
Quito – Una fábrica de Quito no da abasto para atender a las decenas de autos que esperan su turno para ser transformados en acorazados de vidrios oscuros. Sus dueños pagaron fortunas para blindarlos ante la violencia del narcotráfico que crece a la par de la industria de seguridad en Ecuador.
En su mayoría camionetas de alta gama llegan al taller, donde los trabajadores las desbaratan y refuerzan hasta el último rincón con materiales especializados para resistir balazos.
A mano y con máquinas, cubren cualquier orificio por el que se pueda colar un proyectil y acabar con la vida del conductor o sus pasajeros, como sucede con cada vez mayor frecuencia en Ecuador.
La demanda de seguridad crece en el país de 18,3 millones de habitantes: políticos de todas las corrientes espantados por las amenazas y los atentados, empresarios que temen ser secuestrados con fines extorsivos, medios de comunicación, entre otros.
“Al menos en nuestra ciudad, aquí en Quito, este último año se ha duplicado o triplicado” la venta de blindados, dice el empresario del sector Fernando Sánchez.
Sin que existan cifras oficiales, para Carla Álvarez, experta y académica en temas de seguridad, “hay un boom” de esa industria. Se trata de una repuesta “natural ante la percepción” de desprotección de los ecuatorianos.
La encuestadora Gallup reveló a inicios de este año que Ecuador fue el país con mayor sensación de inseguridad en América Latina (62% de los encuestados) para 2022.
Fuente Ambito