Magnífico viaje al movimiento informalista

5 de julio 2023 – 00:00

La galería MC presenta la muestra “Hiperestesia”, con obras de sus pioneros.

alberto greco. Una de sus obras en la exposición de los informalistas.

alberto greco. Una de sus obras en la exposición de los informalistas.

La galería MC presenta la muestra “Hiperestesia”, un viaje al movimiento informalista con obras de Alberto Greco, Clorindo Testa, Kenneth Kemble, Teresa Vila, Silvia Torras, Martha Peluffo, Noemí Di Benedetto, Towas, Mario Pucciarelli, Lea Lublin y Sameer Makarius. Un texto de Marcelo Pacheco presenta un grupo de artistas donde reina la diversidad, pero los une un factor común, la hiperestesia, que, según la definición enciclopédica es “un trastorno de la percepción, una distorsión sensorial por un aumento de la intensidad de las sensaciones, en el que los estímulos, incluso los de baja intensidad, se perciben de forma anormalmente intensa”. Si bien la sensibilidad exacerbada es una característica común a muchos artistas, Alberto Greco responde plenamente a esta descripción.

Un año antes de suicidarse, en 1964, Alberto Greco pintó “Crucificción y asesinatos sobre la muerte”, un cuadro abstracto donde apenas si se alcanza a advertir la silueta de uno de los personajes que el artista invitaba a ingresar en la obra. La prensa española destacaba entonces la “incorporación de personajes vivos en la tela”. Al interés de esta pintura especial, se suma la sorpresa que depara descubrir que, en la cara posterior del mismo cuadro permanece oculta una obra tan importante como la del frente. La pintura escondida no tiene título. Pero en 1963 habían asesinado a Kennedy. Y allí, junto a un féretro, hay unos rostros desencajados y recortes periodísticos; en toda la superficie se leen frases desconectadas pintadas con énfasis, como “Alabado sea el santísimo”, “todo se ha terminado” y reiteradas referencias a la pregunta que Jesús le hace a su padre: “¿Por qué me has abandonado?”. Allí mismo figura el nombre de Saura. En Madrid, Greco realizó acciones con Antonio Saura y Manolo Millares. Cabe aclarar que las pinturas de Greco no abundan en los museos ni en el mercado, muchas se malograron, y los cuadros de esta exhibición no figuraban en la exposición antológica del Museo Moderno, curada por Marcelo Pacheco con Marita García y Javier Villa. Pero en la muestra figura otra pintura de Greco, sin título y también de 1964, realizada con óleo, tinta, lápiz, grafito, papel y una tela blanca sobre otra. Las pinceladas negras y el gesto suelto contrastan con los textos escritos con letras pulcras, unas condecoraciones y unos rostros pequeños. A Greco no le interesaba demasiado la estética, pero esta obra mantiene la intensidad que lo caracteriza y, además, es una bellísima abstracción. Dato notable teniendo en cuenta que, Kenneth Kemble, uno de los padres del informalismo argentino, utilizó materiales que el mismo definía como “una porquería”, toscos, vulgares y pobres (cartones, trapos, alambres, chapas) ajenos al arte pulido de entonces. La belleza es una cualidad que suele estar ausente en la obra de estos artistas.

“Las cualidades generales del lenguaje informalista, forma un haz de obras enfrentadas, o entretejidas, o directamente mezcladas o en tensión. Se ve con claridad como una manera que asoma desde la década del 40, aunque como grupo mostró solo en dos exhibiciones, ambas en 1959. Esta ubicación del movimiento pone al informalismo en uno de los umbrales amplios del pasaje del arte moderno al arte contemporáneo. Informalismo, umbrales, costurones, decollage, arte otro, dripping, son diferentes semblantes que entran sobre una base de pintura en capas superpuestas de restos de materiales”, explica Marcelo Pacheco.

Kemble fue uno de los padres más combativos del movimiento informalista y del arte destructivo y en la muestra se exhibe una obra realizada con una chapa acanalada, madera y óleo sobre hardboard. No obstante, si bien forzó los límites y rompió con la belleza, hay una obra con un paño blanco pegado sobre fondo negro, cuyos pliegues recuerdan de los mantos de la pintura clásica. Kemble, por su parte, contaba: “Fue fascinante para mí, era la primera vez que me sentía integrado a un grupo. Yo participaba de las ideas básicas, la libertad de creación, el desparpajo, la actitud irrespetuosa hacia los cánones clásicos”. Pero la diversión no duró mucho. El grupo presentó sólo dos exhibiciones, ambas en 1959, en las galerías Van Riel y Pizarro. Clorindo Testa, como Kemble, recurrió al recurso de aplicar una tela blanca y plegada sobre el lienzo de un bastidor también blanco. Pero transmite cierta violencia al sujetar la gruesa tela con clavos.

La diversidad de artistas que comparten la muestra se debe, en parte, al plan original de presentar mujeres informalistas que, en esos años no eran precisamente la mayoría. Y, sin embargo, son varias las que figuran, algunas casi desconocidas. En la muestra falta Luis Wells que ocupó un lugar crucial y significativo para indagar el espíritu rupturista que animaba a todos ellos. Enrique Barilari, también ausente, acertó al describir: “Por fin rompimos el techo, volábamos como un globo de gas de los chicos”.

Con Silvia Torrás y la uruguaya Teresa Vila aparece el color, una presencia inesperada en el universo informalista. Y un color sin medias tintas, amarillos y rojos radiantes. Con tonalidades menos intensas figuran las pinceladas del riojano Towas, las de Lea Lublin y Marta Peluffo.

Fuente Ambito

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