciones al extranjero a finales de año.
Este miércoles completó la primera dosis de su ensayo en Fase III, dijeron directivos y científicos. “Nuestro país se está ahorrando y se podrá ahorrar muchos millones de dólares a partir de todos estos resultados de soberanía que hemos logrado”, dijo el director de la empresa estatal Biocubafarma, Eduardo Martínez.
“Debido al bloqueo (las sanciones de Estados Unidos contra Cuba) que todos conocen y a la situación que estamos en el país, nos hubiera sido muy difícil tener los resultados que estamos teniendo en el combate a la pandemia si no hubiéramos contado con esta industria que se ha creado más allá de 35 años”, agregó Martínez.
Martinez, el directivo de Biocubafarma, también indicó que culminó la inmunización con la primera dosis del estudio de Fase III de la vacuna Soberana 02, la más avanzada entre los candidatos que desarrolla la isla.
El estudio en Soberana 02 fue probado para inyectar a 44.000 personas a las que se sumaron 150.000 cubanos en la capital a los cuales se incluyó en “estudios de intervención” para obtener más datos del comportamiento del antígeno.
Pruebas
La directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública, Ileana Morales, afirmó en la televisión estatal que para mayo habrán recibido la vacuna experimental 1,7 millones de personas mayores de 19 años en la capital, que cuenta con 2,2 millones de habitantes.
La otra vacuna avanzada es la Abdala que se está probando en su Fase III en la oriental ciudad de Santiago de Cuba a 40.000 pacientes y con otros 120.0000 voluntarios en “estudio de intervención”.
Mambisa, Soberana 01 y Soberana Plus, son los otros antígenos en desarrollo pero que se encuentran en etapas todavía anteriores.
A diferencia de otras vacunas lanzadas al mercado, ninguno de los cuatro necesita ser almacenado en condiciones de frío extremo.
Los expertos de la isla también trabajan en un quinto candidato, Soberana +, basado en una reformulación de Soberana 1 y destinado a convalecientes de la enfermedad.
Todas las vacunas cubanas son de proteína recombinante, la misma técnica utilizada por la empresa de biotecnología estadounidense Novavax.
El coronavirus posee en su superficie unas puntas (proteínas virales) para entrar en contacto con las células e infectarlas. Estas proteínas pueden ser reproducidas y presentadas después al sistema inmunitario para hacerle reaccionar.
Para junio se tendrían los resultados completos de la Fase III de Soberana 02 y Abdala.
Si la vacuna resulta segura y eficaz, el Gobierno cubano obtendría una importante victoria política —y una oportunidad de rescatar a la nación de la ruina económica. Para un país que durante décadas ha promocionado su sofisticado sistema de salud como prueba de los beneficios del socialismo, la vacuna también ofrece una oportunidad única de relaciones públicas.
La vacuna se llama Soberana 2, en un guiño al orgullo que siente la isla por su autonomía, pese a hostilidad por parte de su vecino al norte. Cuba ya explora la idea de atraer a los turistas a sus costas con la irresistible mezcla de sol, arena y una dosis de Soberana 2.
Vicente Vérez, uno de los científicos que lidera el equipo que desarrolló la vacuna, ha dicho que la isla podría ofrecer vacunas a todos los extranjeros que viajen allí.
“No es solo medicina y humanitarismo; hay un gran beneficio económico si consiguen controlar el virus”, dijo Richard Feinberg, experto en Cuba en la Universidad de California, en San Diego. “Le daría un impulso a la reputación del sector biotecnológico farmacéutico cubano, que les permitirá comercializar otros productos médicos”.
Los científicos cubanos dicen que el Gobierno probablemente regalará algunas dosis a los países pobres, acorde con su larga práctica de fortalecer las relaciones internacionales donando medicamentos y enviando médicos a abordar crisis de salud pública en el extranjero.
Cuba comenzó a invertir dinero en biotecnología en los años 80, como parte de la campaña de Fidel Castro por hacer que la nación fuera autosuficiente ante el embargo estadounidense que dificultaba obtener medicamentos producidos en el extranjero.
La vacuna requiere tres dosis administradas a intervalos de dos semanas y, a diferencia de las vacunas de Moderna y Pfizer, no necesita almacenarse en congelador, lo que pudiera ser un atractivo para los países más pobres que a menudo carecen del equipo para mantener tantas dosis congeladas.
El plan de abrir la vacunación a los turistas parece, para algunos, una táctica para atraer a visitantes, y con ellos las divisas que la isla necesita desesperadamente. La combinación de la pandemia y las sanciones ha creado la peor crisis económica que ha vivido el País desde la caída de la Unión Soviética en la década de 1990, dicen los expertos.
Sin embargo, los científicos cubanos insisten en que el objetivo es difundir la salud. Cualquier ganancia, dicen, es simplemente un efecto secundario.
Fuente AP, The New York Times y Clarín
PB