El uso de bastones para caminar se remonta al principio de los tiempos, cuando los utilizaban cazadores y recolectores. Durante la Edad Media se convirtieron en compañeros de peregrinos o soldados
que volvían de las cruzadas. Esos modelos históricos eran de madera. Mucho tiempo después, con el auge de la cultura outdoor, llegó una gran evolución tecnológica. Los primeros bastones plegables aparecieron en la década del 70 y, por ejemplo, en 1978, el gran montañista Reinhold Messner los usó en su revolucionaria ascensión al Everest sin oxígeno suplementario.
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Tipos de bastones
omo dijimos, siempre existieron bastones tradicionales que empleaban materiales mucho menos tecnológicos, básicamente maderas duras. En la actualidad se ha impuesto el uso de bastones de aluminio o fibra de carbono, debido a que son mucho más livianos y fáciles de transportar y, por eso, más eficaces. Los modelos de gama media están hechos, en general, de distintas aleaciones de aluminio, lo que les confiere resistencia y ligereza (unos 250 gramos cada bastón). Si queremos unos más livianos sin sacrificar resistencia debemos optar los de fibra de carbono, bastante más caros.
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Cuerpo de los bastones
Está parte está formada por distintos segmentos –telescópicos o plegables–, generalmente tres (aunque dos en ocasiones), que permiten regular su longitud para adaptarla a nuestra altura y a las condiciones del terreno, además de permitirnos que ocupen muy poco espacio en la mochila. Asimismo, disponen de mecanismos de ajuste que ayudan a bloquear la disposición de los segmentos para ajustar su longitud a las necesidades concretas de cada caso. Existen modelos que incorporan entre los segmentos un sistema anti-shock que reduce las vibraciones producidas cada vez que se clava el bastón en el terreno, gracias al empleo de unos resortes que absorben esos impactos.
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Elementos y partes
> Empuñaduras. Las hay de diversos materiales, desde el plástico (el más habitual y económico), hasta algunos más blandos como la espuma EVA o la gomaespuma. Otros modelos incorporan el corcho, debido a que evita la sudoración de las manos que se produce a menudo con las empuñaduras de plástico. El diseño anatómico de estos elementos es crucial para que resulte cómodo su uso.
> Straps o dragoneras. Son las cintas que van unidas a la empuñadura y su cometido es doble. Por un lado, evitan que perdamos los bastones en caso de que se nos resbalen de las manos y, por otro, nos permiten apoyar el peso también en la muñeca, por lo que es necesario ejercer menos fuerza con la mano sobre la empuñadura, lo que evita que se nos sobrecarguen los antebrazos por el esfuerzo continuo.
> Rosetas. Son unas coronas circulares o arandelas dentadas que se colocan en la parte inferior de los bastones de trekking, y evitan que se entierren en terrenos blandos (barro, nieve). Existen rosetas de diversos diámetros; generalmente los bastones suelen venir provistos de al menos dos de distinta medida. Las pequeñas son adecuadas para el barro y las piedras sueltas, mientras que las de mayor diámetro son las más indicadas para la nieve.
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> Regatones y puntas. Estas últimas son las piezas de remate que se colocan en el extremo del bastón que está en contacto con el terreno, y van alojadas en el regatón que es una pieza semiflexible. Debido a que es la parte que está sometida a un mayor desgaste, las puntas suelen estar hechas de tungsteno, un material muy resistente a la abrasión y que soporta muy bien el desgaste. Para mejorar la tenida, las puntas suelen ser moleteadas (terminación que facilita el agarre). Existen modelos que permiten el uso de conteras, unas piezas especiales de caucho o goma blanda que se pueden superponer a las puntas de tungsteno, y que reducen las vibraciones al apoyar los bastones sobre terrenos muy duros en los que no se pueden clavar las puntas. Estas conteras sirven, además, como protección para evitar clavar las puntas de los bastones accidentalmente mientras se transportan. Durante el uso, hay que tener cuidado de no atascar el regatón entre las piedras pues, en tal caso, es probable que al hacer palanca lleguemos a doblar el cuerpo del bastón.
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Uso correcto
La longitud correcta del bastón es aquella que, una vez empuñado y apoyado en el suelo, nuestro brazo y antebrazo formen entre sí un ángulo de 90º en el codo. Esta es la longitud adecuada en terreno llano. En las subidas será conveniente acortarlos, mientras que en las bajadas es recomendable alargarlos. En travesías montañosas, el bastón de cara a la pared (en subida) se acorta y el exterior (el del lado de la bajada) se regula más extendido.