Fue en febrero, después de llevar a una pareja amiga hasta el aeropuerto de Ezeiza, que Solange Barroso (36) pensó en sumar un ingreso extra como remisera. El sueldo como docente no
le alcanzaba y la vida junto a su hija de 3 años se hacía cuesta arriba.
A esa idea, le dio una vuelta más: un servicio solo para mujeres, refugio seguro para ella y sus pasajeras.
El último paso fue elegir el nombre. Por recomendación de su hermana surgió “Ubre”, una palabra en la que confluían su amor por los animales y sus hábitos vegetarianos. Armó un flyer, lo difundió y registró la marca en Instituto Nacional de la Propiedad Industrial” (INPI).
Solange Barroso, en uno de los flyers que armó para difundir su emprendimiento.
Los viajes en su Chery QQ empezaron a multiplicarse. Primero con amigas, luego con vecinas de La Tablada, la localidad de La Matanza en la que vive, y después con otras pasajeras que la conocieron por las redes sociales.
La sorpresa llegó el 18 de marzo pasado, en forma de carta a documento. La app de viajes Uber intimó a Solange a dejar de usar su marca por ser “muy similar y confundible”.
En el documento, el representante de la empresa, con sede en San Franciso, Estados Unidos, agrega: “Teniendo en cuenta el renombre que asiste a la marca Uber en todo el mundo, y la especial protección que merece en consecuencia, impiden cualquier tipo de coexistencia en el mercado”.
Si no respondía en cinco días, anunciaba la carta a documento, se iniciarían acciones legales para buscar “la recuperación de los correspondientes daños y perjuicios“.
La carta a documento de Uber que recibió Solange Barroso.
Asesorada por un abogado, Solange buscará una instancia de diálogo que le permita conservar su marca. Ya hubo algunas conversaciones telefónicas, pero la negociación no avanzó.
“Quiero mantener el nombre. Ya tengo armados los materiales de difusión con la marca Ubre. Quería avanzar con una página web y tuve que frenar todo. No pude hacer más publicidad. Fue un golpe duro. Por eso decidí salir a contar lo que me había pasado y recibí mucho apoyo”, cuenta Solange a Clarín.
Su argumento central es que el servicio de “Ubre” es distinto al que ofrece Uber. “No es una aplicación y es un transporte personalizado, exclusivo para mujeres. Busca que estemos tranquilas y seguras al momento de viajar”, explica la emprendedora.
La reacción de las pasajeras
Solange reparte sus horas entre el trabajo como docente de teatro en una escuela secundaria y los viajes como remisera. En la mayoría de los casos lleva en a su hija Almendra en el asiento trasero. Si es de noche busca dejarla al cuidado de alguien.
“Tengo clases en un solo colegio, algunas presenciales y otras virtuales. Y todos los días me contacta alguna pasajera. El emprendimiento tuvo muy buena aceptación”, cuenta.
Solange Barroso hace viajes en su Chery QQ. Muchas veces lleva a su hija de 3 años.
El éxito, explica Solange, se explica en gran parte por las experiencias traumáticas que vivieron muchas mujeres, con casos de acoso y violencia de género.
“Cada pasajera que se sube al auto me habla del tema. Me cuentan situaciones que vivieron y me dicen que se sienten seguras cuando las lleva una mujer”, remarca.
Aunque no sabe cuál será el final del conflicto, Solange espera que su caso sirva para empujar a otras mujeres emprendedoras: “Ojalá que la repercusión de esta fea situación que me toca vivir sirva para darle fuerza a todas y sea un envión para salir adelante”.
LM