
En 1969, el fabricante japonés Nippon Calculating Machine desencadenó un hito en la historia tecnológica al asociarse con Intel para diseñar un conjunto de circuitos integrados para la Busicom 141-PF, su calculadora. El resultado fue el Intel 4004, el primer microprocesador, que, con el tamaño de una uña, ofrecía la misma potencia de cálculo del primer ordenador de 1946, que ocupaba una habitación entera.
En realidad, todo empezó en 1965, cuando Gordon Moore, cofundador de Intel, anticipó que el número de transistores, aquellos componentes electrónicos que permiten mayor capacidad de procesamiento en los chips, se duplicaría cada dos años. Esta predicción, conocida como Ley de Moore, fue el verdadero puntapié de la industria de los semiconductores, marcando el ritmo de la revolución digital.
Los avances en la miniaturización de componentes y la nanotecnología han impulsado un crecimiento exponencial en la industria tecnológica. Desde los primeros chips, como el 4004, con una capacidad de 92.000 operaciones por segundo (OPS), hemos evolucionado hacia procesadores modernos capaces de realizar miles de millones de operaciones por segundo (GOPS). En la actualidad, estos componentes son omnipresentes: sin ellos, miles de millones de dispositivos en todo el planeta simplemente no funcionarían. Su presencia se extiende a la informática, la salud, la energía inteligente, los automóviles y muchos otros sectores fundamentales.
El avance continuo en el desarrollo y mejora de estas unidades de procesamiento, permitiendo el análisis eficiente y veloz de cantidades masivas de datos, allanó el camino para sumergirnos en uno de los cambios más significativos de nuestra época: la era de la inteligencia artificial.
Con un mercado valuado en casi 100.000 millones de dólares y proyecciones que apuntan a un crecimiento acelerado, se espera que la inteligencia artificial alcance los 200.000 millones para el año 2030, consolidando su posición indiscutible en la actualidad. Este panorama refleja su vigoroso avance y la creciente consolidación en los entornos empresariales y tecnológicos, definiendo un futuro cada vez más impregnado por sus aplicaciones.
En este escenario dinámico, estamos liderando una transformación fundamental en la estructura de los chips, representando no solo un salto significativo en la tecnología, sino también un hito crucial en la democratización del acceso a la inteligencia artificial. Este cambio proyecta un futuro en el que la integración de la IA en nuestras vidas cotidianas será más común y accesible, marcando un punto de inflexión en la manera en que interactuamos con la tecnología.
A más de medio siglo desde el inicio de este viaje tecnológico, nos encontramos inmersos en la era de la ‘Siliconomía’, un paradigma impulsado por el silicio y el software que desencadenó un crecimiento exponencial, ofreciendo mayor accesibilidad, escalabilidad, y confianza en todo el ecosistema. Hoy en día, el silicio, piedra angular en la fabricación de chips, lidera una industria de 574.000 millones de dólares, impulsando un mercado tecnológico global valuado en casi 8 billones de dólares.
La inclusión de la inteligencia artificial representa un desafío y, a su vez, marca el comienzo de una nueva etapa, repleta de promesas y descubrimientos que trascienden los límites de nuestra imaginación. Esta evolución redefine nuestra interacción con la tecnología, transformando nuestra vida cotidiana y abriendo horizontes inexplorados de innovación.
Director de Ventas Digitales para las Américas de Intel y Country Lead de Argentina
Fuente Ambito







