El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, advirtió que se avecinan tiempos “difíciles” y aludió a “Ardua Marcha” de los años 90, como se conoce en
el país asiático a la respuesta frente a la hambruna sin precedentes que padeció.
Las palabras de Kim, reproducidas este viernes por la agencia estatal de noticias KCNA, llegan en un momento en el que el empobrecido país asiático, cercado por las sanciones internacionales y la pandemia, afronta su momento de mayor aislamiento en más de dos décadas.
En el discurso, con el que el mariscal norcoreano cerró el jueves una conferencia de secretarios de las células del partido único celebrada en Pyongyang, Kim mencionó el “gonanui haenggun” (la “ardua marcha” o “marcha de la adversidad”).
“He decidido pedirles a los órganos del Partido de los Trabajadores en todos los niveles, incluyendo al Comité Central, y a los secretarios de las células que lleven a cabo otra nueva y más difícil ‘ardua marcha’ para aliviar a nuestro pueblo de las dificultades”, dijo el líder supremo durante su discurso.
Kim Jong-un cerró este jueves una conferencia del partido único que gobierna en Corea del Norte. Foto: AP
Kim remarcó que mejorar la vida de la población ante la “peor situación de la historia” dependería de las células.
La fábula de la “ardua marcha”
Cuando el sistema de distribución pública de alimentos norcoreano comenzó a colapsar a raíz de la desaparición en 1991 de la URSS -gran patrocinador económico del régimen- la propaganda estatal comenzó a apelar al espíritu de la “ardua marcha”, en relación a un episodio supuestamente biográfico del fundador del país, Kim Il-sung.
El relato, que muchos expertos consideran una fábula para glorificar al abuelo del actual líder, cuenta que el hoy “presidente eterno” norcoreano sobrevivió todo el invierno de 1938-39 combatiendo en Machuria a las tropas del Imperio japonés, dominador colonial en ese entonces de la península coreana y de esa provincia china.
Supuestamente Kim Il-sung y sus guerrillas (a los que la propaganda oficial considera los liberadores del país obviando la derrota nipona en la II Guerra Mundial) encararon con éxito “tormentas de nieve” “inanición”, “miles de enemigos” y temperaturas “por debajo de los 20 grados”.
De cualquier modo, la “ardua marcha” acabó convertida para los norcoreanos en el sinónimo de la gravísima hambruna (término que a su vez se convirtió en tabú para no apelar al fracaso del modelo económico norcoreano) que se cree que pudo llegar a matar a unos 3 millones de personas en los años noventa.
Miembros del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, salen de un congreso clave, este jueves, en Pyongyang Foto: REUTERS
“Los peores días”
“Existen muchos obstáculos y dificultades en nuestro camino, y por lo tanto nuestro esfuerzo a la hora de hacer realidad las decisiones del octavo congreso del partido no va a ser siempre un plácido viaje”, advirtió Kim Jong-un el jueves sin hacer referencias más concretas.
En el congreso del Partido de los Trabajadores celebrado en enero el propio líder norcoreano admitió que el país pasa por sus “peores días” en referencia a las penurias generadas por las sanciones en un momento en que el diálogo sobre desarme con EE.UU. para levantar esos castigos permanece en punto muerto desde 2019.
A esto se unen los estragos de la pandemia en el empobrecido país, que cerró a cal y canto sus fronteras en enero de 2020, impidiendo la entrada de ingresos vitales para la economía como los que genera el turismo o la inversión extranjera, ambos procedentes en su mayoría de China, actual valedor del régimen.
Los exhaustivos controles fronterizos (en agosto se ordenó a patrullas y puestos de guardia que disparasen a todo el que se acerque a las divisorias) para evitar la entrada del coronavirus en su territorio incluso han eliminado casi totalmente los intercambios comerciales con China desde octubre, según datos aduaneros de Beijing.
Escasez de alimentos y medicamentos
Corea del Norte obtiene el 90% de sus importaciones de su vecino y medios con contactos dentro del hermético país han informado desde hace meses de la escasez de productos básicos, desde comida a medicinas.
La situación de aislamiento extremo ha forzado también a muchos diplomáticos y trabajadores de organismos internacionales y ONG a abandonar el país, donde prácticamente no quedan observadores ajenos al régimen.
A su vez, expertos en derechos humanos vienen alertado sobre cómo Pyongyang está aprovechando esa incomunicación con el exterior para reforzar aún más su control sobre la población, por ejemplo, con la aprobación reciente de una ley que endurece los castigos sobre la posesión de contenidos o dispositivos extranjeros (desde música hasta series, teléfonos o USB).
Por su parte, Corea del Norte sigue asegurando que aún no ha detectado un solo positivo de Covid-19 tras haber testado a 22.389 personas, según su último reporte a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de finales de marzo.
Por Andrés Sánchez Braun, agencia EFE
CB
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