Cuando en Occidente crecen los movimientos que cuestionan el consumo de leche, China, el país con mayor cantidad de ingenieros del mundo, decidió que la copa de leche sea obligatoria en
las escuelas, bajo el argumento que con esa ingesta, dada las proteínas que contiene, aumenta la capacidad de aprendizaje. Son 300 millones de niños. Y por eso mismo su decisión tiene un impacto en el mercado global que no lo para nada. Por empezar, la tonelada de leche en polvo se encamina a superar US$ 3.900 ante un promedio histórico de US$ 2.500. Argentina exportó en 2020 el 20% de la producción por unos US$ 1.120 millones. Y se estima que será mucho más este año.
Ese contexto encuentra a la industria local atrapada en una difícil negociación. El objetivo es determinar un volumen de la producción medido en litros de leche fresca, yogures y quesos para dejar a precios accesibles a una población que ha perdido capacidad adquisitiva. Y que se considere una baja o eliminación de IVA. También incluyen en la agenda una rebaja a las retenciones a la exportación que llegan a 9% en la leche en polvo y a las deudas impagas a industrias proveedoras del Estado.
En la góndola.
Para lograr esos acuerdos el Centro de la Industria Lechera, encabezado por Ercole Filippa, encaró tratativas con el ministerio de Agricultura, con el de Desarrollo Productivo y con Desarrollo Social. “Se trata de encontrar un esquema más flexible para ir recuperando algo de precio”, dijo a Clarín. Desde el sector empresario siguen esta negociación como caso testigo para otros productos.
De acuerdo con Filippa, la industria está bajo precios máximos. “Nos permitieron aumentar 5% en un 2020 en el que la inflación fue 36,1%. Es un desfasaje importante y hace que las empresas tengan sus números en rojo. La industria está pagando más al productor en un esfuerzo que tampoco alcanza porque los costos del tambo aumentaron y no le cierra”.
Este año se producirían, si el clima acompaña, 11.500 millones de litros. Y al productor se le pagó en marzo$ 26,50 el litro en promedio. Históricamente el litro de leche equivalía a un kilo de soja o a dos de maíz. Claramente, el valor que recibieron en marzo quedó muy atrás.
En el país se contabilizan 10.200 tambos, pero año a año decrece el número. Se calcula que un 2%. En parte, porque las nuevas generaciones no perduran en uno de los trabajos más duros del campo. Compite, además, con actividades como la soja que suelen ser más rentable. En el mundo el fenómeno se repite. Eso sí, los tambos que quedan rinden más.
Los argentinos consumimos unos 185 litros por persona en 2020. Estamos mucho mejor que Brasil (140 litros) y lejos de los 220 litros de décadas pasadas. Un dato curioso: a diferencia de China, en Argentina no es obligatoria la copa de leche en las escuelas.
TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA
Comentar las notas de Clarín es exclusivo para suscriptores.
Clarín
Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.
Clarín
Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.