
Mañana se inaugura en la casa Roldán la exposición de la Colección Bruzzone, los 85 lotes de arte argentino de los años 90 (de los más de 2.000 que posee) que se rematarán el 5 de julio a las 19.30 horas en una subasta presencial. En las páginas de este diario, informamos en el año 1999 que, el Centro Cultural Rojas presentaba “Algunas obras de la colección Bruzzone: un recorte del arte de los ‘90”, una muestra representativa de la estética inconfundible de esa década. Cualquiera estaba autorizado a mostrar reticencias ante “La torta”, obra de cuatro pisos realizada con caniches de peluche rosas y celestes de Cristina Schiavi (hoy estimada en 18.000 dólares); o, el look animal Dolce & Gabbana de Ariadna Pastorini, el retrato de una artista del porno shop de Martín Di Girolamo y los ondulados ornamentos de Jorge Gumier Maier.
Pero el texto aclaraba que muchos artistas consideraban que la pasión de Bruzzone por el arte, “es una de las cosas más lindas que pasaron en estos últimos años”. El escrito describe las sorpresas que podía encontrar un espectador con el ojo entrenado, como el inocente origen de los cuadros de Pablo Siquier o una pintura figurativa del artista abstracto Tulio de Sagástizabal. Entretanto, “El infierno de Dante”, una creativa reconstrucción de un crimen realizada por Sebastián Gordín, marcaba el origen de sus maquetas. Allí se exhibían además, los primeros trabajos con cuentas de colores de Román Vitali; un pedestal de Liliana Maresca y unas obras de Miguel Harte y Marcelo Pombo muy diferentes de las actuales.
Hoy, la obra más cotizada es la del maestro de esa generación, Pablo Suárez, 70.000 dólares es la base de “Trementina. El duende da a su pintura la fluidez necesaria”, un óleo sobre tela con escultura en masilla epoxi policromada. Marcelo Pombo se destaca entre los discípulos con su “Vitreaux de San Francisco Solano”, realizado con bolsas de nylon, cinta de embalaje y esmalte sintético sobre aglomerado. 80 x 100 x 9 cm, fechado en 1991 y firmado. Expuesta ese mismo año en el Instituto de Cooperación Iberoamericana y luego, en la mencionada muestra del Rojas, tiene una base de 50.000 dólares. Pero la obra pertenece a la serie que el artista realizó siendo docente de una escuela de alumnos diferenciados y, además, fue reproducida en numerosos libros y catálogos y expuesta en la muestra consagratoria “Recovering Beauty: The 1990s in Buenos Aires” realizada en el Blanton Museum of Art, Austin. En 2013 se expuso en la Fundación Proa y en 2015 en la muestra “Marcelo Pombo, un artista del pueblo” del Museo Fortabat. “La obra tiene “fragmentos de etiqueta de la galería Ruth Benzacar al dorso”, anuncian en Roldán, como si fuera una reliquia.
El texto que presentaba la muestra del Centro Cultural Rojas, un breve relato de impresión austera escrito por el propio coleccionista, resultaba tan interesante como la exhibición. La narración se remonta al día en que por primera vez entró al Rojas como abogado penalista para dar una conferencia, cuando ni siquiera soñaba con comprar una tinta de Alberto Greco, su primera adquisición. Lo que sigue revela la riqueza intangible que le deparó el trato con los artistas. Bruzzone destacaba con énfasis que, frente al resto de los actores del mundo del arte, en los años ’90 son los artistas quienes ejercen el papel de legitimadores. “De modo excluyente”, afirmó. Decía que Pablo Suárez, Roberto Jacoby, Luis Benedit, Guillermo Kuitca y Gumier Maier habían sido -a su criterio- “mucho más importantes en la legitimación de tendencias, gustos y artistas que cualquier operador cultural o crítico”.
El coleccionista aclaró entonces que, al reunir estas obras, su afán no fue la inversión económica y expresó la satisfacción que le deparaba haber convertido su casa y su oficina de fiscal nacional en una suerte de museo de arte contemporáneo: “Para hilaridad o reflexión de mis amigos abogados”. Sin embargo, estos trabajos reunidos a lo largo de ocho años que, en ocasiones fueron los primeros que vendieron algunos artistas y que sin duda costaban poco dinero, ya comenzaron a cotizarse”, concluye la nota de este diario fechada en 1999.
A. M. Q.
Fuente Ambito