En un contexto de escasez global de vacunas contra el coronavirus, números de contagios en alza y sin un horizonte de previsibilidad para la llegada de todas las dosis,
el Gobierno decidió hace una semana un cambio de estrategia en la vacunación. El Consejo Federal de Salud recomendó retrasar al menos 12 semanas la segunda dosis para todas las vacunas Covid con la intención de priorizar la aplicación del primer componente en la implementación operativa. Inmunizar a mayor cantidad de gente con la primera y diferir la segunda.
Uno de los interrogantes que aún no tiene respuesta satisfactoria es por cuánto tiempo perdurará la producción de anticuerpos y, en consecuencia, la capacidad de defenderse frente a la infección por este nuevo coronavirus. Otra cuestión es la permanencia de la eficacia si no se da la segunda dosis dentro del plazo recomendado.
En base a los estudios realizados en pacientes infectados, se cree que la memoria inmune conferida por estas vacunas perdurará al menos por un año. Cabe preguntarse entonces si retrasar la aplicación de la segunda dosis por tres o cuatro meses podría afectar la eficacia de las vacunas y/o la perdurabilidad de la memoria que ellas inducen.
De las tres vacunas que se aplican en Argentina (Sputnik V, Sinopharm y AstraZeneca/Covishield), la única con evidencia científica para retrasar la segunda dosis al menos 12 semanas es la AstraZeneca (rebautizada como Vaxzevria). Sin embargo, Guillermo Docena, bioquímico, inmunólogo e investigador principal del Conicet, plantea que, con una dosis de la vacuna de Sputnik, la inmunidad debería ser duradera como con la de AstraZeneca.
“Al tener las dos vacunas vectores adenovirales, lo mismo que se observó en una debería ocurrir con la otra“, señaló el científico, que está participando de un estudio sobre la respuesta inmune de la vacuna Sputnik V en vacunados de la provincia del que forman parte el Instituto Leloir, el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS) y el Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP) de La Plata.
Siguiendo la misma línea, Jorge Geffner, investigador superior del Conicet, amplía: “Estudios desarrollados en Reino Unido han demostrado que la eficacia de la Vacuna Oxford/AstraZeneca no se vería comprometida, ni tampoco la extensión en el tiempo de la memoria inmune que induce. Es lógico suponer que lo observado en Reino Unido sea extrapolable a otras vacunas también basadas en vectores adenovirales, tales como Sputnik V. De hecho, investigaciones realizadas en nuestro país han mostrado que la aplicación de una sola dosis de Sputnik-V genera en el 90% de los individuos vacunados niveles significativos de anticuerpos”.
Geffner aclara que “resta analizar en forma particular la respuesta inducida por la Sinopharm, preparada sobre la base de virus enteros inactivados, a fin de establecer la conveniencia o no, de retrasar la aplicación de la segunda dosis, con el objeto de alcanzar en un plazo menor de tiempo a un segmento más amplio de la población, en primer lugar, a los mayores de 60 años”.
Eficacia y anticuerpos
¿Cuál es la eficacia que tienen estas vacunas? Martín Stryjewski, jefe de Internación de CEMIC y master de Ciencias de la Salud de la Universidad de Duke, detalla que la AstraZeneca es hasta un 76% efectiva (capacidad de prevenir la infección) a los tres meses con una sola dosis, “pero no disminuye los casos asintomáticos con este esquema: sólo tiene efecto en enfermedad clínica, previniendo tres de cada cuatro infecciones”.
La Sputnik V es 73 % efectiva hasta el día 21 y la Moderna (que acá no se usa) es 62% a los 28 días, ambas antes de la segunda dosis, explica Stryjewski. Carlos Regazzoni, médico y ex titular del PAMI, añade: “Globalmente estas vacunas tienen una eficacia con dos dosis, que van del 70% al 90%, para prevenir enfermedades severas y muertes, pero se reduce en 30% con una sola dosis, y probablemente dure menos tiempo (se desconoce cuánto) también”.
La primera dosis, ¿siempre genera anticuerpos? ¿O puede ser que esto no ocurra? “No es lo normal, pero pasa en un 10-20% de los vacunados para Covid. Nosotros lo vimos con Sputnik y está publicado en los trabajos que evalúan AstraZeneca. Con Sinopharm es parecido, aunque nada se publicó de la fase 3”, señala Docena.
La cantidad de anticuerpos que se pueden adquirir con la primera dosis es muy variable y depende de la genética de cada organismo. “No todos producen la misma cantidad con la vacuna, incluso algunos no los generan con la primera dosis y recién los adquieren con la segunda, que es cuando el 100% de los vacunados producen anticuerpos y en cantidad. Ahí se diluye la heterogeneidad individual”, amplía. Y aclara que hay que considerar también los otros mecanismos celulares que se inducen con la vacuna.
En el mismo sentido, Regazzoni puntualiza: “La cantidad de potencia de los anticuerpos que genere la vacuna depende de factores del diseño y de quién la reciba. Por eso, en algunas personas la vacunación habrá sido efectiva para prevenir la infección, en otras podrá ser que prevenga sólo formas graves y en un grupo diferente, no surtir efecto y que el cuerpo quede susceptible de infectarse con el virus como si no se hubiera vacunado”.
Stryjewski subraya que la mayoría, un 90%, adquiere anticuerpos (inmunidad humoral) con capacidad para neutralizar al virus, pero que aproximadamente un cuarto ya no los tiene dentro de los seis meses. “Perder los anticuerpos no significa necesariamente perder la inmunidad, ya que ante la reexposición podrían volver a producirlos rápidamente y/o estar defendidos por células T entrenadas (inmunidad celular) que no se miden en la práctica. Por eso, el marcador que se usa hoy para entender rápidamente si hay inmunidad o no son los anticuerpos”, explica.
Con una sola dosis, es porcentaje que estos anticuerpos se pierdan en un porcentaje significativo de pacientes dentro de los seis meses, con lo cual la protección de la vacuna se podría perder o disminuir más rápidamente que si se administra el esquema de dos dosis. “En otras palabras, una dosis disminuiría la enfermedad clínica en un plazo corto o mediano, aunque no sería la mejor estrategia a largo plazo para frenar la transmisión del virus”, advierte el jefe de Internación de CEMIC.
Memoria celular
Los especialistas consultados entienden que toda vacuna induce memoria celular (generada por los linfocitos T, responsables de los mecanismos inmunes mediados por células) y humoral (linfocitos B, responsables de generar los mecanismos inmunes mediados por anticuerpos). Esta memoria es la encargada de mantener la respuesta inmune en el tiempo.
En tal sentido, Daniela Hozbor, experta en vacunas e investigadora del Conicet, remarca que “la primera dosis no es inocua. Reduce carga viral y produce respuesta celular. El nivel de anticuerpos no significa nada en términos de cuánto estoy protegido. Hay que observar el correlato de protección que involucraría a los anticuerpos neutralizantes y también a una respuesta celular”.
El infectólogo Pablo Bonvehi refiere que los estudios de las distintas vacunas muestran que los anticuerpos comienzan a ascender luego de 10 a 14 días de la primera dosis, pero que por su propia dinámica no es esperable que desciendan de forma abrupta sino en forma lenta a lo largo de las semanas: “Incluso aunque los anticuerpos vayan descendiendo, la persona ya tiene memoria inmunológica lo que genera una respuesta muy rápida luego del encuentro del virus y seguramente esto brinde una protección”.
Por su parte, Docena señala que “con otras vacunas la memoria puede durar años y de hecho se inocula una sola vez en la vida para muchas de ellas, pero cuando hablamos de Covid no se sabe cuánto tiempo dura a ciencia cierta la inmunidad adquirida“.
No obstante, Geefner indica que “en el 80% de los pacientes infectados se observa una respuesta de memoria mediada por linfocitos B, la cual se expresa en la producción de anticuerpos y perdura al menos por nueve meses. La respuesta de memoria mediada por linfocitos T parece perdurar por períodos más prolongados”.
AS