“Es desgastante, esperemos que afloje”, decían en una trinchera de LLA a Ámbito días atrás. La expulsión la semana pasada de Lourdes Arrieta del bloque de diputados (más allá de que se haya adelantado con el armado de un monobloque) y de Francisco Paoltroni en el Senado fue otra muestra de que el ambiente se corta con un cuchillo. En la práctica, LLA pierde soldados que no le sobran. Todo lo contrario: le faltan. Queda con apenas seis senadores y el bloque del PRO en Diputados pasará pronto a ser el segundo en número, detrás de Unión por la Patria (UP).
Resta conocer el grado de flexibilidad que tendrán los ex-LLA, ya que curiosamente siguen manteniendo lealtad a Javier Milei, que sigue demostrando sus pericias en el arte de la política. Los echa pero le responden. Por caso, hasta Villarruel sigue el principio de la lealtad, valor castrense por excelencia, a pesar de los dardos que a diario viajan los dos kilómetros que separan la Casa Rosada del Senado.
Tal vez, la lupa puesta en estos días sobre Santiago Caputo lleve a que se calmen las aguas. En el entorno de la vice creen que es una posibilidad, y hasta desean un alto el fuego. Cerca de Milei están en una sintonía similar, y hacen silencio de radio a la sola mención de la interna con Villarruel. Solo se dedicaron a separar agendas, un hecho que en la práctica viene sucediendo, independientemente de las declaraciones.
En esa guerra fría, la última encuesta de opinión pública de Giacobbe refleja que Milei y Villarruel son los políticos con mejor imagen positiva, ambos con 45,2%. Pero el peso de la gestión desgasta más a Milei, que tiene un 41% de rechazo, contra 36,1% de la vice.
En la capa que le sigue, el hervidero continúa, el cruce tuiteril, modo preponderante del pugilato de LLA, entre Marcela Pagano y Lilia Lemoine fue para mirar con pochoclos. Quedan las ganas, como en las buenas series, de pasar al siguiente capítulo. Pagano es de las pocas díscolas que quedan en el espacio, y tiene a favor de que por su pasado de periodista en pantallas centrales es una figura más conocida que el resto de los legisladores libertarios.
La necesidad de Martín Menem de salir del centro del ring en lo inmediato, quizás lleve también, creen en LLA, a cierta tregua para lo que viene.
El PRO ojea las cartas
“El PRO tiene un problema: ahora se define siempre en relación a Milei. Si va atrás, al costado, adelante, enfrente…”, decía un amarillo pura cepa días atrás, en la previa de la cumbre de la fundación Pensar en Paraná, donde Mauricio Macri reafirmó posiciones ante los suyos, después de haber cenado en la semana con Javier Milei en Olivos.
El rap ya suena de memoria: pulgar arriba a la dirección del Gobierno, pulgar abajo a la gestión. Presión para incorporar cuadros en la administración de LLA, encono de Mauricio Macri con Santiago Caputo, y demostración de fuerza territorial con gobernadores e intendentes para que no se le vaya de las manos la posible alianza electoral.
La fundación Pensar, que tiene al frente a María Eugenia Vidal, es el foro que le permite marcar la cancha a Macri, ya sea con encuentros o con la publicación de estudios. En lo que refiere a reuniones, habrá un impase este mes, y recién habrá nueva fecha en octubre, en San Juan, con foco en la minería.
En el plano interno, Macri tiene a Bullrich en la mira, y luego de enrostrarle a la ministra que los diputados mayormente se alinean a su liderazgo, ejecutado por Cristian Ritondo en el recinto, sentó a los suyos con Milei para blindar el veto a la reforma jubilatoria que aumentaba haberes del sector más castigado por la motosierra. Una manera de ordenar la tropa tras haber hecho un guiño al veto vía redes sociales, aunque los senadores que votaron a favor de los aumentos se rebelaron: “No recibimos órdenes”, dijeron para desmarcarse del jefe del partido.
De todas formas, la interna del PRO también incluye a los libertarios, con quienes terminarán jugando electoralmente en 2025. Las condiciones la pondrán la marcha de la economía y el apoyo popular a Milei. Si los gobernadores que participan en los encuentros de fundación Pensar se sentarán a armar listas con Karina o con Macri es una incógnita que se despejará a medida que avance el calendario.
Hartazgo radical
El radicalismo también se mide en torno a Milei. No tanto como el PRO, ya que los amarillos comparten con LLA la base electoral, mientras que la UCR tiene sus propios acólitos. No alcanza, claro. Y se encuentra tironeado por los dos polos. Se sabe: las posiciones de tercera vía, intermedias, nunca triunfan en Argentina.
En el plano parlamentario, asumirse en la oposición obliga a acercarse al peronismo, del que pretende diferenciarse. No hacerlo, lo deja cerca de Milei. Diferencias que se dan entre el presidente del partido, el senador nacional Martín Lousteau y buena parte de los correligionarios, muchos de ellos con responsabilidad de gestión. La UCR tiene una red de gobernadores e intendentes que tienen que pagar sueldos y aguinaldos.
No obstante, el destrato de Milei a los gobernadores de Juntos por el Cambio empieza a ordenar al partido. Lo decía un mandatario radical: “Apoyamos todas las leyes y nos tratan igual que a Quintela”, en referencia al gobernador de La Rioja, uno de los más confrontativos, y que viene de recibir fondos para obras en mayor cuantía que los “dialoguistas”.
En el caso de los gobernadores más mileístas, el gobierno no los está incorporando. “No les da nada, no les da pelota. Entonces se están empezando a dar cuenta que la cercanía con el gobierno tampoco sirve mucho”, señalaba un boina blanca a este medio. El hecho cobró cuerpo en la reunión de bloque en el Senado cuando se definió votar a favor de la movilidad jubilatoria. Allí, hubo quienes intentaron frenar la ley para no generarle un problema al Gobierno. Pero, sorprendentemente, senadores cercanos a los gobernadores que una semana antes eran apéndices de LLA, cuestionaron la cercanía a Milei e inclinaron la balanza para obligar al Presidente a echar mano al veto. El clima de consenso también se trasladó a la reunión de la mesa de la UCR de la semana pasada, que pasó a un cuarto intermedio y que continuará este lunes y martes.
Así como el PRO reordenó el partido y el PJ se encamina a hacerlo en noviembre, los radicales avanzan en un sentido similar en los distritos más importantes. En Córdoba, se selló una lista de unidad entre el diputado nacional Rodrigo de Loredo y Ramón Mestre, exintendente de la capital provincial. También habrá un proceso de reordenamiento interno en la provincia de Buenos Aires entre el sector de Lousteau y el de Facundo Manes contra el de Maximiliano Abad.
PJ: unos gritos para ordenar
La calma que antecede la tormenta. Como el clima primaveral de la semana pasada que de golpe viró a una tormenta impiadosa para el viernes a la tarde, que el pensamiento mágico le achaca, tal vez con razón, a Santa Rosa. Así está el peronismo.
El partido venía de asimilar los golpes de la derrota electoral y de la mala gestión de Alberto Fernández, y cuando asomaba la cabeza le llegó el escándalo del expresidente, que sigue golpeando a todo el partido. Esperan en el PJ que el tiempo deje las cosas en su lugar, y que el caso sea se entienda como lo que es: un hecho individual.
Entonces, cuando las tribus entendían que debían dejar de pelearse o en tal caso hacerlo entre cuatro paredes, los coqueteos de José Mayans y Guillermo Moreno con la vicepresidenta Victoria Villarruel llevaron a Cristina Kirchner a salir a dar unos gritos para ordenar. La secundó Juliana Di Tullio, la senadora que le responde y que lidera el otro bloque de UP en la Cámara alta.
“Salió a ordenar, pero no hay intenciones de escalar una interna”, señalaron desde el Instituto Patria. Rápidamente los hechos mismos pusieron sobre la mesa el lugar de Villarruel. El atril del Senado desde donde prometió reabrir las causas contra las “víctimas del terrorismo”, por su simbolismo, tiró por la borda todo intento de seducción. La grilla se acomodó sola.
No se metió en la puja Axel Kicillof, atado a la gestión y a una agenda con miras 2027. Visitas a Brasil y Uruguay, lazos con gobernadores de distinto signo, polarización con Milei y concentración de músculo en Buenos Aires, el pago no tan chico.
Fuente Ambito