Este lunes, mientras continuaban en distintos puntos de Jujuy las protestas por mejores salarios y contra la reforma constitucional exprés de Gerardo Morales, el gobierno provincial difundió un comunicado en medios afines donde resaltaba que el turismo fue perjudicado entre un 30% y 40% por los cortes de ruta. Pero hay otras acciones oficiales que condicionan más al turismo jujeño: por ejemplo, meter presos a turistas sin motivo.
Cristian Oviedo tiene 27 años, es marplatense pero hace 7 años vive en la Ciudad de Buenos Aires donde estudia la carrera de marketing. Junto a Nahuel, su pareja, pensaron en viajar al norte para el fin de semana largo. Hicieron estadía en la ciudad de Salta, rentaron un auto al llegar a «La Linda». Y arrancaron.
El jueves, recorrida por la capital salteña. El viernes, Cafayate. El sábado tocaba ir a conocer Purmamarca y Tilcara. Los cerros de siete colores. Las artesanías. La realidad a veces está lejos de lo que se ve en las fotos y las páginas de turismo.
«El sábado cuando nos levantamos, desayunamos, empezamos el viaje rumbo a Jujuy, y en la ruta 9 nos encontramos con una fila muy extensa de autos, no sabíamos qué sucedía. En ese momento pienso que había un accidente y habían cortado las rutas. Empiezan a pasar policías, ambulancias, cuando nos aproximamos más adelante estábamos a 7 autos de una protesta de pueblos originarios, después me termino enterando que fue por una reforma constitucional en la provincia que los afecta a ellos, y también docentes, que marchaban por aumentos salariales». Cristian empieza su relato en diálogo con Tiempo. Lo hace desde el celular de Nahuel. El suyo todavía lo tienen en Jujuy. Aún no se lo devolvieron.
Continúa: «Ahí me bajo, empiezo a escuchar entre otros turistas que se rumoreaba que la policía iba a empezar a reprimir, que iban a empezar a tirar piedras, me asusto por nosotros y por el auto, que no era de nosotros. Le digo a mi novio: ‘Nahu voy a ver si se va a solucionar o si pegamos la vuelta a San Salvador«.
«Cuando me bajo, voy para donde estaba todo el reclamo con la gente y la policía. Me agarran sin decirme absolutamente nada. Ni siquiera estaba participando de la marcha o del corte. Acababa de bajarme del auto. Me agarran entre dos policías, me suben a un camión de la policía, lo único que escuché en ese griterío, con la fuerza de los policías que no me dejaba hacer nada, fue a una abogada que me decía ‘decime tu nombre y apellido’, yo gritaba “¡Soy turista!”. Cuando digo mi nombre y apellido me tapan la boca y me meten para adentro del camión, y cierran la tela«.
Dictadura
Cristian fue subido a un camión de brigada. Lo llevan agarrado entre dos: «uno ahorcándome de arriba y el otro me tenía las piernas. Les preguntaba adónde me llevaba. Les decía que era turista, que no entendía porqué estaba ahí. Otro me decía: ‘te lo advertí, ahora callate’«.
Cristian no dijo más nada. Así llegó a la comisaría El Volcán, entre Purmamarca y San Salvador. «Yo no paraba de llorar, en situación de crisis y angustia total, no entendía qué estaba sucediendo. Me toman mis datos dos policías, ahí se bajan más personas en mi misma situación».
Paréntesis del autor de la nota: en estos días el gobernador Morales justifica el accionar policial en que atacan mafias, habla de gente de Milagro Sala, casi terroristas. Ahora Cristian describe quiénes eran esas otras personas detenidas que bajan del vehículo policial, a ver si cumplen con las definiciones del mandatario: «eran tres mujeres, una de ellas diputada (Natalia Morales), otras dos de pueblos originarios, y un periodista».
«No te puedo explicar… ahí con ellas pude conocer la cultura de Jujuy. Todas educadas, nadie con antecedentes penales. Además, no era un delito lo que hacían. Si alguien quiere salir a protestar está en todo su derecho. No me parece algo fuera de la norma».
En ese momento les informan que los van a trasladar a la comisaría central de San Salvador. La diputada le dice «quedate tranquilo, soy diputada, nos agarraron, este gobierno es un desastre, ¿tenés alguien para avisarle que estás acá?». Aprovecha a mandarle mensaje a Nahuel. Aún tenía el teléfono. «Le mando ubicación y mensaje a mi novio, pero por las dudas delante de los policías dije que era mi hermano. Pensé ‘estos retrógrados si digo ‘mi novio’ me van a tratar peor. Ya arriba del camión pensaba que era un secuestro. No viví la dictadura pero todo lo que sufrí ahí me hizo revivir esas situaciones en los videos que vi de la dictadura, que te agarraban por cualquier cosa, reviví en carne propia esos momentos».
Piqueteros
Cuando iban rumbo a la comisaria central, un policía les dice que no. Que al final van a ir al penal de Alto Comedero. «No tenía idea qué era. Le pongo en un mensaje a Nahuel: ‘me están llevando a un comedor. No tenia idea de que era un Servicio Penitenciario’». Lo dice ahora casi entre risas que amagan con salir. A su modo, entrecortadas. El shock continúa.
«Cuando llegamos a Alto Comedero viene un policía de civil, me fuerza las manos y me las pone atrás, como un delincuente. Me lleva y me secuestran todas las cosas. Preguntaba a los policías de qué me acusaban y nadie me respondía. Solo me decían ‘tenés que esperar’».
Lo que debía esperar era a que trajeran un testigo que validara el secuestro de sus pertenencias. «Espero 25 minutos hasta que viene un testigo que caminaba por ahí afuera, y firma lo que me habían secuestrado, sin ver nada. Solo le ponen el acta y el testigo firma. Veo que todas mis cosas quedan dentro de esa bolsa con el acta, pero mi celular se lo llevan a otro lado».
Le toman huellas dactilares, le sacan la foto. Ahí es el momento final en que cae en la cuenta que sí, que realmente ese muchacho que fue a Jujuy de vacaciones en el finde largo, que ese pibe que quería conocer Purmamarca y las Salinas, quedaba detenido. «Viene el director de Alto Comedero, se presenta y dice que a partir de ese momento quedo privado de la libertad, yo y el resto del grupo, que éramos 13. Que quedábamos a cargo de ese servicio, y que si alguno tenía algún acto de rebeldía o no éramos respetuosos con el personal de penitenciaría, automáticamente él daba la orden de llevarnos a otro servicio de mayor seguridad donde la íbamos a pasar peor«.
Luego los hacen ir a una especie de SUM, un gran galpón, con colchones y frazadas. Cada uno agarraba una. Y a quedarse ahí. Ya era la noche. «Me acuesto, no paraba de llorar. Y aparece Eva Arroyo, de H.I.J.O.S. de Jujuy. Fue la persona que me contuvo en un primer momento. Me dice que había hablado con Nahuel que estaba en la puerta. ‘Vos no tenés nada que ver, es este gobierno, quedate tranquilo, estamos trabajando’, me dice. Y me presenta a la doctora Alejandra Cejas, quien me está representando».
El motivo de la causa era que todos y todas habían estado «en fragancia», de acuerdo al artículo 194. «Por eso nos detuvieron, supuestamente. Después me entero que como no se me acusaba de nada no me habían puesto ninguna causa, no tenia antecedentes penales«.
Y describe esa noche: «La pasé horrible. No pude dormir, no paraba de llorar, muerto de frío, espantoso. Eva Arroyo aparece y pide que no nos mezclaran con el resto de la población penitenciaria. Después entonces nos trasladan de ese galpón helado a la escuela del servicio, ahí nos dividieron en dos aulas».
A la mañana siguiente se presenta el secretario de una defensora pública de la provincia que le querían instalar como abogada a Cristian: «les digo que ya tenía una abogada (Cejas), y el secretario me dicen que me la van a poner igual y que por mi situación hasta el miércoles o jueves no sabía si iba a poder salir, que primero tenía que haber una audiencia para evaluarlo. Ahí me preocupo más todavía. Hasta que aparece gente de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, y ahí hicimos una charla entre todos. Nos cuentan que ya habían hablado con el fiscal, y había autorizado la liberación de todos».
A las 19 del domingo lo dejan de libertad. Había pasado más de 30 horas detenido. Fue sobreseído por falta de mérito, algo que al final no tuvo causa. Pero su celular nunca se lo devolvieron. Tampoco su chip. Según su abogada, la fiscalía lo largaría el miércoles.
Cristian ya está en Buenos Aires. Llegaron al vuelo que tenía planeado para este lunes a las 14 horas. ¿Con qué pensamiento retornó? «La reflexión se resume en una palabra: dictadura. No lo puedo explicar de otra manera. Gente que estaba protestando y pidiendo por lo que le corresponde. Y la respuesta es agarrar a una persona, privarla de su libertad sin motivo ni causa. Es lo que sucedía en esos tiempos».
Cristian no tiene ni tenía nada que esconder. De hecho, para acreditar que era turista les dijo en qué hotel se hospedaba, dónde rentaron el auto. En el celular tenía fotos del viaje de turista. Cuando lo liberan y devuelven el vehículo y hacen el check out en el hotel, les avisan que la policía había llamado para comprobar si era verdad. «Desde la Penitenciaría querían acreditarlo. Me remarcaban si era turista o piquetero. Ese era el dilema de ellos».
La historia de Cristian demuestra otra faceta: lo poco que el turista puede conocer de afuera (o lo poco que se informa en grandes medios) lo que sucede en esas tierras: «No tenia idea de lo que se está viviendo en Jujuy; vi una nota hace no mucho que salió en un diario digital del gobernador de Jujuy, donde hablaba que Jujuy estaba súper bien, que no había pobreza, que había paz. Viví en primera persona la represión sin ningún motivo. El mensaje que (Morales) dio en su momento era lo único que yo sabía de Jujuy, hoy me doy cuenta que es absolutamente diferente lo que viví de lo que escuché en palabras del gobernador».
«No pudimos conocer Jujuy, lo único que conocí de Jujuy fue el servicio penitenciario», se lamenta de nuevo, dejando una línea de ironía risueña entrecortada. ¿Pensás volver algún día a conocer la provincia como no pudiste hacerlo ahora? «Jujuy no tiene la culpa, ni la provincia ni el pueblo, porque son personas realmente hermosas. Me llevo gente muy linda, sufrida, que no tiene recursos, que no dispone de los recursos que tenemos en capital. Gente sin agua potable ni gas. En un futuro quiero que salga de mi cabeza esta situación, y le voy a dar otra oportunidad a la provincia, seguramente con miedo al principio, pero ellos no tienen la culpa».
Fuente Tiempo Argentino