Fue el fatídico miércoles 31 de enero, el último día de combate de Cristina contra una enfermedad que tronchó su vida. La información en las redes se difundió rápido y causó impacto en la amplia comunidad que, desde diversos sectores, conocieron y trataron a Cristina Deza. Entre otros, la Cámara de Productores Ovinos de Córdoba que expresó su congoja por el fallecimiento de quien fuera una activa integrante de su directiva.
En lo académico fue un faro que difundió conocimientos e investigaciones sobre una actividad ganadera que hace un siglo fue importante y hoy busca retomar su brillo: la producción ovina. Cristina fue una de las creadoras de la aplicación Radar Ovino, una herramienta tecnológica e innovadora desarrollada por la Cátedra de Rumiantes menores y compuesta de indicadores zootécnicos y de resultados que, con el objetivo de la mejora continua, identifica puntos críticos en los establecimientos dedicados al ovino y lo referencia a modelos tradicionales y mejorados en ambientes serranos y de llanura de la provincia de Córdoba.
Se trata de una app producto de una investigación de Cristina Deza junto a la ingeniera Marina Ganchegui que funciona en forma intuitiva, con carga de datos una vez al año y permite el registro de datos de seguimiento continuo sobre ovejas en servicio, corderos nacidos, destetes y otros parámetros destacados. El Radar Ovino es un dispositivo sencillo, eficiente y de acceso libre, validado por universidades, entes públicos y productores asociados de diversas provincias.
Es un diseño ideal para la enseñanza en escuelas agrotécnicas, instituciones de educación superior y facultades, y de extendida utilidad en oficinas de administración públicos y privados de diferentes estamentos del sector ovino, ya que se constituye como un elemento para favorecer la toma de decisión y el desarrollo de políticas públicas en este sector ganadero.

En este artículo se analiza la fuerza de trabajo reproductivo de mujeres campesinas de los departamentos Cruz del Eje e Ischilín de la Provincia de Córdoba, quienes comparten características en común: intervienen en forma directa en la reproducción social y en la producción, no contrata mano de obra permanente, cuentan con limitaciones de tierra, capital y tecnología, tienen débil vinculación con el mercado y la producción está orientada para el autoconsumo o para la subsistencia. El desgaste energético de estas mujeres está relacionado, entre otras cosas, con el ciclo doméstico por el que ellas atraviesan, con su edad cronológica, el número y edad de los hijos e hijas y las condiciones climáticas e hídricas de la región, así como la distancia a los centros más poblados y comerciales.
Pero, al margen de la mejora permanente en la eficiencia y manejo de ovinos y caprinos, María Cristina Deza supo reconocer y visibilizar a quienes trabajan con ellos en las regiones más olvidadas de Córdoba y de otras provincias de la región central de nuestro país.
Entre otros, recibieron sus saberes y con su ayuda pudieron introducir mejoras en las cadenas agroalimentarias y agroindustriales de la cadena ovina a nivel nacional y provincial buscando detectar puntos críticos para mejorar la competitividad.
Supieron y valoraron a Cristina las mujeres campesinas de los departamentos cordobeses de Cruz del Eje e Ischilín, quienes son activas partícipes en la producción y en la reproducción social de la región. En esas regiones, es bajísima la contratación de mano de obra, hay fuertes limitaciones de acceso a la tierra, el capital y la tecnología. Por el trabajo de investigación de Cristina Deza supimos que el desgaste energético de estas mujeres está relacionado con el ciclo doméstico por el que ellas atraviesan, su edad cronológica, los hijos e hijas, su religiosidad, así como la severidad del clima y las distancias a los centros más poblados.
María Cristina Deza no solo colmó de datos precisos numerosas planillas Excel sino que abordó con sensibilidad estrategias de investigación cualitativa, intentando conocer los sentidos y significados de los y las mujeres que trabajan en esa región. Por sus investigaciones conocimos relatos, historias de vida y registros etnográficos para conocer y comprender sus prácticas y representaciones.
Embargada de dolor que produjo su partida, la ingeniera Marina Ganchegui la recordó con cariño y el afecto propio de quien mensura la dimensión de la pérdida, para decir: “Cristina, como la llamábamos, no solo realizó aportes propios de su talento, su afán de conocer y su talento sensible en las aulas, sino que tenía una capacidad de trabajo inusual. Fue una de las responsables en la implementación de la ley caprina a nivel nacional, y ovina y caprina en la provincia de Córdoba, aportes que realizó vertiendo todos sus saberes y sensibilidad”.
Cristina fue además secretaria de Ciencia y Técnica de la Facultad de Ciencias Agropecuarias en la Universidad Nacional de Córdoba. Sus estudiantes la recuerdan como alguien que, al margen de la sapiencia que tenía en su formación, era una fuente ética sobre temas de la profesión, de relaciones y de la vida.
Nos dejó alguien que su ausencia hará más cuesta arriba este desafío de visibilizar, integrar y hacer viable la vida productiva junto a los pequeños rodeos ovinos y caprinos en nuestra provincia y la región central de nuestro país.