La comida por excelencia para las celebraciones patrias, por su tradición quechua que se extendió por todo el territorio sudamericano.
El olorcito que comienza a invadir la casa y las ganas de embarrar un pan en la olla que cocina a fuego lento el locro para disfrutar de forma anticipada ese guiso que está tan arraigado a nuestra tierra.
En cada fiesta patria, los argentinos optan por afianzarse a los orígenes de nuestro suelo y comer locro, con alguna que otra empanada de entrada. Aunque muchos tengan prejuicios y miren con mala cara, se trata de un plato muy sabroso.
Los tiempos han cambiado, y más en esta cuarentena, por eso ahora la modalidad para llevar o de delivery puede modificar la tarea de preparación de esta receta que, como todas, tiene sus trucos y variaciones.
Los principales ingredientes del locro son máiz balnco, porrotos, tripa gorda, chorizo criollo, cebolla blanca, calabaza, papa, cuerito de cerdo. A gusto, algunos optan por agregar chorizo colorado, pechito de cerdo, panceta, apio, puerro, ajo, falda, morrón y, por supuesto, una salsita picante.
El locro nació entre los indios Quechuas, llamado como “luqru” o “rucru”. Era un guiso realizado a base de zapallo, maíz y porotos. Su origen es precolombino y se lo prepara de varias maneras, según la tradición de cada una de las provincias argentinas. Lo único que no varía es su base vegetal y el procedimiento de cocción, que es a fuego lento durante varias horas.
En la antigüedad se usaban muy pocos ingredientes, pero con el tiempo se fueron sumando en algunas zonas el chorizo colorado, la panceta, entre muchos otros. Su uso actual es en ollas populares, fiestas, bares de barrios y, sobre todo, en las fiestas patrias. Este 25 de mayo, no hay mejor comida que una cazuela de locro.