En el gracioso corto “Mercedes”, de Marcos Carnevale, una patricia bicentenaria encarnada por China Zorrilla recuerda que durante las Invasiones Inglesas “Mariquita me dijo un día ‘Les soldats anglois son tres bons’. Mariquita era tremenda”. Esa tremenda Mariquita Sánchez de Thompson fue llevada al cine en una deliciosa comedia romántica, “Cuando florezca el naranjo”, con guión de Alejandro Casona, y un biopic costoso y declamatorio, “El grito sagrado”, con Fanny Navarro. Ayer, 25 de mayo, Sabrina Farji estrenó otra mirada, femenina, suelta y más amplia, “Mariquita, mujer revolución”, con Zoe Gotusso y Mayra Bonard. Dialogamos con Farji.
Periodista: Ante todo, ¿qué tan cierto puede ser ese chiste del corto “Mercedes”, escrito por Pacho O’Donnell?
Sabrina Farji: En sus crónicas, Mariquita recuerda la deslumbrante llegada de los ingleses en formación estricta, habla de sus uniformes, de las piernas de los escoceses, parece algo frívolo. Pero los ingleses dieron a conocer la existencia de los jabones. Los de acá se lavaban con lejía, se pasaban limón. Se rompía algo y había que esperar el barco. Era muy común andar remendados, no por pobres sino porque estábamos lejos de todo. Así empezó la Patria.
P.: En una de sus cartas ella dice, y usted la cita, “El poder de las mujeres es ser visibles, imprescindibles, ineludibles, y en lo posible impredecibles”. ¿Así es como usted se siente?
S. F.: Me siento muy identificada, soy impredecible, me gusta serlo. Vengo del video arte, la video danza. “Mariquita” me permitió jugar con esas herramientas, transmitir además la idea de una mujer sin un tiempo determinado. Por eso la pongo junto a la baranda de un barco de acero, o escribiendo bajo la luz eléctrica. Igual me encantaría hacer una biopic de ella.
P.: Para lo cual se requiere mucha plata. ¿Cómo se le ocurrió hacer esta versión?
S.F.: Siempre me pregunté qué hicieron las mujeres durante la gestación de la Patria. ¿Solamente cosieron banderas? Leyendo el libro de María Sáenz Quesada “Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental” tuve la impronta de historias más humanas, no sólo historias de batallas. Y me maravilló descubrir a una mujer que hizo tantas cosas en lo político, lo cultural, lo personal, la lucha por la libertad, como si fueran de la mano su propia historia con la historia del país. Porque Mariquita no solo prestó su casa para que López y Planes y Blas Parera (que era el maestro de música de la familia) presentaran en público lo que hoy conocemos como el Himno Nacional. Ella promovía ideas, relacionaba gente, hay quien la define como operadora política, además financió muchas actividades de los patriotas, creó y condujo la Sociedad de Beneficencia, que tenía un papel enorme, y después en el exilio en Montevideo hospedó refugiados, promovió con su pluma la oposición contra Rosas.
P.: Pensar que eran parientes.
S.F.: Eran primos segundos. “Te tengo miedo”, le dijo, quizás en forma seductora, pero por las dudas se fue. En Montevideo, además, se relacionó con la Generación del 37 a través de sus hijos. Se dice que fue amante de Esteban Echeverría, que “La cautiva” está dedicada a ella.
P.: Me impresiona lo que dice Sarmiento, que durante una charla, seducido por su inteligencia, tuvo “una erección tan porfiada” que por poco no se arrojó sobre ella.
S.F.: Esa confesión, para quien lo dude, está en el Archivo General de la Nación, fichada como “carta nro. 6” de Sarmiento. Y tenga en cuenta, además, que Mariquita le llevaba unos cuantos años.
P.: Volvamos a la época en que era quinceañera y quería casarse con otro primo segundo, el marino Martín Thompson, héroe de Trafalgar.
S.F.: La madre no la autorizaba, incluso la castigó, pero su confesor, fray Cayetano Rodríguez, le explicó la forma en que podía pedir la autorización del propio virrey. Justo acababa de llegar el marqués de Sobremonte, para tomar ese cargo. Ella tuvo la suerte de agarrarlo fresquito, recién llegado. Algunos dicen que esa historia romántica inspiró “El sí de las niñas”, de Leandro de Moratín, pero es dudoso. Lástima que Thompson, patriota de la primera hora, murió joven, y ella años después se casó con un francés que no la hizo feliz. Entonces el matrimonio era indisoluble. Sufría por eso, como también sufría teniendo al Río de la Plata como límite y horizonte. Sabía idiomas, soñaba con viajar, pero apenas llegó a vivir un corto tiempo en Río de Janeiro. Varios de sus hijos pudieron irse, instalarse en Europa.
P.: Todo eso lo aprendió usted mientras preparaba esta película.
S.F.: Desde que Sáenz Quesada escribió su libro comenzó a difundirse más la historia de las mujeres de esta tierra. Sobre Mariquita, en mi película dan testimonio ella y otras cuantas conocedoras, como Graciela Batticuore, Florencia Canale, Adriana Tursi, Andrea Bonelli, también Gabriel Di Meglio y el curador Patricio López Méndez, que hizo la reconstrucción histórica de la Quinta de los Ombúes, su casa de descanso, donde hoy es el Museo Béccar Varela. Su padre había hecho fortuna con negocios de exportación e importación. Ella heredó las propiedades, que después se fueron comiendo con los gastos de la Revolución. En sus cartas habla de lo mucho que le costaba sostenerlas.
P.: Le quedaba la casa donde hoy es Florida al 200.
S.F.: Ahí se cantó el Himno. Según dicen, ella tocaba el arpa, aunque en el famoso cuadro de Pedro Subercaseaux parece que fuera la cantante. En mi película, Zoe Gotusso canta su propia versión. De ahí tomamos el tono de los demás sonidos que se escuchan. Años atrás hicimos con Elena Roger otra versión, muy desnuda, para el corto “La voz”. El músico fue el mismo en ambas obras, Christian Basso.
Fuente Ambito