Lucas, uno de los cuatro hijos del sacerdote tercermundista Santiago Mac Guire, lleva “la épica, la esencia de ser hijo de un cura”, un hombre que en la última dictadura estuvo detenido en cuatro cárceles y un centro clandestino y que nunca dejó de sentirse religioso porque, decía, “el sacerdocio es para toda la vida”.
Lucas Mac Guire, de 50 años, se define en sus redes como Magister en Comunicación y Derechos Humanos, investigador sobre violencia institucional y consultor en práctica social del turismo.
Lleva 20 años en la Asociación Miguel Bru, 18 como facilitador, coordinador, alma de la Casa de Cultura y Oficios que esa ONG tiene en Parque Patricios.
“En verdad, lo que nos pasó con los años es que cuando fuimos siendo conscientes, me fui dando cuenta de dos cosas: por un lado, del tabú de ser hijo de un hombre que fue cura durante 12 años y se casó, y también el de tener un padre preso, que cae conmigo cuando yo tenía 6 años, en 1978“, empieza contando Lucas.
Se refiere a la detención de su padre, el 18 de abril de 1978, que estuvo preso en las cárceles de Coronda, La Plata, Caseros y Rawson, y detenido también en la Casa Obra Salesiana Ceferino Namuncurá, centro clandestino de la ciudad de Funes, en Santa Fe, hecho por el cual Lucas declaró en la justicia federal en el marco de la causa a Guerrieri.
Desde aquel día en que Lucas quedó solo en la calle con su bicicleta mientras presenciaba cómo se llevaban a su padre, solo pudo verlo en situaciones de encierro, hasta que Santiago Mac Guire fue liberado el 3 de diciembre de 1983.
Cuenta Lucas que la mamá de su padre murió muy joven y entonces “metieron a todos pupilos, decían que este, mi papá, tenía la vocación, algo así, para ser cura. También mi tío Mario fue metido en el seminario”.
“Papá nació en 1927, en el ´56 se ordena, hasta el ´68 es sacerdote, 12 años. En los ’60, cuando la migración interna empieza a ser muy fuerte, se va a un asentamiento muy pobre, el Bajo Saladillo, en el sur de Rosario. Consigue unos contenedores y hace una escuelita, una capillita, una sala. Eso perdura, pasan 8, 10 años, y mi vieja cae como maestra de una escuela de monjas”, cuenta Lucas.
María Magdalena Carey empieza a ver las necesidades y terminan con el cura, cofundador del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo en Rosario, “en el mismo rancho, ella 21 años, el 38; se enganchó con un tipo a los 21 y a los 28 tenía cuatro hijos”, resume.
Según le contó a Lucas el sacerdote Patrick Rice, también detenido durante la dictadura, fue el cura Carlos Mugica quien le dijo a su padre: ‘Santiago, no podés participar más de estas reuniones, porque estás casado’. Y Santiago le respondió: ‘Carlos, el sacerdocio es para toda la vida’.
Se habían casado por civil en 1969, pero “para él la vocación, los otros votos eran más importantes, él nunca renunció”, afirma su hijo.
“Ese fue el otro gran tabú de mi vida: ellos eran militantes, agitadores, llamalos como te parezca. Estaban con (Carlos) Mugica, con (Enrique) Angelelli, con la Teología de la Liberación”, evoca.
Con cierto humor, Lucas dice que el hecho de tener a su padre detenido superó el “problema” de enfrentar o tener que explicar en situaciones sociales que “papá es cura”.
“Eso lo superó. Me ayudó mucho poder decir que era un exsacerdote para no decir que estaba en cana”, recordó.
Lucas recuerda que las cárceles de Caseros, de Coronda “eran terribles, en La Plata había mucha represión, varias veces no pudimos verlo porque estaba en celdas de castigo”.
En 1983, cuando Santiago Mac Guire estaba detenido en Rawson, lo vio una sola vez en el año, hasta que su padre llegó a Rosario, el día que Raúl Alfonsín asumió como presidente.
“El Día del Padre, que me parece un horror, era un tema muy incómodo. A veces mandábamos cartas que volvían con sellos de censuradas. Cuando repito tercer grado me libero y puedo contar que mi papá estaba preso y cuando salió el tema de que había sido cura lo naturalizo de manera muy rápida“, relató.
También fue clave la mamá, porque cuando Lucas le consultó cómo manejar la situación en la escuela o ante sus amigos, María Magdalena le dijo: “Tu papá está preso porque ayudaba a los pobres”. Para Lucas eso fue reparador.
Cuando liberaron al padre, los chicos se fueron a vivir con él.
“Lo primero que hice fue decirle ‘papá, por favor, llevanos a la iglesia’. Quería entenderlo, curtir, ser el hijo de él. Tuve una gran relación, una marca mía de ir a fondo de verdad”.
Como una cuenta pendiente, fueron a tomar la comunión. “Estábamos chochos”, recuerda.
Cuando Santiago salió de la cárcel, quiso retomar la relación con su exmujer y encontró que ella estaba con otra persona.
“Se cagó la vida con esa cosa machista de ‘mi jermu me dejó cuando estaba en cana’, que tampoco fue así porque ya estaban separados. El sacerdocio es parte del sistema patriarcal, ellos son parte y también son víctimas de eso. Mi tío fue acosado, seguramente mi papá también, porque se meaba en la cama”, cuenta Lucas.
Santiago Mac Guire murió el 5 de julio de 2001 en Rosario.
Lucas se siente un “afortunado” de haber podido reencontrarse con su padre, lo que no pudieron vivir tantas hijas e hijos de detenidos-desaparecidos.
Y en este Día del Padre, habla con alegría del orgullo de llevar en él “la épica, la esencia de ser hijo de un cura”. De ese cura.
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Fuente Telam